Hemit.
Dos horas, esperé dos horas y aún no me habían atendido ¿Cuándo tiempo más debía esperar?
— Hemit Buitrago —escuché.
— ¿Quieres que esté presente? —preguntó la persona a mi lado.
— No es necesario amiga —respondí.
— Bien.
Caminé hasta el consultorio del médico que me atendería.
— Buenos días —saludé.
— Buenos días, siéntese.
Obedecí al médico y me senté frente a él. Entonces pude observarlo y…
— Tiene que ser una broma —expresé.
Quise levantarme, pero él me sujetó por el brazo.
— Hemit, por favor no te vayas.
Tiré de mi brazo y me liberé.
— No te atrevas a tocarme nuevamente.
— Disculpa.
Lo miré a los ojos y luego dirigí mi vista a su mano, entonces la levantó y me mostró su anillo.
— ¿Te casaste?
— Sí, hace tres meses. Le dije a mi mamá que quería que estuvieras presente.
— ¿Por qué? Nunca nos hemos llevado bien.
— Lo sé y también sé que soy el culpable, pero quiero arreglar las cosas.
— ¿Quieres decir que pretendes comportarte como un hermano?
Volví a sentarme y esperé su respuesta.
— ¿Te parece si hablamos después de que me digas el motivo por el que viniste?
— Está bien.
— Bien. Señorita Buitrago, ¿cuál es el motivo de su consulta?
— Llevo dos semanas sintiéndome mal.
— ¿Qué síntomas has tenido?
— Cansancio, náuseas, poco apetito.
— ¿Tienes pareja?
Inmediatamente pensé en mi enano y sonreí.
— ¿Por qué preguntas?
— Podrías estar embarazada.
La sonrisa abandonó mi rostro.
— Es imposible —expresé.
— Te haré algunos exámenes y saldremos de dudas.
Él tomó una muestra de mi sangre y me pidió que esperara hasta que tuviera los resultados.
— ¿Qué te dijo el médico?
— Que quizá tenga un virus, vamos.
Dhina asintió y salimos de aquella clínica.
Al llegar a casa, ella me arrastró hasta mi habitación y luego aseguró la puerta.
— Muy bien Hemit, habla.
— ¿Qué quieres que te diga?
— La verdad.
La situación me superaba y empecé a caminar de un lado hacia otro.
— Deja de dar vueltas, me estresas.
— Tengo un retraso y… ¿Sabes? Ya lo sospechaba, pero me negaba a creerlo ¡Soy una estúpida!
— ¿Quieres decir que estás…? ¿Estás segura de lo que dices? Yo a veces sufro retrasos.
— ¿También sufres náuseas, sueño y no quieres comer?
— Iré a la farmacia y entonces saldremos de dudas.
Dhina salió a comprar una prueba de embarazo y yo esperé, pero debido a la ansiedad, me dirigí a la cocina para tratar de buscar algo de comida.
Encontré helado de kiwi y uvas en el refrigerador y saqué ambas cosas.
— Harry, yo lo necesito más que tú —susurré.
— ¡Oh cielo! —escuché y dejé caer el helado.
— ¿Qué?
— Definitivamente estás embarazada. Hemit, tú odias el helado de kiwi.
Lavé mis manos y arrebaté la bolsa de sus manos.
— Aún tengo la esperanza de que sea un simple virus —expresé mientras corría hacia mi habitación.
Me encerré en el baño y respiré profundo.
— ¿Sabes cómo es el procedimiento? Orina sobre el aparato y…
— Sé cómo se hace Dhina, ahora deja de hablar porque estoy nerviosa.
Dhina hizo silencio, pero sabía que seguía esperando al otro lado de la puerta.
No supe cuánto tiempo duré encerrada hasta que escuché a mi amiga.
— Hemit, han pasado más de veinte minutos ¿Cuál es el resultado?