Hola, mis lectoras. Pasaré a contarles unas cosas antes de comenzar.
Primero que nada, muy bienvenidas/os espero que disfruten de la historia.
En segundo lugar, la historia de Andrea y Dante aunque es el segundo libro de la saga "Amores verdaderos", no es necesario leerlo en un orden en específico, ya que son diferentes historias y diferentes protagonistas, de todas formas en la primer historia aparecerán en algunas ocasiones y tal vez comprendan ciertas cosas.
Por otro lado, la narración comenzará cuando Andrea tenía diecisiete años y Dante veintiuno, serán varios capítulos para saber cómo comenzó su historia, y luego daremos un salto en el tiempo. También, debo aclarar desde un principio que trataré temas un poco fuerte como es el caso de la bulimia nerviosa y la depresión, sin intención de ofender a nadie, esto no es más que ficción. Queda bajo su responsabilidad leer.
Está historia es muy diferente a "Amor a prueba de adversidades", ya que cuenta con su propia esencia, y eso la hace única y especial como pasa con cada una de mis historias para mí, cada una de ellas tiene un lugar en mi corazón y deseo que en los suyos.
Empecemos...
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Andrea
Observo mi detestable aspecto en el gigante espejo que cuelga de una de las paredes de mi habitación. Mi madre tiene razón cuando me dice que nadie se fijaría en una gorda como yo, lo único que se consideraría bonito son mis ojos azules característicos de los Lombardi y mi largo cabello rubio.
¿Quién se fijaría en una maldita bulímica y depresiva?
Mi momento para lamentar mi miserable vida se ve interrumpido por la ruidosa voz de Lorenza Lombardi, mi madre, si es que se le puede llamar así a la persona que es responsable de que día a día tu vida se vaya apagando.
—¿Qué tanto tardas, monello demone ? (mocosa del demonio) —pregunta furiosa mientras toca la puerta como una desquiciada, así que antes de que esto termine en un caos me apresuro a abrirle.
—¿Qué sucede, madre? —me pongo nerviosa apenas la tengo en frente.
—¿Qué he hecho mal para tener a esta asquerosidad como hija? —pregunta asqueada mientras me mira de arriba abajo con horror —. Ni siquiera tienes sentido de la moda, más vale que te cambies en menos de cinco minutos o de lo contrario nadie te salvará —advierte para seguidamente darse la vuelta y caminar lejos de mi habitación.
Con lágrimas sin derramar busco rápidamente un vestido que me compró mi padre hace un año.
Aunque mi padre y mi hermano no sepan de mis problemas, me molesta que ellos siendo mi familia no se hayan dado cuenta, y me hayan dejado en las manos de esa cruel mujer. Mi padre prácticamente me abandono hace cuatro años, cuando se divorció, ¿acaso se divorció de mí? Pues tal parece que sí.
Me visto con rapidez para evitar la furia de Lorenza, esa mujer me da mucho miedo...tanto que agradezco cuando mi cuñada y mi hermano vienen a visitarnos ya que ella se comporta como una madre cariñosa, pero también tengo miedo de que le haga daño a la esposa de mi hermano, sé que no le cae bien y cuando algo le desagrada se deshace de eso.
Hoy es una de las cenas que le encanta hacer a mi madre, y las cuales detesto, ya que siempre me siento fuera de lugar y más al ver a todas esas chicas que parecen unas muñequitas.
En cuanto me siento un poco segura salgo de mi habitación antes de que mi madre vuelva. Camino con pasos torpes hasta las escaleras para comenzar a bajarlas, me sostengo fuerte no queriendo hacer el ridículo, odio estos incómodos zapatos, y además tampoco soy buena caminando con estas cosas.
Una vez logro bajar me encamino sintiendo las miradas en mi persona, pero como siempre lo hago camino con la cabeza agachada para evitar hacer contacto visual con estás personas, pero en consecuencia, mi cuerpo choca contra algo duro y si no fuera porque unas fuertes y grandes manos me agarrar de mi cintura hubiese caído al suelo y sería el hazme reír de todo el mundo.
—¿Estás bien, stellina? (Estrellita) —pregunta esa inconfundible voz provocando que cierre mis ojos muriéndome de la vergüenza, y es que se trata de él chico que se acercó en la cafetería como nunca nadie lo había hecho.
—Tú...—susurro avergonzada —. Si estoy bien —aseguro nerviosa al tiempo que me separo de su agarre.
—Es un gusto volver a verte, pequeña Andrea —dice al mismo tiempo que me pasa su mano en forma de saludo, y la cual observo sin saber que hacer —. ¿Te acuerdas de mí? —pregunta sonriéndome amigable.
—Yo...si, el café —hablo sin mucha coherencia.
—Dante, Dante Ferrara —se vuelve a presentar como aquella mañana.
—Andrea, Andrea Lombardi —saludo sin tartamudear, y me sorprendo de mi misma.
—Lo recuerdo, no podría olvidar tu nombre —asegura dándome una repasada con sus ojos grises e incomodándome de inmediato.
Observaba a ese hombre sin saber que cambiaría por completo mi vida.
Dante Ferrara había aparecido en el momento que más lo necesitaba y ninguno de los dos era consciente de eso...
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NOTA DE AUTOR:
¡Hola, deseo que te encuentres bien, querido lector!
¿Qué les pareció?
Agradezco que te hayas interesado por mi historia, y espero que continúes leyéndola...
Si te gusta esta historia ayudarías mucho dando ♥, y comentando ... ¡GRACIAS!
Nos leemos pronto...
Estefanía... Saludos ♥