Dante
Cinco años después.
Atraigo a mi hermosa mujer más a mi cuerpo, ella me regala una pequeña sonrisa mientras se acurruca en mi pecho y mi pequeño sobrino queda en medio de los dos.
Si, tengo un sobrino, y aún se me hace difícil entender que mi hermana fue madre con tan solo dieciocho años, enloquecí y Donato no se quedó atrás, pero no pudimos golpear al idiota de su novio porque mi hermanita se metió y además no podíamos tomar ventaja de su incapacidad, pero eso es algo que me cobraré en algún momento. Me vengaré de Santino Bianco, puede que haya aceptado, pero debo darle unos buenos golpes antes de aceptarlo por completo.
Nuestra vida ha estado en un sube y baja estos años, hay momentos felices los cuales disfrutamos al máximo, pero también hay algunos que nos lastiman, en especial si se trata de mis hermanos o mi novia, y ahora de mi sobrino... Si por mí fuera los tendría a todos ellos en una caja de cristal para que nada los tocará, ellos son mi vida y siempre seré el que esté para defenderlos.
Soy un hombre muy afortunado por la hermosa familia que tengo, cada uno de ellos tiene importancia en mi vida, por eso me duele saber mal a mi hermano, se supone que nuestra vida tendría que ir mejor que hace años, pero la vida misma se empeña en jodernos la existencia.
Observo de reojo como ellos se abrazan y mi cuñada parece estar sollozando, aprieto mi puño furioso por no poder evitarles ese dolor, pero sé que los que se atrevieron a lastimarla lo pagarán, mi hermano se ha vuelto más frío que antes y lo entiendo perfectamente, si algo así le hubiese pasado a mi mujer me hubiese vuelto loco.
Lo estoy ayudando en todo, pero siento que eso no es suficiente, él prefiere no hablar del tema, y veo como ambos están hundidos en el dolor.
—¿Quieres que lo lleve a su habitación? —le pregunto en un susurro a mi novia.
-—i, será lo mejor para que descanse —responde en voz baja para no despertar al bebé.
La separó de mi para después levantarme del sofá y agarrar a mi sobrino en brazos, él se remueve un poco, pero es solo para acomodarse mejor. Es tan pequeño en mis brazos, el verlo en los brazos de mi mujer me genera una sensación que nunca antes sentí, y sé a qué se debe, quiero que ella sea la madre de mis hijos, pero también tengo en claro que aún no es el momento, y que debo respetar sus tiempos. Quiero una mujer plena y feliz a mi lado, no una que se sienta presionada por mis deseos.
Me encaminó con mi sobrino en brazos hacia las escaleras que nos lleva hasta la planta alta, que es donde Taddeo tiene su propia habitación para cuando se queda con nosotros.
Una vez, ingreso a la habitación en dónde abunda el color azul marino, me encamino hasta su cuna y lo depósito con cuidado de no despertarlo porque si algo ha sacado de su padre es lo dramático.
Cuando me aseguro de que estará cómodo camino con cuidado hacia la salida, y una vez afuera, me sorprendo al ver a mi hermano recostado por una de las paredes.
—¿Sucede algo? —le pregunto cauteloso.
—Necesito hablar contigo de algo —me dice y asiento de inmediato —. Pero es mejor que lo hagamos en tu oficina —sugiere por lo que sin decir una palabra empiezo a encaminarme hacia mi lugar de trabajo mientras soy seguido por mi hermano.
Apenas entramos al lugar lo miro atento a lo que sea que quiera contarme.
—¿Qué es eso de lo que quieres hablar? —le pregunto intrigado y un poco asustado.
—Lía, ella... me ha confesado algo que aún no asimilo —me cuenta y puedo observar cómo aprieta sus puños con más fuerza de lo normal.
—¿Qué te ha confesado? —indago con suavidad para no alterarlo más de lo que ya está.
—Ella dice que uno de los malditos que la atacó ese día es el asesino de nuestros padres y de su madre —confiesa dejándome helado.
—Eso es imposible, lo de nuestro padres fue un accidente —respondo tratando de contenerme, pero recordar la muerte de mis padres es volver a hundirme en el dolor y la soledad.
—Ella no mentiría, y ... se culpa por lo que ha pasado, me ha dicho que, si no hubiese estado investigando el caso de nuestros padres y de su madre que murieron el mismo año, que nada de esto hubiese pasado y no hubiera perdido a nuestro ángel, pero... no es su culpa, no lo es, en todo caso es la mía por no haber llegado a tiempo, y yo... —mi hermano se rompe frente a mis ojos y eso me destroza.
—Sh, nada de esto es culpa de ustedes, más bien fueron eso malditos hijos de perra que pagarán lo que han hecho —aseguro al tiempo que sin darle tiempo a pensar le abrazo —. Si lo de nuestros padres no fue un accidente el mundo arderá —declaro mientras consuelo a mi pobre hermano.
—Los quiero acabados porque no solo han matado a nuestros padres, sino que también sean metido con mi... hijo, lo anhelamos tanto y nos lo quitaron tan rápido —dice con la voz rota.
—Haremos justicia por nuestros padres y por tú hijo —le prometo —. ¿Recuerda quiénes son los sujetos? —le pregunto cuando se calma un poco.
—Si, sabes que no quería presionarla y por eso empecé a investigar por mi cuenta, pero ella me lo confesó hoy, nada más y nada menos que el mejor amigo de nuestros padres, el médico que consideramos leal y... él exnovio de Lía, al parecer se pusieron de acuerdo para agredirla cuando no estaba —me explica un poco la situación y no puedo creer que ese tipo haya sido capaz de eso después de que mis padres lo consideraban un hermano.
—Lo mejor es que nadie más lo sepa o de lo contrario, los estaríamos poniendo en riesgo —hablo con seriedad.
—Lo sé, debemos reforzar la seguridad y estar atentos, no sabemos cuándo puedan volver a atacar. Los malditos están desaparecidos desde esa fecha, es obvio que fueron ellos, y ... si mal no recuerdo en el departamento tenemos cámaras, ni siquiera sé porque no lo pensé antes —dice lo último enojado con sí mismo.