Amor sincero.

Capítulo 25: Zanahoria.

Lía
  
    Cuando me termino de alistar para ir al instituto, agarro mi mochila y comienzo a caminar hacia la salida de mi habitación. 
    Bajo las escaleras cantando como tanto me gusta, sonrío emocionada porque mi novio, Donato, pasará a recogerme para ir juntos al colegio.

    Donato Ferrara, pensé que lo nuestro era para pasar el rato, pero fuimos víctimas de nuestro propio juego, ambos nos enamoramos sin pensarlo, pero no es de algo que me arrepienta.

    Desde que mamá murió cuando tenía 11años, nada me volvió a emocionar tanto como lo ha hecho él simple hecho de tenerlo a mi lado.
    La ausencia de mi madre es muy notable, éramos los tres felices, pero la vida nos jugó una mala pasada y perdimos a nuestro soporte, incluso papá nunca volvió a ser el mismo. Se refugió en su trabajo y se entregó por completo a mí, él es un excelente padre que sufrió en silencio por la pérdida de mi madre mientras me cuidaba.

Mi primo Santino ha sido un gran amigo, nos hemos llevado bien desde que éramos apenas unos niños, somos como hermanos, y ambos hemos impedido que caigamos en el abismo cuando estábamos hasta el fondo de problemas.
Es un gran chico, sé que se ha ganado su reputación, pero eso solo es una máscara que utiliza para verse fuerte, cuando en realidad es un chico frágil y que lucha todos los días con la incomprensión de su padre.

Recuerdo que cuando se enteró que su padre había engañado a su madre y que esa mujer estaba embarazada él se escapó de su casa, y tan solo tenía 13 años. Nosotros no entendíamos muy bien lo que pasaba con los adultos, pero era doloroso ver las discusiones de mis tíos y ver a mi primo rogarles que se detuvieran, eso le afecto mucho, recuerdo que muchas veces me abrazaba fuerte y lloraba por horas mientras me contaba en medio del llanto lo que pasaba en su casa.
Pero cuando conoció a su hermanita todo cambio, él se convirtió en otra persona, para él lo único importante era protegerla de todo y todos. La madre de Marena era una interesada que quedó embarazada con el propósito de que mi tío se divorcie de su esposa y se case con ella, pero como es obvio eso no sucedió.

Tampoco fue fácil para mí después de la muerte de mi mamá, ella lo era todo para nosotros, pero ese maldito la atropello y nada pudieron hacer, el muy cobarde que lo hizo huyo como tal y nunca pudieron dar con él causante de su muerte.

    No sé si fue por lo que le sucedió a ella o porque siempre fue mi vocación, pero mi mayor meta es ser médica, quiero ayudar a las personas, salvar sus vidas, y eso haré.

Escucho voces en el comedor que provocan que deje de cantar, ¿Donato ya ha llegado? Pero si dijo que... dejo mis pensamientos de lados cuando veo a mi primo sentado junto a mi padre, no luce nada bien, parece que no ha pegado el ojo en toda la noche.

—Buenos días, papá —lo saludo al tiempo que me agachó para dejar un beso en su mejilla.

—Buenos días, princesita —me responde sonriéndome —. Santino se quedará con nosotros un tiempo —me cuenta haciendo que los observé incrédula.

—¿Y eso? —pregunto intrigada mirando a mi primo expectante a lo que tenga para decir.

—Papá, me corrió de la casa —me dice logrando que me enfurezca, ¿qué pasa por la cabeza de mi tío? Nada racional eso es seguro.

—¿Qué? Pero, ¿por qué? —le pregunto histérica mientras me acerco para inspeccionar que no esté lastimado.

—Estoy bien, o bueno eso trato... vine aquí porque mi madre me mandó un mensaje avisándome que había hablado con tu papá para que me quedase aquí, y que ella vendría en la tarde —me explica y creo que lo mejor es que él se quede con nosotros.

—No respondiste a mi pregunta, ¿por qué te corrió? —vuelvo a preguntar tratando de comprender sus razones para correr a su hijo.

—Venimos discutiendo desde hace meses, pero hoy la bomba explotó, me salió con que el maldito de Carlos sería su sucesor hasta que no le demuestre que merezco el poder, ya sabes que eso no me interesa y siguiendo tu consejo intenté confesarle mi verdadera vocación, pero como era obvio no lo permitió, sino que me salió con que me... drogaba —me cuenta, mi padre nos dice que nos dejaré espacio para que hablemos y es algo que se lo agradezco.

—¿Drogarte? Pero eso ni él más ciego se lo creería, tú jamás harías eso, y él debería tenerlo en claro —hablo con seguridad, ¿cómo puede desconfiar de su propio hijo?

—Pues él no opina lo mismo, me dijo que, si no es verdad que no tendría problema que revisaría mi habitación, y le dije que no porque no ocultaba nada, pero no contaba con... —me sigue explicando, pero con la última frase su voz va perdiendo fuerza.

—Con qué había algo entre tus cosas —termino la frase al verlo afectado.

—Exactamente, había droga, ¡Ni siquiera había tenido ese polvo cerca alguna vez! ¡Pero el prefirió culparme sin dejar que me defendiera! —dice casi gritando de la impotencia —. Le suplique que me creyera, pero nada de eso lo conmovió —comenta dolido.

—¡Dios esto es un caos! Es obvio que ese tipo tuvo algo que ver, ... ¿No que tu papá es abogado? —le pregunto enfadada y el asiente confundido —. ¿Entonces por qué no llevo ese paquete a un laboratorio para que vean las huellas? ¿O por qué no te llevo para que te hicieran unos análisis que confirmarían sus sospechas? —cuestiono analizando la situación.

—¿Por qué es más fácil echarme la culpa como siempre lo hace?

—Puede ser —susurro —. Encontraremos la manera de que la verdad salga a la luz —aseguro.

—Eso no me preocupa, por mi puede creer lo que quiera, pero lo que más me duele es que me haya prohibido que vea a mi hermanita, él sabe que ella es mi debilidad, y por eso lo ha hecho, ¿cómo puede ser tan cruel de alejarme de Marena? —me pregunta e inevitablemente su voz se rompe, me agachó a su altura y lo abrazo de la misma forma en que lo hacíamos cuando éramos niños.




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