Andrea
Me despido de mi familia para después agarrar una maleta con algunas de mis cosas, solo llevo lo necesario. Dante me observa de una esquina sé que no está de acuerdo con que viaje justo ahora que estamos con muchos problemas, pero debo hablar con mi hermano de una vez por todas.
A pesar de no estar de acuerdo me apoya en mi decisión, e incluso ha aceptado que me vaya sola a enfrentar la situación, pero también sé que eso no es del todo verdad ya que conozco muy bien a mi amado novio para saber que irá atrás mío y solo está fingiendo que no lo hará para evitar una nueva discusión.
Mi hermano se encuentra instalado en una de sus empresas en Francia por lo que decidí viajar. Estoy cansada de esta situación, pero necesito decirle antes de que me arrepienta.
—Volveré antes de que me extrañen —bromeo para calmar el ambiente tenso que se ha formado.
—Ni siquiera te recordaremos —dice Donato solo para molestarme.
—Idiota —hablo entre dientes fulminándole con la mirada.
—Ya basta, no quiero que empiecen a pelear como críos —interviene Lía rodando los ojos con frustración.
—Te acompañare hasta el aeropuerto —menciona Dante llamando mi atención.
—Claro —es todo lo que digo mientras observo como agarra mi maleta y empieza a caminar hacia la salida así que me despido de todos nuevamente y empiezo a caminar siguiendo a mi sexy amargado —. No tienes que hacerlo —hablo cuando logró llegar hasta donde se encuentra.
-Quiero hacerlo —responde sin mirarme.
—Dan... yo —me veo interrumpida por su voz.
—No estoy molesto, solo preocupado —aclara al tiempo que se da la vuelta para enfrentarme —. Debemos salir por la parte trasera para que los malditos periodistas no te molesten y no sabes la impotencia de ello —me dice y entonces comprendo sus razones al estar tan disperso.
—Pasará, ya lo veras, solo es cuestión de que se aburran o que encuentren otra cosa más interesante —respondo para calmarlo un poco.
—Solo quiero lo mejor para mi familia —habla con frustración.
—Lo entiendo y no sabes cuanto lamento provocar estos problemas —me disculpo apenada.
—¿Qué? No digas eso mi amor, tú solo eres una víctima en todo esto, y por si lo olvidas eres mi familia —responde apresuradamente para sacarme de mi error.
—Lo sé, y me siento muy feliz de formar parte de ustedes —digo con una sonrisa.
—Ahora iremos al aeropuerto o de lo contrario, me arrepentiré de dejarte ir sola.
***
Después de unas horas de viaje al fin he llegado a Francia, sé que hablar será difícil, y también tengo en cuenta que mi hermano se habrá enterado de las noticias, y que cuando él sepa la verdad deberé contarle mi pasado.
Dejó de pensar cuando el taxi estaciona al frente de la Compañía, le pagó y bajó del vehículo para dirigirme hasta las instalaciones. Al llegar todos me miran, nadie conoce a la pequeña hermana del jefe, mi madre se encargó de mantenerme en un perfil bajo ya que le doy vergüenza, cosa que antes me dolía, pero ahora no siento nada por esa mujer. Llegó hasta la que supongo es la secretaria, está me mira con superioridad y continúa con lo suyo.
—Bonnes nuit, soy Andrea Lombardi quiero ver a tu jefe —hablo con seriedad y cuando terminó de hablar ella cambia su sonrisa falsa por una mueca y se pone pálida.
—Disculpe señorita no sabía que era la hermana del señor —dice justificándose. Como si me importara, lo único que quiero es hablar con mi hermano.
—Pues deberías hacer bien tu trabajo, no puedes tratar así a las personas —respondo enojada, las personas te tratan según lo que tengas y eso no es más que una mierda.
—Lo siento mucho por favor no le diga al jefe no volverá a suceder —súplica. Al parecer le tiene miedo al gruñón de mi hermano.
—La próxima no te salvas. ¿Dónde está su oficina? —pregunto. Ella me guía y se retira. Antes de abrir la puerta respiro hondo mientras agarro las fuerzas necesarias para enfrentar a mi hermano. No sé qué sucederá, pero no puedo más con este secreto.
Abro la puerta, él se encuentra en su escritorio al escuchar mis pasos levanta la vista por lo que los dos nos miramos fijamente. Él sonríe al reconocerme y yo hago lo mismo. Nos llevamos bien después de hablar de nuestras diferencias, aunque nunca me creyó lo que me hizo Lorenza, últimamente no nos hemos visto mucho por el trabajo. Se levanta de la silla y se acerca hasta donde estoy, abro mis brazos y lo recibo con un fuerte abrazo. Nos mantenemos así unos minutos, hasta que nos vamos separando de a poco y me indica que tome asiento, por lo que camino hasta este y respiro mientras me preparo para lo que viene.
—¿Cómo has estado, principessa? —pregunta en un tono de voz suave.
—Bien, elfo, pero te extrañaba —respondo haciendo un puchero. Frunce su ceño y es que odia el sobrenombre que le puse cuando era una niña.
—Sabes que odio que me llames así —dice haciéndose el enojado.
—Bueno, elfo —hablo riendo, me mira con desaprobación, pero no dice nada.
—¿Qué te trae por aquí pequeña? —pregunta con una sonrisa. Lo observó al mismo tiempo que busco los papeles que tengo en mi bolso y el vídeo.
—Sé que no quieres que te mencione a Isabelle, pero es algo que no puedo esconder más —hablo cansada mientras él inmediatamente borra su sonrisa para ponerse tenso.
—Está prohibido pronunciar su nombre y tú lo sabes —responde enojado —. No me interesa nada que tenga que ver con ella —afirma al mismo tiempo que se levanta de su silla. Sé que, aunque lo niegue la sigue amando.
—Es importante ella no hizo nada de lo que nuestra madre y tu amigo te han hecho creer —digo tratando de explicarle —. Ella nunca hubiera hecho nada de lo que se le acusa y..... —me interrumpe tirando lo que hay en su escritorio haciendo que me asusté y me levanté shockeada por su actitud. Algo que ha quedado como secuela de los maltratos de esas personas es que me quedo helada en situaciones violentas y no sé cómo actuar, los recueros de cada golpe e insulto vienen a mi cabeza y por lo mismo Dante nunca grita ni se altera en mi presencia.