Amor Sin Altura - Libro 1 Shb

CAPÍTULO 31

Hemit.

Tras haber almorzado, todos nos retiramos para descansar.

Yo me acosté y me dormí.

Horas después Dhina me dijo que todos irían a la playa, pero yo me negué.

Esperé algunos minutos y me dirigí a la habitación de Bernard. Entré y él no estaba allí.

¿Dónde estaba?

Vi su celular y no pude con la curiosidad, pero tenía la pantalla bloqueada.

Intenté adivinar la contraseña y no pude.

— Tonto enano ¿Por qué tenía que colocarle contraseña? —susurré.

— Chiquilla inmadura.

Miré hacia la puerta y lo vi… y mi traicionero corazón aumentó sus pulsaciones.

Él caminó hacia mí y tomó su celular de mis manos. Me hizo sentar y se sentó a mi lado.

Vi cuando introdujo la contraseña: 'chiquilla inmadura' y la pantalla se desbloqueó.

«Mi enano tierno, cada vez te introduces mucho más en mi corazón».

— Yo no tengo nada que ocultarte —dijo.

Miré sus preciosos ojos y supe que me decía la verdad… y no pude resistirme a sus labios.

— Te eché de menos, chiquilla inmadura —susurró sobre mis labios.

— Y yo a ti —dije cuando nos separamos.

— ¿Vamos a la playa? —preguntó.

— No, quiero quedarme aquí contigo —respondí y volví a besarlo.

Pero como si el destino nos envidiara envió a alguien para que nos interrumpiera.

— Lamento mi interrupción, pero vine por ustedes.

— Piérdete Luisa —dijo Bernard.

— No puedo cumplir tus deseos. Vine porque quiero una fotografía para el recuerdo.

— Vamos Bernard, yo también quiero una fotografía donde estemos todos.

— Pero dijiste que querías quedarte —susurró en mi oído para que su hermana no escuchara.

Sonreí y Luisa me miró.

— No puedo con ustedes y sus perversiones —expresó y dando media vuelta se marchó.

— Vamos o tu hermana vendrá a buscarnos.

— ¿Quieres cenar conmigo esta noche?

— ¿Solos?

— Sí.

— Está bien.

Caminamos hasta la playa y vimos a nuestros familiares y amigos a orillas del mar.

— ¿Dónde estabas?

— Fui a retirar algo de dinero; yo contraté a un guía.

— ¿Almorzaste?

— Sí.

— Bernard…

— ¿Sí?

— Tú tienes…

— ¿Qué?

— Protección.

— ¿Te refieres a un seguro de vida?

— No, yo…

Él me miró intrigado 

— Preservativos.

— ¿Hablas de condones?

— Eh… sí —dije y estaba segura de que me había sonrojado.

Él sonrió y yo quise dar media vuelta y huir.

— Me encanta cuando te sonrojas —dijo y dejó un beso fugaz en mis labios.

— Hablo de verdad. Yo no quiero hijos aún.

— Yo sí.

Me detuve y me separé de él.

— ¿Tú quieres hijos?

Su mirada me hizo poner nerviosa.

— Solo bromeaba Hemit. Yo no quiero hijos por ahora.

— ¿Y si llegara a estar embarazada? —pregunté.

— ¿Estás embarazada?

— ¡No!

— Pues entonces no hagas comentarios al respecto.

Sus palabras debieron calmarme, pero en vez de sentirme tranquila, sentí cierta tristeza.

¿Quién me entendía?

— Ven, vamos con los demás —dijo y tomó mi mano.

Llegamos a la orilla de la playa y todos estaban listos para la foto. Luisa no mentía cuando dijo que solo faltábamos nosotros.

Por petición de todos nos ubicamos al frente.

— ¿Quién se supone que tomará la fotografía? —pregunté.



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En el texto hay: trillizos, humor y amistad, romance amor

Editado: 25.06.2020

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