Amanda.
Sigo en estado de shock mirando a Max en mi pequeño sofá. Acomodé su cuerpo lo mejor que pude pero sus piernas sobre salen. ¿Qué hace aquí? ¿Cómo supo dónde vivo?. Muchas preguntas se vienen a mi mente pero estoy cansada como para asimilarlo todo ahora mismo.
Voy a mi habitación y saco una manta, regreso a la sala y la pongo sobre él. Dios. Apesta a ron. ¿Qué hago ahora?.
"Dormir" mi subconsciente dice en tono burlón, la verdad no creo que despierte ahora mismo así que regreso a mi cuarto y me tiro en la cama, miro el techo. Más tarde arreglaré esto. ¡Por Dios ni siquiera lo conozco!.
Sin darme cuenta caigo en un sueño profundo...
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Siento unas manos rodear mi cuerpo, me le acerco más para poder sentir su calor. Mucho mejor, la verdad tenía un poco de frío.
Espera... ¡YO VIVO SOLA!
Intento salir de la cama pero él me retiene, giro con cuidado y veo que Max está durmiendo y en mi cama, se ve tan tranquilo que no me provoca despertarlo pero cruzó la línea. ¿No le bastó con venir hasta aquí sin invitación?. Me las arreglo para intentar salir de su abrazo pero no me quiere soltar, tiene más fuerza que yo y no debería poder usarla mientras duerme pero no se le dificulta agarrarme.
Poco a poco me libero de su agarre y caigo de bruces al suelo. Quiero gritar pero no lo hago, me duele la mejilla izquierda y el hombro. Me levanto y veo unos ojos azules observándome. Me quedo sin palabras, es tan lindo... "¡Y está en tú cama! Yo que tú me como a ese lindo bizcocho" Sacudo la cabeza ante esos pensamientos.
— ¿Estás bien?.— Pregunta el bizcocho de Max un tanto preocupado.
— ¿Te importa? Si mal no recuerdo estas invadiendo mi propiedad.— Lo miro seria mientras me toco el hombro.
— Hubieras llamado a la policía si te parezco una amenaza.— Dice divertido.
— Yo...— Tiene razón. Levanto mi barbilla a la defensiva. —No quería armar un escandalo en el edificio. Sé cuidarme y se supone que lidiaría contigo despúes.— Comento.
— Entiendo pero tienes un sofá muy incómodo y vi una hermosa chica acostada sin una manta que cubriera su cuerpo.— Me mira de arriba a abajo y siento mi cara caliente, muy caliente. —Y pensé en acompañarte, ya sabes para que no te diera un resfriado.— Dice guiñando y me vuelve a repasar con la mirada.
Siento mi cara arder, no sé qué hacer así que entro al cuarto de baño. Me miro en el espejo y parezco tomate, tengo el cabello revuelto como si un nido de aves viviera allí. Me peino rápido y saco la ropa deportiva debajo del lavamanos. Lavo mi cara y me cepillo los dientes. Decido salir a encarar a Max y sacarlo de mi departamento no sin antes darme una explicación.
Salgo y lo encuentro acomodando mi cama. Carraspeo para llamar su atención.
— Estas hermosa... Digo hola.— Su sonrisa tímida aligera el ambiente.
— Merezco una explicación, ¿No crees?—
— Sí, pero primero deberíamos desayunar. Me estoy muriendo de hambre.— Mi estómago comienza a rugir audiblemente y eso le causa risa.
— Creo que sería capaz de comerme una hamburguesa triple pero eso no sería un desayuno apropiado.— Me mira sorprendido ante mis palabras. —¿Qué? Estoy siendo sincera.— Me encojo de hombros.
— Vamos, te invito a desayunar.— Su sonrisa es contagiosa y dan ganas de besarlo. Niego y alejo los pensamientos de mi cabeza.
— Prefiero cocinar yo ¿Te gustan los panqueques?.— "¿Por qué le ofreces comida a un extraño?". Asiente y sale del cuarto. Le digo que se siente en el sofá y entro en la cocina.
Las preparo rápido y hago un poco de café. Pongo el plato lleno de panqueques en el centro de la mesa y otros dos para poder servirnos, cojo la fruta que he picado antes junto con la miel y las chips de chocolate. Regreso por las tazas de café y le digo que se siente.
Max se ve un poco apenado pero no le presto atención, cojo dos panqueques y los pongo en mi plato, vierto miel sobre ellos, le pongo chips de chocolate y un poco de fruta. Él me mira un poco extrañado. ¿Piensa que lo voy a envenenar?. Luego de unos segundos él sigue mi acción pero no le coloca chips a sus panqueques.
—¡Delicioso!.— Exclama haciendo una mueca de placer.
— Lo sé nene, lo sé.— Pienso en Edna Moda al decirlo. —Soy buena en la cocina y en muchas cosas.— Digo satisfecha pero sin darme cuenta de que dije algo que él tomaría con doble sentido. Noto como me mira y mis mejillar se calientan otra vez, al notarlo Max ríe. Es una risa suave y su mirada es de pura diversión.
— Espero conocer las otras cosas en las que eres buena.—
— ¡Já! No quieres. Te podría impresionar y creo que eso ya lo hice.—