Andrea
Muevo mis pies inquietos, no sé en qué estaba pensando cuando escape de la casa y peor aun cuando le pedí a Dante que me sacara de allí. Ahora nos encontramos en su auto en completo silencio, no sé a dónde me lleva, pero he decidido confiar en él.
—¿Quieres contarme lo que pasó? —pregunta de repente captando mi atención, e inconscientemente llevo mi vista hacia él, y puedo decir que se ve más guapo de cerca, me quedo congelada observando su rostro, y antes de que pueda decir algo él dirige su mirada hacia mí, logrando que mis mejillas se tiñan de carmín, bajo mi mirada apenada.
—Yo... Solo quería salir porque no me gustan ese tipo de evento —miento al tiempo que clavo las uñas en mis piernas.
Después, de que mi madre me haya amenazado con hacerle daño a Dante o a cualquiera que interfiera en sus planes, me enoje porque siempre se mete en mi vida y la dejé con la palabra en la boca para dirigirme a mi habitación en dónde me cambié, y luego salí corriendo de la casa y es cuando encontré a Dante a punto de irse, y no dude en pedirle que me saque de ahí.
—Ya somos dos, stellina —dice provocándome miles de mariposas en el estómago ante su apodo.
—¿Puedo preguntar algo? —susurro nerviosa.
—Ya lo has hecho, pero si —responde divertido ¿Acaso está todo el tiempo de buen humor?
—Yo... ¿Por qué me llamas así? —pregunto con una mezcla de intriga y temor a lo que puedo llegar a responder.
—Ah, eso, pues simple, eres una luz que apareció en mi vida así que decidí llamarte estrella, porque eres una luz que jamás se apagará y que dirigirá mi camino —responde como si nada, sin saber lo que eso significa para mí.
—Pero no nos conocemos, la primera vez fue hace dos semanas —susurro al tiempo que estaciona el auto en lo que parece un parque.
—Cuando dos personas están destinas a estar juntas no importa cuánto tiempo se llevan conociendo, y te digo algo Andrea, nosotros lo estamos —dice con seguridad al tiempo que mira de una forma que me desconcertar, ¿a qué se refiere?
—No comprendo —respondo frunciendo mi ceño en confusión.
—Pronto lo harás, ahora salgamos a disfrutar de este hermoso lugar... —dice dando por cerrado el tema —Espera aquí, te abriré la puerta —me pide para seguidamente bajar del auto y dirigirse a mi lado, abre la puerta y me ayuda a bajar, y mi cuerpo se tensa cuando apoya una de sus manos en mi espalda para comenzar a caminar hacia un puente que te lleva al río, estoy teniendo contacto físico con alguien, y no con cualquier persona.
¿Qué me está pasando? ¿Por qué siento que el cambiará mi vida?
—Es hermoso —susurro admirada por el lugar.
—Lo es, me gustaba venir de adolescente cuando ya no podía más con los problemas —me cuenta perdido en sus pensamientos.
—¿Tu infancia fue buena? —sd me escapa la pregunta sin reparar en lo que he dicho —. No, no hace falta que respondas, solo... no me hagas caso... —digo apenada ante mí imprudencia.
—No es un problema, mi infancia fue más que buena, mis padres se encargaron de darnos todo lo necesario a mis hermanos y a mí, pero sobre todo nos dieron su amor, nos enseñaron a ser buenas personas, y a ser felices —me cuenta con melancolía, supongo que recordando esos momentos, por mi parte, puedo decir que un principio era feliz porque mi padre pasaba tiempo conmigo y hasta Lorenza, pero cuando me iba criando las discusiones comenzaron y con eso me convertí en un fantasma para mis padres —. ¿Y qué tal la tuya? —pregunta cuando se recompone.
—Pues... fue pasable, hasta que mis padres decidieron separarse y olvidarse de mi existencia —confieso con dolor. Sé que mi padre sufrió cuando se enteró de que mi madre lo engañaba con el mejor amigo de mi hermano, pero yo no tenía la culpa, para mí también fue difícil hacerme la idea de mi madre engañando a mi padre... Ellos se encargaron de cerrarme la boca cuando intenté decírselo a mi hermano.
—Lamento escuchar eso, pero puedes lograr la felicidad si así lo deseas, no hay nada imposible de resarcir a parte de la muerte —asegura a lo que asiento de acuerdo, es tan cómodo hablar con él, es como si me entendiese a la perfección —. ¿Puedo hacerte una pregunta ahora yo? —indaga y termino asintiendo sin opción —. ¿Por qué has desaparecido por dos semanas?
Es una gran pregunta, pero no puedo decir la verdad.
—Pues, estuve con muchos exámenes en el instituto que no pude ir —miento sintiéndome mal por hacerlo.
Lo que en realidad paso, fue que después de los golpes que recibí aquel día, no pude levantarme de la cama por varios días, tenía una costilla rota así que decidí hacer reposo, y por mi propia cuenta me curaba, no es algo por lo que no haya pasado antes, esto es tan común en mi día a día que si en algún momento deja de pasar será extraño.
—Es entendible, ¿volverás?
—Sí, si lo haré. ¿Por qué lo preguntas? —pregunto alejándome de su tacto que me confunde.
—Podríamos desayunar juntos, e incluso podemos cenar un día de estos —sugiere logrando que los latidos de mi corazón se aceleren.
—¿Que buscas? —pregunto a la defensiva haciendo que él me mire sin entender —. Lo que quiero decir es ¿Qué es lo que quieres de mí? —aclaro tragando grueso mientras espero ansiosa su respuesta.
—Podría decirte mil mentiras, pero no lo haré, me interesas Andrea, has captado mi atención desde el primer momento en que te vi y estaría encantado de poder conocerte mejor —responde demasiado seguro de sus palabras mientras siento que me ahogo, esto se está saliendo de control.
—¿Acaso es una broma de mal gusto? —lo observo molesta.