Amor Sobre Hielo

CAPITULO 1 - PRIMER ENTRENAMIENTO

—¿De verdad tengo que ir? - le pregunto a mi padre con exasperación mientras me incorporo en la cama. 

—Obviamente, tienes que ir, cada acto tiene su consecuencia, así que ahora levántate de la cama y prepárate que nos vamos ya. — Contesta mi padre seco.

Resoplo después de que se vaya de mi habitación y me pongo un pantalón de chándal y una sudadera, hará bastante frío en la pista de hielo, y como todavía no sé si voy a ayudar o a quedarme solamente mirando, cojo también unos guantes y un gorro de lana rojo. 

Bajo y me encuentro a mi padre sentado en la isla de la cocina mientras bebe café de su taza de hockey, se la regalaron los chicos a los que entrena por su cumpleaños, desde entonces solo usa esa taza. 

Me siento a su lado después de hacerme un café, pero solo pasan cinco minutos cuando mi padre se levanta de su asiento y lava su taza. 

— Nos vamos ya —me avisa cuando se da la vuelta, rápidamente me termino mi café y lo lavo para después seguir a mi padre que ya está sentado en el asiento del conductor del coche. 

Me siento en el de copiloto y emprendemos el viaje hacia el campo de hockey, no escuchamos música, pero no me importa porque apoyo la cabeza en la ventana y me concentro en el paisaje. 

Después de veinte minutos de viaje, mi padre aparca el coche en su aparcamiento reservado y ambos bajamos, él se acerca al maletero para coger todo lo necesario para el entrenamiento mientras yo lo espero en la entrada. 

Cuando entramos se empieza a notar el frío, me coloco los guantes y el gorro al mismo tiempo que sigo a mi padre por los pasillos, de un momento a otro se empiezan a escuchar voces de chicos y golpes, pero a mi padre no parece preocuparle mucho, porque se dirige exactamente hacia donde proviene el ruido. 

Resultan ser los chicos a los que entrena mi padre, porque cuando este abre la puerta de golpe estos dejan de entrenar y se quedan quietos mirándonos a nosotros.  

—¡Chicos, detened el entrenamiento por un momento! —exclama mi padre, captando la atención de todos en la pista. —Quiero presentaros a alguien muy especial. Esta es mi hija, Mia —anuncia el entrenador, señalándome mientras lo dice. 

Me fijo en que ahora todos tienen su mirada fija en mí, me remuevo en mi sitio, pero no dejo que vean que estoy incómoda, no quiero parecer débil ante ellos. De repente empiezan a murmurar entre ellos, al mismo tiempo que otros cambian su semblante a uno sorprendido. Pero hay un chico que no hace nada, simplemente se me queda mirando fijamente sin ninguna expresión. 

—Hola— digo, rompiendo el silencio, intentando que mi voz suene despreocupada.

Veo como algunos jugadores asienten en respuesta, pero la mayoría permanece en silencio, observando con curiosidad.

— Mia, ¿por qué no te unes a nosotros en la pista? —sugiere mi padre, mirándome con una sonrisa que se nota de lejos, que es forzada. 

Lo dudo durante un momento, debatiendo en mi interior que debería hacer, pero tampoco quiero estorbar en la pista, así que me encojo de hombros y me dirijo hacia la puerta que lleva a las gradas. 

—No, gracias. Prefiero observar desde aquí —respondo con tono indiferente.

Mi padre asiente con resignación, pero rápidamente se dirige a sus jugadores.

—Bueno, chicos, continuad con el entrenamiento. Voy a hablar con Mia un momento —escucho a mi padre decir antes de dirigirse hacia donde me encuentro. 

Lo veo acercarse, no está contento, pero tampoco está enfadado, así que sinceramente no sé cómo entender la expresión de su cara. Cuando llega a mi lado se sienta en el asiento libre a mi costado, se queda callado durante unos segundos, pero luego noto como se gira hacia mí y suspira. 

—No sé qué te pasa, pero estás aquí por obligación, no puedes simplemente venir y decir que prefieres no estar en la pista, así que ahora vas a levantarte, te vas a colocar los patines y vas a ayudarme a entrenar a estos chicos. 

Cuando termina de hablar se queda sentado, pero mirando hacia la pista, hay un silencio incómodo entre nosotros, pero me obligo a mí misma a concentrarme en la gran velocidad a la que se mueven los cuerpos de los jugadores por el hielo. 

Un sentimiento de nostalgia me invade, pero rápidamente me obligo a mí misma a dejar de pensar en todo lo que pasa por mi mente, y cuando mi padre se vuelve a levantar tardo unos segundos en hacer lo mismo e ir detrás de él, no obstante mientras él entra a la pista yo me dirijo a buscar unos patines que me pueda poner para el entrenamiento de hoy. 

Cuando ya los tengo me dirijo hacia la multitud, camino poco a poco para no caerme, cuando estoy enfrente de la puerta me detengo un momento y después de soltar un suspiro de resignación me adentro a la pista. 

Noto como algunas de las miradas se centran en mí, intento no hacerles mucho caso, pero noto una en específico que está fija en mí, es la más intensa que llego a notar, pero rápidamente su mirada la dirige hacia mi padre. Me coloco al lado de este sin saber muy bien que hacer. 

Mi padre da las indicaciones de lo que tienen que hacer durante este rato, y lo único que hago yo es seguirlo por toda la pista. Miro mis pies, incómoda, los veo moverse por el hielo, e inevitablemente los recuerdos pasan por mi mente, uno tras otro, escena tras escena. 




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