Amor sincero.

Capítulo 13: Confesión.

 

Andrea

Sonrío feliz al escuchar a los hermanos Ferrara cantar el feliz cumpleaños, abro mis ojos y me los encuentro con un pastel en las mano de Dante, y sus hermanos traen papelitos de colores los cuales me tiran sin darme tiempo a procesar su acción.

—Feliz cumpleaños, feliz cumpleaños Andrea, ¡felicidades a ti! —cantan los tres a coro y solo puedo sonreír agradecida por estos seres que me ha mandado Dios.

—Gracias, no debieron molestarse —les digo sentándome en la cama para agarrar el pastel y ponerlo en mi regazo.

—Te lo mereces, ángel —habla Dante dejando un beso en mi frente —. Feliz cumpleaños, hermosa —me dice pasándome una cajita pequeña que no se dé donde la saco, la agarro entre mis manos, y Pía agarra el pastel para ayudarme.

—¿Qué es? —pregunto cómo niña pequeña, y es que, si bien mi padre envía regalos en cada cumpleaños, nunca los tome enserio porque para mí era como si quisiera comprarme con eso, en cambio, estás personas en verdad me aprecian.

—Ábrelo y lo verás —me responde atento a cada uno de mis movimientos.

Desato el moño para seguidamente abrir la caja encontrándome con una cadenita bañada en oro, con dos dije: un libro y una llave. Es lo más hermoso que he visto, es algo pequeño, pero delicado.

—Es precioso —susurro enamorada de la cadenita —. ¿Me ayudas a ponerla? —pregunto.

—Por supuesto, stellina —dice al tiempo que agarra con una de sus manos la cadenita, y con la otra hace a un lado mi cabello para seguidamente colocármelo.

—Cof, cof... seguimos aquí por si no lo han notado —habla mi amiga interrumpiendo nuestra conexión de miradas.

—Yo, ... gracias por esto, significa mucho para mí —le agradezco desviando mi mirada hacia ellos.

—Un placer, iremos a cambiarnos para ir al instituto —dice Donato.

—Quiero una rebanada —advierte Pía mirando con anhelo el pastel al tiempo que lo deja en mi mesita de luz.

Los dos salen de la habitación dejándome a solas con Dante, ... ¿qué sentía por él? Pues demasiado para este momento, pero no sé si él siente lo mismo por mí, temo que me rechace.

    Hace más de un mes que vivo con ellos, y muchas cosas en mi vida han cambiado para bien. El tratamiento es difícil, pero lo voy llevando y todo gracias a la ayuda de Dante que ha sido un gran apoyo desde el minuto uno en que se cruzó en mi camino. 
   Por otro lado, hay algo que me sorprende y es que desde que comencé a vivir en la casa de Dante no he vuelto a saber de ellos, no me buscaron y mucho menos nos denunciaron, ¿Acaso al fin se cansaron de dañarme? ¿Ahora puedo ser feliz? Esto es tan irreal que asusta.

   De mi hermano no he sabido anda, fui a su casa, a la empresa, lo llamé, le envié Miles de mensaje, pero nunca respondió ni uno, nunca me recibió cuando fui a buscarlo, y ayer me enteré que está de viaje. Él se ha alejado por lo que sucedió con Isa, sé que está dolido, pero debería buscar pruebas, o algo antes de encerrarse en su propio dolor.

—Me alegro que te haya gustado, pero aún faltan otras sorpresas así que prepárate —habla sacándome de mis pensamientos.

—Esto ya es más que suficiente —aseguro al tiempo que sin pensarlo me lanzo a sus brazos, él se tensa por unos segundos para después corresponder el abrazo.

—Te mereces tener el mundo a tus pies, mi ángel —me dice y en sus ojos veo un brillo que no logro comprender —. Ahora levántate y acompáñame —me pide dándome su mano, la cual agarro de inmediato y el no tarda en levantarme de la cama para encaminarnos hacia donde sea que me lleva.

—¿Puedo saber de qué se trata? —pregunto curiosa.

—Ya lo verás —responde sin darme una sola pista, caminamos hasta que llegamos a la sala de estar, y mis ojos se abren incrédulos cuando observo un mueble vidriado repleto de libros, me giro rápidamente hacia Dante, y este solo me observa con una sonrisa radiante.

—¿Qué?... ¿Cuándo? ¿Por qué?

—Se que uno de tus pasatiempos es leer así que no podía faltar este regalo, lo mandé a diseñar exclusivamente para ti, espero sea de tu agrado —me dice.

—Dios, es bellísimo, pero de seguro debió costar una fortuna y no quiero que gastes en mi —le explico.

—Deja las tonterías, lo hice con todo el amor del mundo —asegura acercándonos hacia la biblioteca —. La llave abre la biblioteca —informa refiriéndose a la llave de la cadenita.

—Así siempre la llevaré conmigo —susurro entendiendo la metáfora.

Abro el ganchito y saco el dije para rápidamente abrir la puerta de cristal de la biblioteca, hay muchos libros, libros que he anhelado durante mucho tiempo, hay sagas, y estoy enamorada de cada libro que mis ojos admiran.

—Esto es lo mejor de lo mejor —afirmo.

                                                               ***

—¿Entonces pasarás por nosotros? —le pregunta Donato a su hermano mayor mientras terminamos de alistarnos para ir a clases.

—Si, los estaré esperando cuando salgan del instituto —nos informa —. Todo estará bien, stellina —asegura, y suspiro al saber que esa frase es tan típica de él para calmarme, sabe que ir al instituto es difícil, sigue ese miedo de que alguien me lastime, aunque ya tengo a Donato y a Pía que sin grandes amigos y se me defenderán.

—Lo sé —susurro poco convencida.

Dante nos lleva a los tres hasta el colegio, y somos seguidos por nuestros guardaespaldas. Cuando Dante me dijo que tendría guardaespaldas, por un lado, me sorprendió ya que era un poco exagerado, pero, por otro lado, me gustó que se preocupará por mí.

En cuanto llegamos, los tres nos bajamos y nos despedimos de él, y caminamos rumbo a las instalaciones.

No sé qué habrá sucedido, pero ya no está la misma directora, y el grupito que me molestaba huye cuando me ve. ¿Qué hiciste, Dante?

—Bueno pequeñuelos iré a mi salón que se diviertan —dice Pía.




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