Andrea
Han pasado dos semanas desde que mi cuñada Isabelle está internada, y parece no mejorar, mi hermano está hecho un loco buscando un donante y tratando de recuperar a sus hijos. Me duele verlo tan mal, ha adelgazado bastante y sé que ni duerme como es debido, pero también soy consciente de que él se está castigando de esa forma porque siente culpa.
Por otro lado, mi amiga salió hace una semana de la clínica y se por Dante que su novio no se ha movido de su lado, y lo comprendo pues se pegó un susto de muerte al encontrar a su novia en esa situación. Confío en que Dios acomodara todo para que ellos puedan salir de esta, y es que ese dolor debe ser muy grande y no se lo deseo ni a mí peor enemigo.
Me duele ver a mi familia metida en todos estos problemas, verlos sufrir e incluso el pequeño Taddeo se enfermó porque no veía a sus tíos y por lo mismo no quería comer como debía. Dante irá en la tarde a verlos, y aunque quisiera tengo que ayudar a mi hermano con algunas cosas, pero confío en que pronto podré ir a verlos y esto terminará para por fin volver a disfrutar en familia.
También están los malditos periodista, en Italia nos liberamos un poco, pero ahora que han salido conversaciones y fotos que comprometen a Lorenza y a Elliot nos persiguen por una primicia.
Debo reconocer que tener a tu pareja que te apoya en estos momentos es muy bueno, ambos tratamos de ayudarnos y escucharnos.
Ahora mismo, mi novio está en el despacho hablando con su amigo, Andriano mientras que yo me preparo para ir a visitar a mi hermano y a mi cuñada.
Hemos estado ayudando a Aless para recuperar a mis sobrinos, pero hasta el momento no lo hemos conseguido.
El sonido de mi celular me saca de mis pensamientos, rápidamente me acerco hasta la cama que es donde descansa el aparato. Al ver que se trata de Aless respondo de inmediato.
—¿Bueno? —pregunto confusa por su llamado.
—Ella... se puso mal, no quiero perderla —me cuenta sollozando —. ¿Puedes venir? —pide, aunque parece más una súplica.
—Enseguida estaré ahí por favor trata de calmarte —le digo para después cortar la llamada y rápidamente guardar mi celular en mi bolso y empezar a caminar hacia la salida de la habitación.
Me dirijo hasta el despacho y tocó la puerta antes de entrar, escucho un "pase" de mi novio y enseguida entro encontrándome con los dos hombres que me observan expectante por mi intromisión.
—¿Sucede algo, amor? —pregunta Dante al tiempo que se levanta para empezar a caminar hacia mí.
—Aless... me llamo, parece que Usa se puso mal y él está destrozado —le cuento e inmediatamente Andriano se levanta y se acerca a nosotros.
—¿Sabes qué le pasó a Isa? —me pregunta dejándome confundida por su rostro preocupado.
—No lo sé, solo me pidió que fuera y eso haré —respondo regresando mi mirada a mi novio.
—Iré contigo —me dice a lo que asiento agradecida.
—También iré —habla el amigo de mi novio y su palabras suenan como una afirmación no como si estuviera pidiendo permiso, ¿qué esconde este hombre? ¿Acaso le gusta mi cuñada? ¡No vayas por ahí, Andrea! —me recrimino.
***
Camino apresuradamente hacia la habitación en dónde se encuentra mi cuñada, y cuando estoy llegando me encuentro a mi hermano que camina de un lado a otro, parece inmerso en sus pensamientos por lo que le hablo para llamar su atención.
—¿Qué sucedió? ¿Isabelle está bien? —pregunto al tiempo que corro hasta donde se encuentra.
—Se ha puesto mal, ha tenido una recaída —dice desanimado —. Yo... creí que la estaba perdiendo, nunca la vi tan vulnerable —susurra angustiado.
—Se recuperará, ella es muy fuerte —le digo al tiempo que le doy un abrazo para después separarme y darle su espacio.
—Hola cuñado —le saluda Dante con seriedad, y es que mi novio tiene un poco de resentimiento hacia mi hermano por el pasado.
—Hola Dante —le saluda para después empezar a caminar hacia las sillas y nosotros le seguimos.
No sé qué ha sucedido, pero Andriano al final no ha entrado, tal vez le surgió un imprevisto.
—¿Viste las noticias? ¿Tuviste algo que ver? —le pregunto y él me observa confundido dejándome en claro que no está al tanto.
—No sé de qué hablas —dice desconcertado.
—Pues por los medios andan rondando fotos, videos e incluso conversaciones que comprometen a Lorenza y Elliot —le cuento —. Ahora tenemos a los reporteros atrás nuestro, quieren primicias y nos ha costado una eternidad salir de la casa —le explico y él en respuesta entierra su rostro entre sus manos —. Es más, se encuentran afuera de la clínica, debemos contratar a más personal de seguridad para que no se metan en nuestra privacidad y en especial con Isabelle y los niños, esto solo le provocaría más estrés —le digo a lo que él asiente de acuerdo.
—¿Pueden encargarse ustedes de eso? —nos pregunta —. Yo no tengo cabeza para otra cosa que no tenga que ver con mi mujer —nos dice derrotado.
—Por supuesto, solo ocúpate de ellos —le pido regalándome una sonrisa para tranquilizarlo.
Dejamos de hablar cuando vemos al médico acercarse a nosotros, inmediatamente nos levantamos y esperamos atentos para que hable, pero su rostro angustiado no es una buena señal.
—La señora Lombardi, no se encuentra en buenas condiciones. Ha tenido otra crisis con la diferencia de que está fue más grave —nos cuenta provocando que todos nos preocupemos más de lo que ya estábamos —. Debemos conseguir el trasplante o la señora... —él doctor no puede terminar la frase.
—¿O qué? ¡Dígalo maldita sea! —mi hermano grita preso de la desesperación.
—Tranquilízate no puedes hacer un escándalo —le dice mi novio al tiempo que lo sí tiene del brazo.
—Es la realidad señor, si la señora no recibe el trasplante se muere. Es más, ella se está muriendo —responde y el dolor se expresa en el rostro de mi hermano —. Ahora está sedada, debe descansar. Pueden pasar a verla —dice el doctor para después retirarse.