Dante
Tres años después.
Solo puedo sonreír todo el tiempo, a pesar de ser una persona seria con mi familia no lo soy, ellos son las razones de mi felicidad.
Mi esposa y mis tres hijos son los que me hacen feliz, ellos y mis hermanos y sobrinos. Después de que solo éramos los tres contra el mundo ellos aparecieron para alegrar nuestras vidas.
Mi tercer hijo acaba de nacer, es un hermoso niño al cual planeamos como él último, y estoy de acuerdo, con tres es más que suficiente. Así que con Giovanni hemos cerrado la fábrica de bebés.
Giovanni Ferrara Lombardi
Mi hermana también está embarazada solo que a ella le falta unos dos meses más. Cuando nos enteremos que ambas estaban embarazadas culparon a mi mujer por ser la maldición, ya que en el pasado había quedado embarazada junto a Lía y ahora con Pía, claramente solo bromeaban.
Pía y Santino esperan una niña.
Mi hermano y su esposa decidieron quedarse solo con sus cuatro hijos, ellos aseguran que están perfectos así.
Ahora mismo tengo a mi pequeño Giovanni en mis brazos mientras que mi esposa duerme después de largas horas de parto, fue el parto que más duro y es que le faltaba demasiado para llegar a la dilatación que necesitaban.
Pero todo valió la pena cuando escuchamos el llanto de nuestro bebé.
Mis otros hijos están a punto de llegar ya que se habían quedado con mi hermano y su esposa.
Mi esposa me ha dado dos príncipes y una princesa que me hacen sentir tan orgulloso y agradecido con la vida, y es que no sé qué he hecho tan bien para merecerlos.
Unos murmullos y unos pasos me hacen salir de mi ensoñación, y mi sonrisa se ensancha cuando veo a mis otros dos hijos entrar junto a sus tíos.
Me levanto con mi bebé en brazos y camino hasta ellos mientras le hago seña para que no hagan ruido porque mi esposa debe descansar.
—Que precioso y parece que va a ser el más tranquilo —me dice mi hermano en cuanto llego hasta donde se encuentran.
—Así parece, pero fue el parto más difícil y mi mujer me dejó en claro del que sería el último —les cuento divertido cuando recuerdo cómo me maldición y me juro que no volvería a dejar que la embarazara.
—Me imagino, yo tuve tres a la vez, y quedé traumada —dice mi cuñada divertida.
—Papi, papi —escucho esas vocecitas que tanto amo, ambos se prenden de mi pierna para llamar mi atención por lo que bajo mi vista hasta ellos y le sonrío, soy un padre enamorado de sus hijos.
—Mis amores, ¿cómo se portaron? —les pregunto a mis estrellas.
—Bien, solo Vittoria que lloraba por mamá —me cuenta mi hijo de seis años, aún recuerdo la primera vez que lo ví y no puedo creer que pase tan rápido el tiempo.
—Mamá está bien y pronto estaremos todos en casa —les digo para tranquilizarlos, pero ellos están demasiado concentrados observando a su hermano que está en mis brazos como para haber escuchado mis palabras —. Giovanni es su hermano menor y ustedes deben cuidarlo, entre los tres deben protegerse siempre —les hablo en voz baja al tiempo que asiento hacia mi hermano y mi cuñada que me hicieron seña en que irían a su casa ya que sus hijos quedaron a cargo de mi hermana y debe estar hecho un lío —. ¿Me acompañan? —les pregunto señalando el sofá que está en la esquina de la habitación, ellos asienten obedientes y empiezan a caminar siguiéndome.
Una vez llegamos al sofá me siento y acomodo bien a Giovanni en uno de mis brazos para seguidamente con el brazo libre ayudar a ambos a subirse al sofá y después acomodarlos a mi lado.
—Gioni —susurra mi princesa sonriendo en dirección a su hermano menor.
—Giovanni —le corrige su hermano también mirando a él nuevo integrante de la familia —. ¿Por qué mamá sigue durmiendo? —me pregunta mi niño grande.
—Quedo muy cansada después de que nació tú hermano —le explico acariciando sus cabellos rebeldes.
—¿Mio? —pregunta mi hija señalando a Giovanni.
—Nuestro —respondo provocando que ella me mire fijamente como buscando algo hasta que finalmente asiente para volver a mirar a su hermano, ¿cómo puede ser tan inteligente una niña de tres años?
—¿Dante? —pregunta mi mujer desconcertada producto del sedante que le pusieron.
—Qué bueno que despertaste, nuestros hijos vinieron a verlos —le cuento al tiempo que me levanto nuevamente para acercarme hasta ella y me sorprende que nuestro hijo siga durmiendo después del alboroto.
—¡Mis amores los extrañe! ¡Vengan con mamá! —les habla feliz y al parecer ya ha recordado lo que ha pasado.
—Esperen ahí que ya los ayudo a bajarse —les pido a mis hijos al tiempo que llegó al lado de mi esposa y le entrego a nuestro hijo para después darme la vuelta e ir en busca de los otros dos —. Ven aquí, princesa —le digo al tiempo que la alzó y está me abraza del cuello —¿Tú quieres que te alce? —le pregunto a mi niño grande.
—No —es todo lo que dice y río internamente al saber que es igual a mí.
—Entonces andando —les digo dirigiéndonos hacia su madre.
Pasamos el resto de la tarde hablando con nuestro hijos, observando al bebé que solo se despertó para que su madre lo alimentara y después volvió a dormir sin importar que lo estuviéramos observando por cada movimiento que daba.
Aún no puedo creer que ya llevamos casi catorce años juntos, nuestro amor sigue siendo el mismo e incluso se ha fortalecido con el tiempo. A mis 34 años puedo decir que he logrado todo e incluso más de lo que imaginaba, estar al lado de ellos me hace completamente feliz.
***
Ayudo a mi esposa a bajar de la camioneta, ella lleva a nuestro hijo en sus brazos quien está entretenido con su pecho, mis hijos son bajados de la camioneta con ayuda de mi mano derecha, Franco Narváez. Ha demostrado que es de fiar y por lo mismo solo él y su hermano pueden andar cerca de mi familia, no soy de confiarles la seguridad de mi familia a nadie, pero ellos se lo ganaron al mostrarme su lealtad.