Amor sincero.

Capítulo 22: La verdad de Andriano.

Dante

Observo a mi hermosa novia que me mira esperando que le diga de que quería hablar, sonrío internamente al saber que ella es mía, y que en un futuro será la señora Ferrara, y es estoy seguro que es la indicada y que jamás podré amar a otra persona como amo a Andrea Lombardi.

—¿De qué querías hablar? —me pregunta intrigada.

—He hablado con él investigador, así que ahora solo nos queda esperar —le cuento, y es que habíamos quedado que en cuanto estuviera mejor comenzaríamos a buscar a su cuñada.

—Muchas gracias, esto significa mucho para mí —dice sonriendo con tristeza.

—Todo irá bien, cariño —le aseguro al tiempo que la atraigo a mis abrazos para que sienta mi apoyo —. Los encontraremos —le prometo.

—Ella ni siquiera conocía bien el país, y mi hermano tuvo corazón para dejarla sola y encima embarazada —habla con dolor.

—Tu hermano se arrepentirá de su error, y espero no sea demasiado tarde —le digo, y es que no puedo creer que mi cuñado sea tan tonto como para no darse cuenta que la que ha hecho todo ha sido su madre en compañía de su amigo, él es responsable de muchas cosas, y entre ellas de no haber protegido a su mujer e hijo, y ni siquiera a su hermana que ha estado durante su corta vida en manos de esos seres tan despreciables. Yo mataría por mis hermanos, y ahora por mi novia, nadie se acercaría a ellos. Sospecho hasta de mi propia sombra si se trata de protegerlos.

—Tengo clases, Dan.-me dice en susurro mientras su rostro permanece escondido en mi pecho.

—Lo sé, stellina —es lo único que digo sin querer soltarla, y es que, si por mi fuera estaríamos así por siempre, amo sentirla, hasta el mínimo roce significa la gloria para mí —. Los llevaré —le aviso.

—¡Llegaremos tarde por su culpa, tortolitos! —escuchamos el grito de mi hermana del otro lado de la habitación.

—Ya escuchaste a tú hermana —me dice separándose de mí y dejándome una sensación de abandono, un frío al no sentir su tacto.

—Está bien, los llevare ahora mismo —respondo sonriendo al tiempo que agarro su mano para entrelazarla con la mía y empezar a caminar hacia la salida de mi despacho.

Ambos salimos del lugar y nos encontramos a mis hermanos en el pasillo, por lo visto ninguno tiene ganas de ir a clases, pero mala suerte la suya debe ir, se supone que estos holgazanes son el futuro del país.

—Pueden seguir en lo suyo, y nosotros podemos regresar a la comodidad de nuestra cama —sugiere Donato tratando de negociar, pero eso no está a discusión.

—Mejor vamos o ¿quieres que llame a mi cuñada para que te saque a patadas de la casa? —le pregunto divertido.

—No metas a la zanahoria en esto —advierte ofendido.

—¿Por qué no te esmeraste en buscar un apodo más… bonito? —le pregunto confundido, ¿Cómo puede llamar así a su novia? ¿No queda mejor un “amor”, “cariño”, “corazón”?

—¿Más bonito que yo? No lo creo, además debe agradecer que no le digo pelirroja mal teñida —responde burlista, pero no diría eso si su novia estuviera aquí.

—¡Mi cuñada es pelirroja natural! —gritan Andrea y mi hermana al mismo tiempo defendiendo a Lía.

—¡Hey, yo soy de la familia así deben defenderme no a la condenada! —grita con fingida indignación.

—Déjense de tonterías y mejor vamos porque se me hace que ahora si llegarán tarde —les digo poniéndome serios, aunque me divierta la situación debo mostrarle autoridad o esto será un circo.

                                                                          ***

Miro por quinta vez la hora en menos de diez minutos, estoy en mi oficina esperando a mi mejor amigo, hemos quedado en vernos para hablar porque últimamente no nos hemos visto, y ya hace falta una charla.

—Parece que alguien está ansioso por verme —escucho su voz provocando que levante mi mirada para encontrarme a mi amigo, y me sorprende que no lo haya escuchado entrar.

—Andriano, tanto tiempo —le saludo levantándome para pasarle mi mano en señal de saludo a lo cual corresponde.

—Demasiado, estuve con muchas cosas y se me fue el tiempo volando —dice frustrado —. Quiero hacerte una pregunta —menciona poniéndose serio de repente.

—Claro, ¿qué quieres saber? —le pregunto al tiempo que le hago seña para que se siente y así lo hace, repito su acción y espero su pregunta.

—¿Conoces a Isabelle Durant? —su pregunta me sorprende.

 ¿De dónde conoce a la esposa de mi cuñado?

—Es la cuñada de mi novia, ¿y tú de dónde la conoces? —cuestiono intrigado.

—¿Qué tanto conoces a Lorenza Lombardi? —evade mi pregunta.

—Lo suficiente para querer acabarla —aseguro con sinceridad.

—¿Estás seguro de qué Andrea no es igual a ella? —me pregunta y eso logra enojarme, puede ser mi amigo, pero nadie se mete con mi chica.

—No te permito que le levantes falsos a mi novia, ella es lo único bueno de esa familia —le digo entre dientes levantándome de la silla.

—No quiero pelear, es solo que esa familia a lastimado a la mía, se ha metido con la persona que más me importa en esta vida —confiesa dejándome de piedra.

 ¿A quién se refiere?

—No entiendo nada —respondo confundido.

—Te lo contaré, pero no puedes decirlo a nadie o muchas personas estarían en peligro —me dice con seriedad.

—Solo dilo.

—Isabelle Durant, o mejor dicho Santoro, es mi hermana —confiesa y mi cerebro se niega a procesar tal información —. No me interrumpas —pide cuando estoy por preguntar algo —. Fue robada cuando era una recién nacida, y nos hicieron creer que había muerto en el parto. Años más tarde, nos enteramos en que en realidad estaba viva, la buscamos por muchos años, y cuando por fin dimos con su paradero, descubrimos que estaba casada y que iba a ser madre, peor aún que nadie sabía de ella después de que su esposa la haya corrido de su casa —me cuenta a grandes rasgos, y esto es demasiado para procesar.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.