Lia: Marcaron las 8:00 en el reloj que tenía junto a la mesita de noche de mi cuarto; me di una ducha con agua tibia lo más rápido posible para, cuando llegue Stella, estar lista y que me arregle ella como había quedado.
- Din-din…
Sonó el timbre de mi casa, agarré rápido la bata de baño y la amarré en mi cintura; salí corriendo como loca a abrir la puerta.
Stella: ¡¡Qué te sucede, nena!!
Lia: Pues me estaba duchando y pues, como escuché el timbre de la puerta, me apuré lo más rápido para abrirte.
Stella: Mmm, sospechoso.
Ambas reímos.
Lia: Bueno, demonos prisa, ya sabes que no me gusta llegar de manera impuntual.
Stella: Ya va, nena, espera.
Por cierto, conoces un tal Steven Longris.
Lia: Mmm, sí ¿por qué?
Stella: Pues hay un rumor donde dicen que este muchacho proviene de una familia mafiosa. El caso es que todo el instituto ya se ha enterado.
Lia: Bueno, tú sabes que la gente siempre anda inventando cosas, además no se lo ve que sea un mal chico.
Stella: Pues la verdad, ni idea, bueno, sigamos en lo nuestro, ponte el vestido que te regale, mientras yo busco el maquillaje y peinado ideal para ti.
Lia: Agarré la caja donde estaba el vestido y me dirigí hacia el baño, cerré la puerta y comencé a arreglarme. Me puse el vestido y mientras iba subiendo la cremallera de este, me quedé pensando en lo que me había dicho Stella sobre Steven: no creo que sea malo, al fin de cuentas solo es un rumor y, pues bueno, cuando se dirigió hacia mí se lo veía un chico dulce y amable.
—Pum—el portazo que dio Stella contra la puerta del baño me sacó de inmediato de mis pensamientos.
Stella: Apresúrate, Lia, te demoras mucho.
Lia: ¡Ash!!- ya voy.
Sali del baño y Stella estaba ahí parada enfrente mío clavándome una mirada de asombro.
Stella: ¡OMG! ¿Qué hermosa te ves con el vestido y eso que falta el maquillaje y el peinado? Ven, siéntate para comenzar a arreglar ese cabello y dejarte más hermosa de lo que estás.
Después de unos minutos…
Stella: Listo, ya terminé.
Lia: Me levanté del asiento y me dirigí hacia el espejo que estaba alado de mi armario. Quedé impactada al verme; el maquillaje que había escogido Stella y el cabello ondulado se veían tan bien en mí, que me quedé un rato observándome.
Stella: Losé, hice un trabajo estupendo.
Ambas sonreímos.
Stella: Si quieres, espérame abajo, no tardo mucho.
Lia: Bueno —dije.
Baje las escaleras y me quede abajo sentada en el amplio sillón de mi sala, mientras Stella terminaba de arreglarse.
Pasaron unos minutos y Stella bajó. Llevaba puesto unos vaqueros, blusa de encaje blanca ajustada y zapatos color caqui. Estaba hermosísima, bueno, mi chica siempre ha sido guapa.
Estás radiante—dije sin más.
Stella: Gracias, nena, ahora si vamos, el chofer nos debe estar esperando.
Lia: ¿Chooofer?
Stella: Obvio, nena, que creías que estas bellezas irían en metro, pues no.
Lia: Nos subimos al vehículo; este era un BMW color negro; al sentarnos y abrocharnos el cinturón, pensé que el que estaba de chofer era un hombre mayor, pero quedé boquiabierta cuando aquel individuo se giró para saludarnos. Este era de cabello castaño claro, ojos pardos muy brillantes, y sus labios bien rojos estaban por el frío que hacía.
—Qué chicas tan hermosas —dijo.
Stella y yo respondimos con unas gracias y una sonrisa amable se formó en nuestros labios.
Después de 20 minutos llegamos a la fiesta.
Nos bajamos del auto y nos despedimos del chofer. Este solo nos dio una risa amable y se fue.
Stella: Voy al baño, no me tardo.
Lia: Mientras Stella iba al baño, yo me quedé sentada en un banquito que estaba junto a una barra de bebidas. Pedí un vaso de agua al camarero que se encontraba atendiendo y este me lo trajo de inmediato.
Sentí que alguien me rozó el hombro y al girarme vi a Steven parado atrás mío.
Steven: Estás hermosa; al principio no pensaba que fueras tú.
Lia: Mis mejillas se ruborizaron y de mi boca salió unas gracias.
Steven: Y tu amiga, viniste con ella o no.
Lia: Sí, solo que está en el baño.
Steven: ¿Ah, está bien, ¿quieres bailar?
Lia: Claro, porque no, y decido darle mi mano.
Sonaba una melodía suave y todas las parejas a nuestro alrededor se miraban tan amorosamente y bailaban tan delicadamente. Steven puso una mano en mi cintura y su mirada clavada en la mía me hacía poner muy nerviosa.
Steven: Déjate llevar por el sonido de la música, estás muy hermosa; me alegra que seas tú la que esté aquí conmigo bailando.
Lia: Al escucharlo decir eso, una sensación en mi estomago como hormigueo hacía latir mi corazón con fuerza; su cuerpo estaba tan cerca del mío que podía sentir su calor. Sus ojos tenían un brillo tan fuerte que me era imposible apartar la mira de él. Hasta que el flash de una cámara nos hizo separarnos rápido.
Steven: Jeff, que inoportuno eres.
Te presento a Lia mi amiga y acompañante de baile.
Lia: Mucho gusto, Jeff —dijé mientras le daba una sonrisa amable.