*Sonido del despertador*
Lia: Mierda, ya es tarde, esta vez sí me van a dar un sermón. Cambie rápido mi pijama por un pantalón negro ancho, mis zapatos converse y un abrigo gris, ate mi cabello con una liga, tome mis cosas y me marche.
Llegué al instituto lo más rápido que pude y por la prisa que tenía me acabé chocando con un chico y mis cosas salieron volando por el aire.
Auch!- exclamo.
Lia: Al alzar la mirada me quedé hipnotizada por los ojos de aquel muchacho; sus ojos verdes tan brillantes me dejaron helada sin saber qué hacer, hasta que él tocó mi hombro y yo procedí a decirle, disculpa, no era mi intención, solo que ando distraída.
No te preocupes, hoy es mi primer día, también ando distraído —exclamo.
Lía: Pues bienvenido al instituto.
Perdona, que feo de mi parte no me he presentado; mi nombre es Steven Longris y el tuyo.
Lía: Hola, Steven, Mi nombre es Lia. Un gusto conocerte.
Steven: El gusto es mío Lia, sabes donde queda el curso C.
Lia: Claro, si tengo clases justo ahí.
Steven: Que bien, somos compañeros de curso.
Lia: Sí, (procedí a coger mis cosas del piso, ya que por conversar ni siquiera me acordé de que estaban regadas por el piso).
Ven te llevo, Steven.
Steven: Muchas gracias, Lia.
Lia: no hay de qué.
Al llegar al salón con Steven, el profesor me dijo que solo pasará y que no se vuelva a repetir de llegar impuntual. Steven se quedó parado en la puerta hasta que el profesor lo presentara. Él solo me miraba y sonreía, pero yo evitaba cruzar mirada con él, aunque era inevitable.
*Después de clases*
Lia: Terminaron las clases y era hora de ir a mi club de natación. En el pasillo me encontré con Stella y extendió sus manos, dándome el obsequio que había prometido llevarme hoy.
Stella: Toma Lia, ábrelo, sé que te gustará.
Lía: Procedí a jalar el listón que tenía dicha caja y al abrirla me di cuenta que era un hermoso vestido negro brillante con unos zapatos negros de tacón bajo bien bonitos.
Stella: ¿Te gusto?
Lía: Sí, está bien bonito, gracias, Stella.
Stella: Ay, me alegro de que te haya gustado, ¿cómo sigues con el dolor de panza?
Lia: Bien, ya paso, solo fue un pequeño dolor de estomago.
Stella: Bueno, nena, Me alegro de que estés bien. Te espero en la biblioteca al terminar el club.
Lia: Está bien, ahí estaré.
Stella: Bueno, nos vemos luego.
Lia: Nos vemos luego.
Procedí a ir hasta mi casillero para guardar mis cosas y luego ir al vestidor a cambiarme. Por un momento me quedé pensando en aquel tipo que me topé ayer en el salón hasta que me interrumpió un ruido que venía alado de los vestidores. Decidí salir sigilosamente para ver qué pasaba y me di cuenta de que el imbécil que me topé ayer estaba golpeando brutalmente a Steven.
Déjalo, dije fuertemente, metiéndome en medio de los dos.
Quitate-exclamo el.
Lia: No me moveré de aquí hasta que lo dejes en paz.
Niñita imbécil, ¡quítate de una vez!—exclamó en un tono enojado.
Lia: Mi enojo era tan fuerte de ver cómo golpeaba a Steven, así que me levanté y lo único que hice fue alzar mi mano y darle tremenda bofetada, tanto así que mi mano quedó completamente roja. Él me tomó por mi buzo gris y me dijo lo siguiente.
No te atrevas a alzarme la mano otra vez; te quedo claro.
Lia: Luego de decirme aquello, me soltó y se fue. Yo rápidamente me dirigí hacia Steven, que estaba casi inconciente por los golpes y decidí llevarlo al departamento de enfermería.
Llegué y lo acosté en una de las camillas de la enfermería, y como ninguna enfermera estaba ahí, busqué rápido alcohol y algodón para sus heridas.
Steven: ¡ Auch!
Lia: Lo siento si te duele pero debo curarte las heridas.
Steven: Está bien, déjalo así; igual ya se me pasará el dolor.
Lia: Aunque insistí en curarlo, él apartó mi mano de su frente y me acostó sobre su pecho.
Steven: Gracias por estar aquí, Lia, te debo una.
Lia: Mi corazón iba a mil con lo que acabo de decir, tanto así que no sabía cómo reaccionar, pero después de un rato repondí diciéndole que no era nada y que me alegra haberlo ayudado.
Steven: Cierto. Llegas tarde al club.
Lia: Es verdad, me levanté de prisa y me despedí de él; me fui corriendo hacia el club; el instructor me pegó tremenda sermoneada, que quedé en vergüenza con toda la clase.
*Después del club*
Lia: Terminé la clase y esta vez sí fue demasiado agotador. Caminé por el pasillo hasta llegar a los vestidores y a lo lejos observé a Steven rodeado de un pocotón de chicos del club de baloncesto y chicas de otros clubes. No entendía lo que estaba pasando, pero supuse que es porque era el nuevo. Llegué hasta los vestidores y procedí a cambiarme rápido. A la salida me topé con el imbécil que golpeó a Steven.
Hola —exclamo.
Lia: ¿Qué quieres?
Ten cuidado con quien te metes, si crees que él es bueno, pues te llevarás una gran sorpresa —exclamó él.
Lia: ¿Qué quieres de mí?
Nada, solo disculparme por lo de antes y por lo que te dije esa vez; estaba demasiado enojado conmigo mismo y solo me desquité contigo —exclamo.
Lia: No sabía que decir al respecto, ni tampoco entendía porque se estaba disculpando conmigo. Solo le dije que no aceptaba sus disculpas y que ni lo tomaba en cuenta.