Lia: El profesor llegó y nos indicó que tendríamos un torneo de natación el mes que viene y que todos deberíamos esforzarnos mucho y dar lo mejor de nosotros si queremos ganar. La verdad pensé que esto me sería más aburrido de lo normal, pero a la vez me motiva porque sé que puedo dar todo lo mejor de mí en esto.
Terminé la clase y procedí a bajar las escaleras para ir a buscar a mi amiga Stella. Aunque la vi por todos lados, no la encontré. No se me hacía raro ya que tiene que estar en la biblioteca o poniéndose al corriente en las materias, aunque un poco agobiante todo por el hecho de que este año tendremos que escoger qué seguir en la universidad.
¡Stella! ¡Stella! grité por todos los pasillos y nada.
Saqué mi teléfono y le marqué, pero solo me mandaba a buzón. Llegué a la conclusión de que ya se había ido, pero bueno, le dejaré un mensaje de voz. (Stella, cuando puedas, coge el móvil y responde.)
Fui a cambiarme a los vestidores y vi cómo dos chicos ingresaban misteriosamente a un baño, pensé en seguirles, bueno, eso dije, aunque ya andaba sigilosamente caminando hacia el baño.
Observo que un chico de pelo castaño saca de su mochila dinero y se lo entrega al otro de pelo rubio, mierda, el de castaño me vio, me alejé lo más rápido que pude, aunque creo que sí logró verme.
Mi corazón latió a mil, y lo único que hice fue correr hacia los vestidores, esperando que no me haya descubierto observándolos.
Ingresé a los vestidores y cambié mi ropa lo más rápido que pude, salí a recoger mis cosas del casillero, aunque por alguna razón mis audífonos no estaban, así que tuve que regresar a mi salón a buscarlos.
Entre tan sigilosa como pude para no hacer ruido, me quedé observando cómo ese chico de pelo castaño que había visto en el baño estaba acostado encima de dos mesas con mis audífonos puestos y con sus ojos cerrados tarareaba una canción, pero tengo que admitir que el rayo de sol que daba contra su cara lo hacía ver tan lindo.
*Tocó su hombro con suavidad para despertarlo*
Auch-exclamó.
Emm, lo siento, pero tienes mis audífonos.
Si son tuyos, porque los dejaste aquí tirados, exclamó él.
Pues mira, la verdad se me quedaron olvidados, le dije con una voz un poco enfadada.
Si eso lo dicen todas con tal de que les dé atención—exclamó.
Yo no ando buscando tu atención, ni sé quién eres ni me importa, solo quiero que me devuelvas mis audífonos. le dije ya enfadada cuando, en un descuido, él me jaló hacia su pecho y quedé acostada encima de él. Me quedé helada por un momento y no sabía cómo reaccionar hasta que la vibración de un mensaje de mi móvil me hizo levantarme de golpe. Era Stella diciéndome lo siguiente.
Stella: Querida Lía, lamento mucho hacerte esperar, pero las chicas del club me dijeron para salir y todo pasó muy rápido, que se me pasó por alto avisarte. Pásate a las 5 por mi casa, te tengo un pequeño obsequio.
Lia: Ya me lo había imaginado, solo le respondí con un audio diciéndole que estaba bien y un emoji de corazón, hasta que la voz de aquel tipo me interrumpió.
Shhh, quiero dormir —exclamó.
Si quieres dormir, ándate a tu casa y devuélveme mis audífonos—exclamé bien enfadada. De un momento a otro se comenzó a acercar a mí de una manera rara y me tomó por las muñecas de mis brazos, empujándome hacia la pared.
¡Qué linda eres!—exclamó.
Mi cara se sonrojó y lo único que salió de mi boca fue: ¿Qué crees que haces pedazo de idiota, suéltame o te juro que gritaré? —exclamé bien nerviosa.
Ay, pero si te sonrojas, qué ternurita, ni, aunque fuera una apuesta, me fijaría en ti, solo me das ganas de vomitar —exclamó con una voz bien burlona.
Al escuchar eso, mi corazón se rompió en mil pedazos por cosas pasadas que me hicieron recordar lo feo que me hizo sentir esa noche aquel amor del pasado. Me quedé por un momento paralizada hasta que solo le dije que me soltara. Bajé mi cabeza y mis lágrimas no paraban de salir por mi rostro, sentí vergüenza y a la vez me estaba rompiendo en pedazos.
Él me soltó lentamente, pero no dijo nada, solo me entregó mis audífonos y me dijo que me marchara. No escuché un lo siento salir de su boca, así que solo procedí a coger rápido mis audífonos y al salir corriendo me sujetó por un brazo y me dijo: No pretendas que me disculparé, las mujeres débiles y que solo lloran por algo tonto como esto me dan repulsión.
No pude decir nada, mi cabeza estaba en blanco y no sabía qué hacer, solo azoté mi brazo para zafarme y me fui corriendo.
Llegué a la parada del autobús y me senté en la banqueta, mis lágrimas no cesaban y solo ponía mi mano arrugándome el pecho, estaba tan rota que no sabía qué hacer, solo deseaba llegar a casa lo más rápido posible.
*Llegué a casa*
*Subí a mi cuarto y boté todas mis cosas al piso.*
Me tumbé en la cama y lloré sin parar, estuve así por un rato hasta que el sonido del móvil me dispersó de todo, ni siquiera vi quién era, solo contesté el móvil.
Hola.
Stella: ¿Qué pasó? Lía, te estoy esperando.
Lia: Emm, hola, Stella. Lo siento, no podré ir, me duele un poco el estómago (tuve que decirle eso, ya que ella se preocupa mucho si le digo cómo estoy, esto porque cuando estuve en mi antigua relación y la terminé comenzó una depresión severa y eso me llevó a estar deprimida por varios meses y tomando antidepresivos).
Stella: Está bien Lía, mañana te entregaré el obsequio personalmente, descansa y que te mejores pronto.
Lía: Al cortar la llamada, me quedé observando al fondo de mi habitación por un par de horas sin saber qué hacer o qué decir. Estuve así por 2 horas hasta que volví a poner los pies sobre la tierra y me pregunté por qué aquel chico tan tranquilo que observé hoy sea un completo imbécil. Tomé mi computadora y comencé a escribir en mi secretito.