Hemit.
Harry y yo regresamos a nuestra casa, yo me dirigí a mi habitación y él no tardó mucho en entrar.
— Estrellita, dime que estás bien.
Yo me había acostado y al verlo, me senté.
— Estoy bien.
Harry se acercó y se sentó a mi lado.
— Quiero creer que estoy bien, pero siento que la realidad me ha golpeado.
— ¿A qué te refieres?
— Me refiero a que Bernard y yo nos conocemos desde hace poco menos de seis meses y aún no cumplimos dos meses de noviazgo, ya esperamos un hijo y eso me asusta.
— ¿Qué es realmente lo que te asusta?
— ¿Y si él se cansa de mí? ¿Y si llegara a darse el caso de que él me pidiera vivir juntos?
— ¿Aceptarías?
— No. Entre los planes que tengo, no está el ser concubina.
— ¿Y entonces?
— Si Bernard quiere tendrá que…
— ¿Pedirte matrimonio?
— Sí, pero no pienso casarme antes de terminar mis estudios
La puerta del baño se abrió de repente.
— ¿Estás loca si piensas que esperaré tanto tiempo?
Creí que veía visiones, pero no, el Bernard frente a nosotros era muy real.
— ¿Tú que haces aquí? ¿Y por qué escuchas conversaciones ajenas?
— Estoy aquí porque saliste huyendo de mi casa. Dany me prestó su llave para abrir, pero cuando entré ¡Oh sorpresa! Mi mujer no estaba aquí.
— ¿Tu mujer?
— Sí, eres la mamá de mi hijo.
— Solo cuando te conviene.
— Creo que ustedes necesitan privacidad.
— Harry, Andy, Dany y tu padre quieren que les lleves algo de ropa. Ellos se quedarán hasta la hora de la cena en mi casa.
Harry salió de mi habitación y yo nuevamente centré mis ojos en el enano.
— Hasta donde yo sabía, tú debías estar a cargo de la cena.
— Tu amiga Dhina y Luisa se harán cargo de la cena.
— ¿Y tú?
— Yo me dedicaré a aclararte algunas dudas.
Le indiqué que se sentara y entonces desnudé mi alma delante de él. Le hablé sobre mis miedos y él me habló sobre los suyos. Hablamos sobre nuestros planes y él me confesó que su mayor deseo era tener una gran familia.
¿Eran sus palabras una indirecta?
— ¿Crees que tengamos un futuro prometedor juntos?
— Hemit, yo no veo un futuro en donde tú no estés.
Sus palabras hicieron aparecer una sonrisa en mi rostro. Mi mente inmediatamente retrocedió hasta aquel día en el que vi por primera vez su imagen, en aquella pagina de la Web.
— ¿Por qué la sonrisa?
— Recordé la primera vez que vi tu rostro ¿Quieres saber lo que realmente pensé?
— ¿Qué pensaste?
— Que si algún día tendría un hijo, esperaba que tuviera el mismo color de tus ojos.
— ¿Quieres saber lo que yo pensé de ti?
— ¿Qué?
— Ella es hermosa y haré lo posible para tenerla solo para mí.
— ¿De verdad pensaste de tal forma?
— Sí y ya que estamos siendo sinceros, debes saber que yo ya te conocía.
— ¿Qué? ¿Cómo?
— No lo recordaba, pero cuando tu papá y tus hermanos aparecieron aquella mañana en mi casa, lo supe.
— ¿Qué supiste?
— Tú eras una niña. Tú y tus hermanos estaban en el mismo restaurante al que Luisa y yo habíamos ido.
— ¿Eras tú?
— Sí.
Los trillizos me habían prometido comprar una pizza para mí y por tal motivo habíamos ido a un restaurante, pero en el mencionado restaurante no había pizza. Entonces me enojé y en un momento de descuido, me escondí para que no me encontraran.
— ¿Qué haces aquí, niña? Estás en el área de los baños para hombres.
Giré mi cuerpo pues estaba de espalda, vigilando la entrada y entonces vi a un chico de ojos azules; el azul más precioso que había visto en lo que hasta el momento llevaba de vida.
— ¿Eres muda?
Yo negué con mi cabeza, pero seguía observando sus dos hermosas joyas.
— ¿Estás perdida? Ven, te llevaré con tu familia.