Amanda.
Las paredes se cierran a mi alrededor, cada vez las veo más cerca de mi y quieren aplastarme. El oxígeno falta en mis pulmones. Mi pulso corre sin freno y no paro de sudar. Estoy mareada. Quiero gritar. Quiero salir de aquí. Mi rostro está empapado de lágrimas, el pánico se apodera de mi cuerpo. Frío. Calor. Tiemblo involuntariamente.
Me pongo en pie y comienzo a golpear las paredes con todas mis fuerzas.
- ¡Auxilo! ¡Ayudaa!. La desesperación en mi voz es acallada por mis sollozos.
Caigo en el piso sin fuerzas. No tengo fuerzas ni de respirar, todo a mi alrededor da vueltas. Presiono mis piernas a mi pecho y ruego no desmayarme. No quiero morir aquí.
Escucho unos ruidos al otro lado de la puerta metalica, antes de desmayarme, veo la luz al abrir las puertas...
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Max.
- ¿Hay alguien dentro?. Pregunto al personal encargado de arreglar el ascensor. Lo raro es que se le hizo mantenimiento hace quice días. Los accidentes pasan. Normalmente no veo por estas cosas, pero se quedó trabado justo en mi piso.
- Una mujer. Dice uno de ellos continunando con su trabajo. Una alarma se enciende en mi cabeza.
- ¿Cuánto tiempo lleva allí?.
- Casi unos 30 minutos señor. Comenta su compañero.
Amanda. Ella se fue en ese lapso de tiempo. Es ella la que debe estar encerrada en el ascensor. Ella odia los espacios cerrados.
Sin detenerme a pensar, ayudo a toda prisa. Quiero sacarla de allí.
- ¡Grace! ¡Trae el botiquín!. Ordeno.
Las puertas ceden un poco y logramos abrirlas con esfuerzo.
La veo. Tirada en el piso del ascensor. La tomo en brazos.
- Pioja, aquí estoy. Despierta.
Su rostro pálido me asusta. Está fría pero sudando. La acomodo en el mueble de mi oficina con las piernas en lo alto. Grace me entrega el botiquín.
- ¿Ella está bien?. Pregunta asustada. - Se ve mal.
- Estará bien. Intento tranquilizar a Grace.
Reviso su pulso. Tomo un algodón con un poco de alcohol y lo pongo debajo de su nariz. Poco a poco recupera el color en sus mejillas. Tomo sus manos y comienzo a limpiar la sagre de sus nudillos. Me molesta ver sus manos tan maltratadas. Coloco un vendaje en cada una de sus manos. Vuelvo a revisar su pulso y veo que ya se ha normalizado. Necesita descansar.
Grace me entrega los lentes y el bolso de Amanda y se lo agradezco. Le da otra mirada a la pioja y se retira de mi oficina. Su teléfono suena y lo saco de su bolso. Es un mensaje de Tom.
Tom.
¡Muñecaaaa! Lamento no ir ayer, se me presentó un pequeñito problema. Te adorooo Mandy, espero que no estes molesta, te lo recompenzaré ¡Lo prometoo! Hoy llevaré pelis, helado y torta. ¡Lo mejor para corazones rotos! Cuídate, nos vemos en la noche. XOXO
Rayos...
Voy a volver a colocar el teléfono en su bolso pero se me cae. Sale una carperta de su bolso que llama mi atención. Voy a leer su contenido pero escucho que la pioja se queja. Guardo todo en su lugar sin dejar de pensar en el contenido de esa carpeta.
Tomo una de las manos de la pioja mientras esta despierta.
- ¿Qué pasó?. ¡Dios!. Tapa su boca sorprendida. Sus ojos se llenan de lágrimas.
- Estás asalvo, nunca dejaría que te pase algo malo. Beso su frente y acaricio su cabello.
- Utilizaré las escaleras ahora. Yo... tengo que irme. Necesito salir de aquí.
- No irás sola. Vendrás conmigo.
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Amanda.
Su mirada me dice que no está a discusión.
- De acuerdo. ¿Crees que me puedes llevar al lago?. Pregunto dudosa. Mis manos todavía tiemblan pero quiero estar en la naturaleza para calmarme. Lo necesito.
- Seguro.
Toma mi mano y lleva mi bolso. Intento quitarselo, no quiero que vea mi carta de renuncia. No me deja. Bajamos por las escaleras. Me duelen los nudillos.
- ¿Tú vendaste mis nudillos?.
- Sí.
Bajamos en silencio y vamos hasta su auto.
Él cuidó de mi... quizá y deba reconsiderar el no alejarme del todo...
Todavía tengo una pequeña esperanza dentro de mi.