Amanda.
Despierto entre sabanas de seda negra. No quiero abrir los ojos todavía, pero me siento sofocada. El calor y el peso me están matando. Abro los ojos y veo a Max dormir tranquilamente y suelta pequeños ronquidos, simplemente adorable. No quiero despertarlos pero me tiene prisionera. ¡Casi todo su cuerpo está sobre mi!. Río un poco ante la idea de que el me vea como su almohada.
Con cuidado, salgo debajo de él y voy a lavarme los dientes. Voy a su biblioteca y paso mis dedos por los libros. Es lindo ver la variedad que tiene aunque sé que no los ha leído todos. La mayoría se los han regalado. Reviso su ordenador porque sé que faltó al trabajo por mi. Pese a que no hicimos nada, anoche fue como si fueramos buenos amigos, disfrutando de chocolate caliente y viendo películas junto a Nico. Su correo tiene ajuntado algunos archivos y comienzo a trabajar un poco para que cuando despierte darle el resumen.
Hago todo lo que me es posible, hay cosas que solo él puede solucionar. Salgo al patio con Nico. Respiro el aire húmedo de la mañana, parece que hoy si va a hacer sol todo el día. Me siento junto a la piscina y meto los pies. Siento que se me eriza la piel y no es por el frío del agua. Miro a todos lados pero no hay nadie, ni nada que me pueda causar esto pero no puedo evitar seguir con la sensación de que algo está mal.
- ¿Quieres desayunar?. Pregunta con voz grave unos minutos despúes.
- Solo si tienes jugo de naranja, hoy no quiero café. Lo veo sobre mi hombro y veo que tiene el cabello revuelto. Se ve tan bien...
- Como ordenes jefa. Su tono sigue siendo un poco grave pero tremendamente sexy. Lo sigo a la cocina y me entran unas ganas repentinas de comer Nutella. Que bueno que Max también este preparado con dulces. Tomo una cuchara y me siento en el desayunador. Saboreo el rico sabor a avellanas y chocolate.
- ¿No es un poco temprano para el dulce?.
- Lo es. Me encojo de hombros y sigo degustando. Max niega con la cabeza y se dispone a hacer el desayuno. Le doy el resumen del trabajo y le dije de las cosas de las que me encagué como responder algunos correos.
- Le avisé a Grace que el viaje que tenías para hoy lo podría cambiar para hoy en la noche. Veo como visiblemente se tensa. No me mira. - ¿Hice mal?. Me alarmo. El viaje era para hoy en la mañana y en mi denfensa el seguía dormido.
- Se me había olvidado cancelarlo. Su tono es un poco triste, quiero preguntarle el por qué pero veo que endereza sus hombros y por lo que lo conozco esa es una de las señales que da cuando se pone a la defensiva y que no va a decir nada. Suspiro.
Desayunamos en silencio. Voy a tomar mi jugo de naranja pero el olor me da un poco de asco. Seguro y es porque comí chocolate.
- ¿Me regalas tu café?. Digo arrugando la nariz.
- Iré a traerte uno. Me mira con el ceño fruncido antes de irse a la cocina.
Después de terminar de desayunar, me dispongo a lavar los platos. Limpio la cocina sintiendo la mirada atenta de Max.
- Sé que me estas mirando.
- No es cierto. Miente. Me siento en el desayunador y él se acomoda entre mis piernas. - Sabes que no puedo dejar de verte.
- Lo sé. Hago una mueca que lo hace reír.
Se acerca más y siento el calor emanar de su cuerpo. No me ha tocado pero su cercanía me pone nerviosa y ansiosa al mismo tiempo. Le doy un beso en la comisura de su boca y veo un destello en sus ojos. Las cosas entre nosotros son muy fuertes y aunque sé que es mejor irme no sé si sea una buena idea. Pasar este tiempo con él me hacen dudar de lo que voy a hacer.
Sin previo aviso Max me besa. No es un beso lento sino uno carcado de pasión y necesidad. Su lengua se abre camino en mi boca y tiene un dulce sabor a café. Muerde mis labios y yo los suyos. Me pongo al borde y me aferro a él con mis piernas entorno a sus caderas. La camisa que tengo está arriba de mis muslos y puedo sentir su masculinidad presionando en mi centro. El calor que recorre mi cuerpo solo con sus besos y su cercanía no tienen comparación. La húmedad entre mis piernas aumenta con la fricción de nuestros cuerpos. Mis gemidos y sus gruñidos se mezclan. Sus manos viajan por mi cuerpo dejando un hormigueo de placer a su paso. Respiraciones fuertes pero ninguno se quiere alejar. Me aferro a él cuando siento que no puedo más, mis piernas tiemblan y sé que estoy apunto...
No sé en qué momento Max bajó su pantalón de pijama y hizo a un lado mi mi panti y entró en mi con ímpetu. Solo con dos movimientos ya me había partido en mil pedazos. Max no disminuyó su ritmo, sino que mis gemidos lo motivaron de tal forma, que ya se estaba formando en mi otro orgasmo que quería ser liberado. Me dejo llevar por los dulces movimientos de Max. Sus gruñidos en mi oído y su respiración fuerte me están volviendo loca. Tiro con fuerza de su cabello y beso su cuello. Dejo que me llene, el calor dentro de mi es liberado al mismo tiempo. Una capa de sudor cubre nuestros cuerpos exhautos.
- Me encantas. Suspira en mi hombro. Me siento tan cansada y satisfecha al mismo tiempo que solo le doy un besito en el cuello. Permanecemos un rato así, sudorosos pero abrazados. Nuestras respiraciones ya son un poco regulares.
- Tengo hambre. Exhalo. Max enarca una ceja y yo comienzo a reír. - ¡De eso no! ¡Tengo hambre de comida! Eres insaciable Max.