Amor Sin Altura - Libro 1 Shb

CAPÍTULO 33

Bernard.

Llegué a mi casa y alguien se abalanzó encima de mí. El olor a lirio y manzanilla de aquel perfume que ya me era tan conocido, invadió mis fosas nasales.

— Veo que mi hermanita me echó de menos.

— No lo niego, ven conmigo.

Me llevó a la cocina y sirvió comida en un plato para posteriormente ponerlo frente a mis ojos.

— Gracias —dije al mismo tiempo que miraba el plato. Mi hermana era muy buena en la cocina y eso era algo que no se podía negar.

Nos dirigimos a la sala y nos sentamos. Me dediqué a comer y su silencio se me hizo extraño.

— ¿Sucede algo? —pregunté.

— ¿Los hermanos de Hemit también regresaron?

— Solo dos de ellos.

Levanté la mirada y vi algo de inquietud en sus ojos.

— ¿Quieres saber quién se quedó?

— Espero que haya sido el abogaducho.

— Pues sí, Andy fue quien se quedó.

— ¿Por qué?

— ¿Te interesa? 

— No me interesa nada acerca de él.

Sonreí pues mi hermana podía mentirle a cualquier, excepto a mí. 

— Entiendo.

— ¿Irás a casa de tu novia? 

— No. Le hice creer que regresaría en una semana.

— Me imagino que quieres sorprenderla.

— Sí. Tres semanas lejos de ella es más de lo que un hombre enamorado podría soportar.

— Ya que tocaste el tema de tu viaje…

— ¿Qué?

— ¿Cómo les fue? 

— Mejor de lo que pasaba. Los hermanos Buitrago hicieron un buen trabajo como modelos. Algunas mexicanas no pudieron quitar sus ojos de encima de ellos ¿Sabes? Creo que Andy quedó encantada con una de ellas.

— ¿Es por tal motivo que se quedó?

— Creo que sí.

Sé que aunque trató de esconder su descontento, no pudo. La vi apretar sus puños y fruncir su ceño. 

«Estás perdida Luisa».

— Tengo que cambiarme para ir a trabajar. Nos vemos por la mañana.

Mientras mi hermana se alistaba para salir, yo me dirigí hasta mi habitación.

Saqué de mi bolsillo el obsequio que había comprado para mi novia, un anillo de compromiso.

— No estoy siendo apresurado, solo lo compré para cuando llegue el momento apropiado —susurré.

— Bernard, ya me voy.

Me apresuré a esconder el anillo tras mi espada.

— ¿Qué escondes? —preguntó mi hermana.

La observé fijamente ¿Había visto el anillo?  

— Ya sabes lo que es.

— No pude ver nada ¿Qué es?

— Nada.

— Mientes —dio un par de pasos hacia mí, pero retrocedí—. Tarde o temprano, yo lo sabré.

— ¿No tienes que irte ya?

— Sí, adiós.

Sabía que Luisa era curiosa y por tal motivo yo quise verificar que ya no estaba afuera. Salí y no, no había nadie afuera.

Regresé a mi habitación y me senté.

— Espero que ames el color azul, mi chiquilla —expresé mientras observaba el anillo.

— ¿Es un diamante azul?

El anillo se escapó de mis manos al escuchar la voz de mi hermana. Mis ojos se centraron en sus pies ¿Se había quitado sus zapatos de médica?

— Cada día te superas. Deberías trabajar de espía.

— ¿Le pedirás matrimonio? —preguntó.

Recogí el anillo y lo guardé en mi armario. Al girar vi que mi hermana seguía en mi habitación.

— Más te vale mantener la boca cerrada.

— No has respondido mi pregunta.

— No, no pienso proponerle matrimonio aún. 

— ¿Entonces por qué compraste el anillo?

— Lo vi y pensé en ella.

— ¿Cuándo le pedirás matrimonio?

— Ya te dije que….

— A mí no me engañas.

— Eres imposible —bufé—. Esta bien, te diré la verdad. Sí es un anillo de compromiso; sí le pediré matrimonio. Pero no aún porque tan solo llevamos un mes de noviazgo. Dejaré que pase más tiempo.



#21069 en Otros
#3216 en Humor
#32903 en Novela romántica

En el texto hay: trillizos, humor y amistad, romance amor

Editado: 25.06.2020

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.