Amanda.
— Leonardo ¿Qué haces aquí?.— No puedo evitar la sorpresa. Él le dirá a Adam que estoy aquí y será mi fin. ¡Demonios! Entre millones de personas justamente tenía que venir el mejor amigo de Adam.
—Tranquila, no te asustes. Estoy aquí por negocios pero no le diré a Adam que te he visto.— Hago una mueca. ¿Habla en serio?. —Sí Mandy hablo en serio. Adam... me jodió la vida.
— ¿De verdad? No me digas.— No puedo evitar el sarcasmo el cual oculta lo aterrada que estoy de verlo aquí. Leo nunca fue malo conmigo pero dada la cercanía de él y Adam es inevitable pensar en que me va a delatar.
— Adam se ha estado acostando con Julieta. Los encontré en su oficina. Él muy cabrón tuvo el descaro de decirme que lo que vi no era real.
— ¿Cómo pudo hacer eso? ¡Y a ti!. Definitivamente a él no le importa nadie. Lo lamento mucho Leo, sé que ustedes llevaban tiempo saliendo.
— Pensaba casarme con ella.— Sus palabras me dejan helada, su semblante es tan triste que no puedo evitar rodear la barra y abrazarlo. Nadie merece esto. En sí nadie merece nada malo pero la vida está llena de variables y todos sufrimos por distintos motivos por lo menos una vez.
Leo se aferra a mi abrazo y siento como sus hombros comienzan a temblar. Estoy en shock, Leo es un tipo rudo que desde que lo conocí me di cuenta de que era difícil que algo lo afectara. Le digo palabras consoladoras y que ella no lo merece.
— Yo invito los tragos.— Con eso me suelto de su agarre y vuelvo a mi lugar. Tom me mira interrogante pero después le contaré.
Leo me cuenta de que mi familia está histérica, mis padres le pusieron precio a mi cabeza. ¡No me sorprende!. Le cuento vagamente de que trabajo allí pero no más, él entiende que no quiera contarle donde vivo. Aunque me preocupa su presencia es bueno saber que mis padres y Adam piensan que me fui más lejos y no andan buscando bajo sus narices.
Poco después Leonardo se va. Dijo que volvería para seguir hablando y me soprende porque rara vez cruzamos palabras debido a que Adam me trataba como un adorno en la pared y todos tenían que ignorarme.
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Ya en casa veo que Max está rendido y suelta pequeños ronquidos de cansancio. ¡Dios!. Es tan bello hasta cuando duerme. Lo malo es que está ocupando un espacio considerable en la cama, parece un bebé por lo mal que duerme. Está aferrando una de mis almohadas en sus fuertes brazos.
Me cambio y le quito con cuidado la almohada. Pongo mi teléfono a cargar en la mesita al lado de la cama, puse una alarma a las 6:00 am para despertar a Max. Me meto en la cama, Max se mueve y me abraza. Me relajo ante su tacto. Me pego más a su cuerpo y escucho sus latidos. Su respiración es tranquila. Como puedo le desabotono la camisa y el pantalón para que duerma un poco más suelto.
La alarma suena justo a las 6:00 am y la apago. Quiero seguir durmiendo. Veo a Max que sigue dormido. Me levanto y voy directo a cepillar mis dientes, cuando regreso me monto a horcajadas en su regazo. Comienzo a regar besos por su rostro y por último beso sus labios.
— Buenos días pioja.— Dice con voz somnolienta, pero aun así su voz es profunda y no puedo evitar besarlo otra vez.
— Buen día para ti también. Te quedaste dormido aquí así que yo movería ese lindo trasero tuyo para irte a tu casa a arreglarte para ir a trabajar.
— Y si me quedo aquí...— Dice con voz ronca, agarrando mis nalgas. Siento un calor crecer dentro de mi.
— Es una propuesta tentadora...
Nuestros labios se encuentran en un beso lento, Max comienza a recorrer mi cuerpo con sus fuertes manos, mete una mano dentro de mi camisa y comienza a tocar con suavidad mi pezón derecho. No puedo evitar suspirar y me acerco más a su cuerpo añorando sus caricias.
Con agilidad Max me quita la camisa y gira conmigo para quedar sobre mí. Sus ojos están de un azul intenso que me hacen temblar. Se quita la ropa y vuelve a posicionarse entre mis piernas. Estoy temblando y no me ha tocado. Deposita un tierno beso en mis labios y se aleja de mi. Toma mi tobillo y comienza dejar un camino de besos hasta llegar a mi centro, siento su respiración y no puedo evitar soltar gemidos. Sin quitarme la tanga de encaje comienza a lamar sobre la tela. ¡Rayos! De un tiron rompe mi tanga y yo protesto pero me detengo al ver su sonrisa traviesa, comienza a lamer y morder mi pecho izquierdo y con sus dedos toca mi centro, mi respiración es fuerte y las sensaciones que invaden mi cuerpo hacen que lo desee más.
Max se posiciona para meterme su enorme miembro, cuando este toca mi centro levanto mis caderas esperando a que él entre en mí pero no lo hace. Veo la duda en sus ojos. No tiene puesto un condón.
— No te preocupes, tomo la píldora.
Lo que es cierto, la he tomado aunque nunca he tenido relaciones sin protección. Rodeo con mis brazos su cuello y comienzo a besarlo, poco a poco entra en mi y siento más calor. Demonios. ¡Se siente increíble! Arqueo mi espalda y Max sale y entra en un ritmo constante. Muerdo su hombro y él gruñe. Como puedo lo hago girar y quedo sobre él. Veo sus mejillas rojas y la leve capa de sudor que cubre nuestros cuerpos. Gimo con un poco de dolor, en esta posición está más dentro de mi.