Andrea
Suspiro frustrada y nerviosa por lo que estoy a punto de hacer, pero se que ha llegado el momento. Hoy enfrentaré a mi padre y a mi hermano, los he citado a ambos a la mansión para hablar de este asunto y darlo por cerrado.
Han pasado dos meses en lo que sucedió de todo, mi hermano fue herido por Elliot, pero gracias a Dios no paso a mayores. El trasplante de mi cuñada fue un éxito.
Elliot, la persona que por años me tuvo amenazada murió después del tiroteo. Es algo que aún no logro entender del todo, pero era solo cuestión de tiempo para que sucediera esto porque si no moría ese día lo haría en la cárcel, tenía muchos enemigos y víctimas que tomaron el valor para denunciarlo. Lorenza está presa y desde la última vez en qué le dije sus verdades no la he vuelto a ver y espero siga así, nada me ata a esa señora.
Luego de hablar con ellos regresaré a Italia junto a mi novio que siempre me está acompañando en cada paso que doy.
Extraño a mi familia, nunca había estado tanto tiempo lejos desde que los conozco. Ellos están bien y parece ser que las cosas se van acomodando, es obvio que hay problemas, pero como familia siempre tratamos de solucionarlo.
—Ya están aquí —escucho a Dante a mis espaldas provocando que un escalofrío recorra mi cuerpo al saber que ha llegado el momento —. Si no te sientes segura pueden venir en otro momento —sugiere cuando se da cuenta de mi estado, pero niego inmediatamente porque es ahora o nunca.
—Estoy lista —aseguro al tiempo que me doy la vuelta para quedar frente al hombre de mi vida —. Tengo que hacerlo sola, pero... ¿podrías estar a mi lado? —pregunto ansiosa.
—¿Dónde más si no es a tú lado? —responde con otra pregunta sacándome una sonrisa.
—Gracias, ahora vámonos antes de que me arrepienta —bromeo para ahuyentar mis miedos.
—Aún puedes arrepentirte y pedirme que los saque de nuestra casa, lo haría con gusto —asegura y niego divertida.
—Ya te dije que no puedes odiarlos —le recuerdo ya que mi amado novio no está para nada de acuerdo con que ellos estén cerca míos.
—Eres mi vida, y no dudaré en acabar con cualquiera que intente lastimarte y eso incluye a esos dos —me dice con seriedad al tiempo que me ofrece su mano y la cual agarro de inmediato para empezar a caminar hacia la salida de nuestra habitación.
Mi corazón late desenfrenadamente mientras bajamos las escaleras, tenerlo a mi lado me reconforta. Él es mi salvador, siempre lo fue y sé que le debo mi vida.
—Si tan solo te hacen sentir incómoda me lo dirás y se irán, ¿si? —pregunto mientras terminamos de bajar los últimos escalones de la escalera. Al parecer alguien está más nervioso que yo, y es porque teme que vuelva a caer en esa enfermedad, pero no lo haré, soy fuerte y creo que lo he demostrado.
—Te lo diré, pero eso no pasará —respondo segura de mis palabras —. Hoy dejaré mi pasado atrás, y podremos ser feliz, casarnos, formar una familia, todo eso y más, pero primero necesito cerrar este ciclo —le explico cuando nos detenemos para mirarnos durante unos segundos, él me mira un poco inseguro, pero termina asintiendo.
—No quiero que nadie te lastime —dice en un susurro e inmediatamente lo abrazo para mostrarle que estoy bien y que nada malo me pasará.
Dante teme que algo malo me suceda o a sus hermanos, eso es una secuela del accidente. Él tiene miedo a perder a las personas importantes para él, cómo lo hizo con sus padres.
No soy la única que ha tomado terapia estos años, él ha decidido hacerlo porque quería dejar su dolor atrás para poder amarme sin barreras, y me enorgullece lo que ha logrado, pero sé que ese miedo a perder a las personas lo acompañará por siempre.
—No lo harán —aseguro al tiempo que me separó de él para retomar nuestro camino.
El resto del trayecto caminamos en completo silencio, y solo se escucha nuestra respiración hasta que llegamos al living que es donde me esperan ambos hombres. Ellos se callan de inmediato cuando notan nuestra presencia.
—Buenos días —saludo manteniendo me neutra.
—Buenos día —saludan mirando nuestras manos entrelazadas.
—Creí que hablaríamos en privado —menciona Enzo Lombardi provocando que una sonrisa sarcástica escape de mis labios.
—Mi hombre se queda —respondo con seriedad y ambos hombres abren los ojos como plato, si es mío y no pienso ocultarlo.
—Pero pensé que hablaríamos de ti —dice Alessandro.
—Y lo haremos, pero quería tener a mi lado a la única persona que me cuido y que me ama a pesar de todo —hablo con simpleza al tiempo que suelto la mano de mi novio y quién solo se mantiene en silencio observando cada uno de mis movimientos —. Bien, ¿quién empieza? —pregunto mirando esos ojos azules tan parecidos a los míos.
—Yo... estoy arrepentido de haberte dejado y no haber sido el mejor padre, pero... no sabía que hacer —se justifica el hombre que es mi padre.
—Me dolió no lo niego, pero eso ya no me interesa. La verdad es que nunca podré comprender porque dejaste a tu hija de doce años en manos del monstruo de esposa que tenías y que sabías muy bien de lo que era capaz, eso siempre me intrigo, ¿por qué lo hiciste? —pregunto mirándolo con dureza.
—Yo no sabía que hacer había descubierto el engaño de tu madre y eso me provocó un gran vacío. Yo la amaba y ella me había engañado, pensé que si me alejaba te hacía un favor. Yo... No podía verte sin pensar en tu madre, la veo en tus ojos, hasta creí que no eras mi hija y eso me obligó a huir. No pretendía herirte, pero tampoco podía estar cerca porque me enfermaba así que decidí divorciarme y alejarme de ambas —explica y sus palabras duelen, claro que lo hacen, pero no voy a demostrarlo.
—Eso no justifica que hayas abandonado a tu hija y que no hayas vuelto después de años. Te necesite tanto, llore tantas noches rezando porque volvieras y me dijeras que todo estaría bien —le digo con dolor —. Ella me culpaba de su separación, me golpeaba cada día que me veía, me hizo sentirme una basura, me decía que estaba gorda y que nadie me iba a querer, que todos me abandonarían cómo lo hiciste tú —le cuento a ambos reviviendo cada uno de esos dolorosos recuerdos —. Tantas veces me sentí tan perdida, creí que ya no había nada bueno para mí, ella y ese tipo se encargaron de hacerme la vida miserable hasta el último día en que estuve en esa casa. Pero mi Dios me mandó un ángel para que me sacará de allí y me protegiera, él fue el que me dijo el tan anhelado: "todo estará bien", él me rescató de las garras de esa mujer y por eso nadie puede tratar de meterse con Dante porque terminarían perdiendo. Él me demostró que en verdad le importaba cuando me abrió la puerta de su casa sin ni siquiera conocerme, cuando curo cada una de mis heridas, cuando me llevo a buscar ayuda para mí bulimia ¡Porque si, era bulímica desde los quince años! ¡Ella lo sabía y jamás hizo nada! Si Dante no hubiese aparecido tal vez ya estuviera muerta por la enfermedad o por culpa de esos infelices —hablo y para este momento ya estoy sollozando porque evocar esos recuerdos no es nada fácil.