Amor sincero.

Capítulo 11: Tomando acciones.

Dante

  La observo esperando una respuesta de su parte, siempre me he preguntado quién es ese hombre, y que le ha hecho, es muy probable que también la haya lastimado, y ni me quiero imaginar de qué manera.

—Tengo todo el tiempo del mundo para escucharte —le digo con suavidad, ella suspira con cansancio mientras se acomoda en la cama para después mirarme fijamente, y le sostengo la mirada porque es descubierto que cuando hace eso encuentra el valor para hablar.

—Es el mejor amigo de mi hermano, y él culpable del divorcio de mis padres —me cuenta la observo confundido —. Es el amante de mi madre —confirma mis sospechas.

—¿Qué te ha hecho? —pregunto en un susurro.

—Es el cómplice de Lorenza, trabajan juntos, y sé que lo que pasó con mi cuñada es su culpa. Él ha participado en las palizas que me ha dado mi "madre", y ... —no logra terminar la oración porque un sollozo sale de su garganta.

—¿Qué más, cariño? —pregunto con suavidad.

—La primera vez que intento propasarse conmigo tenía doce años, y sigue empeñado en tenerme, lo peor es que de que no descansará hasta hacerlo y tengo mucho miedo —confiesa e inmediatamente cada uno de mis músculos se tensan, mi respiración se vuelve pesada, y siento la furia e impotencia en mis venas. Lo mataré, claro que lo haré, pagará por cada lágrima que ha derramado mi stellina —. No quiero que hagas nada, él es peligroso, y me dijo que... tiene un arma, yo lo ví, te lo juro —habla apresuradamente, y veo el miedo en sus ojos.

  Ese infeliz la tiene amenazada, pero hoy se termina todo, ella será libre y feliz, le daré el mundo.

—¿Te amenazó? —le pregunto sabiendo la respuesta, pero necesito que hable conmigo.

—Sí, con su arma, él es muy peligroso, creo que debo irme o los lastimará —dice e intenta nuevamente huir, pero se lo impido abrazándola —. Ella dijo que... no sería feliz mientras viva —habla hipeando.

—Sh, todo mejorará, eso tenlo por seguro, pero... debes decirme todo lo que recuerdes, hasta el mínimo detalle, tienes que hablar, no puedes seguir sufriendo en silencio —le susurro provocando que se aferre más a mí.

—Tengo miedo —dice sollozando.

—No tienes que temer, nunca más estarás sola. Déjame ser tu soporte, permíteme ayudarte con esta carga, no te escondas de mí, stellina —le pido separándola un poco para que vea que hablo enserio.

—Tengo tanto miedo, todo esto es nuevo para mí, me has apoyado más que mi propio hermano, has estado en mis peores momentos y no me has abandonado. Tengo miedo a lo que puedo llegar a sentir, y que tú te canses de mí, y me dejes —me dice apenada.

—Nunca me cansaría, hay muchas cosas que no entiendes, pero me has cambiado desde que llegaste —hablo con sinceridad —. Serás feliz, es una promesa —le digo dejando un beso en su frente.

 Mentiría si dijera que no deseo besar esos suaves y delicados labios, pero tiempo al tiempo. Soy tan loco que hasta eso planearé, con ella todo tiene que ser especial.

—Gracias... —es interrumpida por el ruido de la puerta y la voz de Donato.

—Tanto él médico como él abogado ya están aquí —nos informa.

—Bien, gracias —le digo dándole un asentimiento.

—¿Cómo estás, Andrea? —pregunta sin dejar su seriedad de lado.

—Bien, eso creo —contesta mi stellina.

—Qué bueno, cualquier cosa estamos abajo —avisa saliendo de la habitación.

 Me gusta el cambio de actitud de mi hermano, y todo gracias a la larga charla que tuvimos hace unos días, sé que no es malo solo le cuesta confiar y lo entiendo, pero también es consciente de que debe respetar a los nuestros, y ella ya es parte de nuestra pequeña familia.

—Mientras el médico te revisa, iré a hablar con el abogado —le explico y ella me mira con desconfianza —, nadie te hará daño en esta casa, pero si quieres estar más tranquila mandaré a Pía y a Donato para que estén contigo —le digo y ella asiente más tranquila.

—Eso sería de gran ayuda —habla soltándome.

—Cualquier cosa me llamas, estoy para ti —le digo al tiempo que me levanto de la cama para comenzar a caminar hacia la salida.

  Una vez salgo me encuentro con el doctor, para mí mala suerte en el único médico que confío es en el que era amigo de mi padre, él mismo que me sugirió alejarme de mi stellina.

—Cuando la termines de revisar quiero que me digas lo que tiene.

—Así lo haré —habla con profesionalismo, al menos le ha quedado claro que solo debe hacer su trabajo y no opinar en lo que haga con mi vida.

 Bajo las escaleras, y sigo el camino hasta la sala, la televisión está apagada y tanto Pía como Donato lucen preocupados, ellos apenas sienten mi presencia se acercan a mí.

—¿Cómo se encuentra? —pregunta Pía con su vocecilla.

—Mal, necesita nuestro apoyo —le digo sin revelar las razones, son cosas que no me corresponde andar contando, ya sabrá Andrea si se lo cuenta —¿Pueden acompañarla mientras estoy en mi despacho?

—Claro —dice Donato.

Cuando ambos se pierden de mi campo de visión, comienzo a caminar el trayecto que me queda hasta mi despacho. En cuanto abro la puerta me encuentro con mi abogado, fue abogado de mis padres por muchos años y sigue a nuestro servicio.

—Buenas noches, lamento haberlo hecho venir a esta hora, pero era urgente —le explico pasándole mi mano en señal de saludo, el señor me corresponde amablemente.

—No es una molestia, y menos si se trata de un Ferrara —asegura —. Y bien dime ¿En qué puedo ayudarte? —pregunta.

—Es bastante complicado, y por lo mismo confío en tu trabajo, se trata de mi novia —empiezo a contarle. Si, puede que aún no sea mi novia, pero es mejor si todos saben que es mi novia, así sabrán que no pueden meterse con ella o estarán en graves problemas —. Su madre y la pareja de su madre, la tienen amenazada, ellos la han estado maltratando por años, y ... —suspiro frustrado ya que esto será difícil.




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