Amor sincero.

Extra 1: Vittoria.

Andrea

Tres años después.

Admiro la hermosa escena que me regalan mis amores.

Me siento tan afortunada de los hijos y del esposo que tengo. Si, hijos, hace un mes tuve a una preciosa niña que enloqueció a su padre, Dios la libre, pobrecita de ella cuando sea una adolescente, pero Dante que ni crea que le voy a dejar joderle.

Vittoria Ferrara Lombardi, mi rubia de ojos azules, es un calco mío.

Mi niño tiene tres años, y es un terremoto que nos tiene de aquí para haya tratando de evitar que haga travesuras. Durante mi embarazo no se me acercaba mucho y siempre andaba llorando hasta porque lo llamábamos por su nombre, mi cuñada me dijo que era normal pues estaba celoso, pero si llegué a creer que me odiaba.

Dante como siempre estuvo apoyándome en cada momento, a ambos nos tomó por sorpresa el nuevo embarazo ya que no estábamos buscándolo, y es que ni tiempo con nuestro trabajo y nuestro hijo, pero apenas nos enteramos nos pusimos feliz, otro tesoro se agregaba a nuestra familia.

Soy muy feliz a lado de estas tres personitas, es obvio que tenemos problemas, pero nada que no se solucione hablando y buscando una solución.

No somos de discutir mucho, ya que mi esposo es una persona pacífica, y que lo que hace siempre tiene una buena razón.

Camilo y Vittoria Ferrara Lombardi son nuestro mundo.

Sonrío al verlos a los tres a mi lado. Dante está acostado boca arriba, y tiene a nuestra niña en su pecho mientras que nuestro niño está a su costado abrazándolos a ambos.

¿Acaso existe algo más perfecto que esto? Lo dudo.

Bueno como decía mi niño se mostraba receloso ante la idea de tener un hermanito, pero eso cambio apenas la vio llegar en mis brazos, y para nuestra dicha se hicieron inseparables.

Amo mi vida, amo mi familia y me amo a mi misma.

Le debo tanto a mi hombre que no me alcanzaría la vida para agradecérselo.

—¿En qué piensas, mi stellina? —la voz de mi esposo me aleja de mis pensamientos.

—En lo maravillosa que es mi vida a su lado —contesto sonriente.

—Tú iluminas la nuestra —asegura sonriendo divertido al encontrarse atrapado por sus hijos —. Al parecer tengo dos koalas —bromea en voz baja para no despertarlos.

—Tú querías hijos ahora aguántate —le sigo el juego.

—Y no me quejo, por mi podríamos tener veinte más —me dice guiñándome un ojo.

—Ni siquiera lo pienses, Ferrara —le advierto al tiempo que me cruzo al otro lado de la cama para acomodarme en el costado libre.

—Solo bromeaba, aunque uno más no estaría nada mal —asegura sonriendo con ilusión.

—Te recuerdo que hace un mes di a luz —respondo acurrucándome en su brazo para seguidamente acercar mi mano hasta mi hija y acariciar su sonrojada mejilla.

—Bueno podemos intentarlo en tres años —bromea y solo niego divertida.

—Ya lo veremos —respondo para nada segura.

                                                       ***

Meso a mi hija tratando de calmar su llanto, ya la he alimentado y la he cambiado así que no sé qué le sucede.

Observo de reojo a mi hijo que mira dibujitos en la tele, es tranquilo cuando quiere, pero cuando tiene mucha energía no para hasta que no se duerme o hasta que Dante le pide que baje un cambio.

—Sh, ¿qué te pasa, mi amor? —pregunto más para mí.

—Papá —escucho que dice Camilo por lo que levanto mi vista y me encuentro con mi esposo —. Papá —vuelve a decir, pero esta vez sale disparado hacia los brazos de su padre quien de inmediato se arrodilla a su altura y lo carga en sus brazos.

—Hola, amor —le saludo mientras sigo intentando calmar a mi hija.

—Hola, stellina —me saluda al tiempo que se acerca con nuestro hijo en brazos —. ¿Qué le sucede a mi princesa? —pregunta preocupado.

—No lo sé, ya la alimenté e incluso le cambié el pañal, ¿crees que está enferma?

—No, pásamela —me pide y así hacemos un intercambio, él se queda con nuestra hija y yo con nuestro hijo —. Sh, princesa —susurra mientras la mece como lo estaba haciendo minutos atrás, pero esta vez funciona o al menos con él lo hace.

—¿Y eso? —pregunto confundida.

—Tal vez me extrañaba, no lo sé —responde igual de confundido, pero entonces lo comprendo, al parecer la princesa va a ser más pegada a su padre.

—Si, eso debe ser porque no tiene temperatura ni nada —. ¿Iremos? —pregunto pensando que se olvidó, pero como siempre mi esposo me sorprende.

—Por supuesto, no olvidaría algo que para ti es importante —me dice acercándose con nuestra hija en brazos para seguidamente darme un casto beso porque mi Camilo lo empuja enojado.

Si, Camilo es un celoso al igual que su padre, pero bueno...

                                                        ***

Todas las personas del hogar nos sonríen cuando nos ven llegar. Si bien es mi trabajo siempre encontramos tiempo para pasar la tarde junto a ellos, e incluso mi hijo ha hecho amigos aquí.

Amo mi trabajo y hoy en día puedo decir que no me arrepiento de lo que estudie, gracias a mi profesión he podido ayudar a muchos niños y eso de alguna manera me llena el alma.

—Buenas tarde, Leti —le saludo a una señora que es como la madre de todos nosotros.

—Buenas tardes, ¡Pero que hermosa princesa! —exclama observando a mi hija que patalea en los brazos de su padre mientras que ríe a carcajadas porque este le habla.

—Tita —le habla mi bebé a la persona que ve como su abuela.

—Pero que guapo está mi niño —le dice mirándole con dulzura. Mi hijo mueve sus bracitos en el aire para que su abuela lo alce y así lo hace.

—¿Ya están todos aquí? —pregunto mientras recuesto mi cabeza en el pecho de mi esposo, no sé en qué momento ha llegado a mi lado, pero ahora mismo me abraza la cintura con su mano libre.

—Si, no entiendo porque lo hacen, pero gracias —me dice mi Leti con los ojos llorosos.




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