Amanda.
Definitivamente no esperaba que Max me trajera a este lugar hermoso, de su mochila sacó una manta y la tendió en el suelo. ¡Lo preparó todo! De la mochila que me había entregado sacó unas cosas más mientras yo me distraje con Nico. Trajo galletas de chocolate, jugo de naranja para disfrutar junto con unos emparedados y bueno, golosinas principalmente. Él no sabe que me encantan las gomitas y las galletas de chocolate.
Pasamos una tarde agradable y nos tomamos fotos con Nico. En un momento que él no vio venir me senté en su regazo y comencé a esparcir besos por todo su rostro.
— Gracias.— Dije volviendo a rozar sus labios.
Sin más salí corriendo y me lancé al lago. "Debiste quitarte la ropa idiota" Hago caso omiso a la reprimenda de mi subconsciente. El agua está fría pero no lo suficiente como para sacarme de aquí, el sol todavía brilla y no puedo evitar sonreír ante tanta tranquilidad y paz que siento ahora mismo.
— Por muy sexy que te veas no me meteré contigo.— La voz burlona de Max me saca de mis pensamientos.
— Oh, puede que tu no pero estoy segura de que Nico me haría compañía. Ya sabes... me dará un poco de calor.— Intento sonar lo más sensual posible y veo como Max me mira con detenimiento se quita la sudadera y la franelilla que llevaba bajo está y entra en el lago.
Sale a la superficie y me acerca a su cuerpo, me aferro a él con mis piernas y brazos. Le sonrío dulcemente y con delicadeza paso mis manos por su cabello.
— ¿Qué estas haciendo conmigo pioja?.— Pregunta y sus ojos reflejan el cariño que siente por mí.
— Eso me pregunto yo, no sé que me pasa contigo. Pero creo que vale la pena seguir adelante con esto... —Digo levantado mis cejas y haciendolo reír.
Sin esperar a que diga algo me aferro a sus hombros y lo beso lento y tendido. Un calor recorre mi cuerpo y amo sentirlo, esa energía sin fin que solo siento cuando estoy con él, solo con un roce de su parte.
Difrutamos unos minutos más de nuestros besos y caricias antes de que él dijera que era hora de irnos. Salimos y como no trajo toalla me seque los pies con la manta y él hizo lo mismo para ponernos nuestros zapatos. Recogimos las cosas y caminamos en un grato silencio disfrutando de los que nos rodeaba. Nico como siempre al pie del cañon caminaba con nosotros contento.
Cuando llegamos a la camioneta mi ropa aún seguía un poco húmeda. Max al notar mis pequeños temblores me dio su sudadera la cual acepte agradecida, sin pensarlo dos veces me la coloqué. No pude evitar soltar una carcajada.
— ¡Me queda enorme!.— Y no mentía, llegaba hasta la mitad de mis muslos y los brazos bueno, no podía ver mis manos a menos que me viera obligada a remangar la prenda por mis brazos.
— Te ves hermosa.— Mi bizcocho me dio un sutil beso en la frente y me dio un azote en el trasero, con un brillo juguetón en los ojos. — Andando o llegarás tarde al trabajo.
Nos montamos en el auto y Nico se acomodó en mis piernas; se quedo dormido en poco tiempo. Acaricio su suave pelaje y tomo aire para darle la noticia a Max.
— Tom y yo trabajaremos para ti.— Suelto sin rodeos. Veo su perfil y pone una enorme sonrisa en sus labios sin apartar la vista del camino.
— Me haces el hombre más feliz.— Toma mi mano y la lleva a sus labios. —Comienzan mañana.
— ¡Hey! Tampoco dije que era esta semana, mañana es jueves por el amor de Dios. No hemos hablado con Bill porque tiene días sin ir al bar o por lo menos no cuando estamos presentes. Como mucho te pido tiempo para comenzar el lunes de la semana que viene.
— Mmm. Como tu nuevo jefe digo que no.— Dice serio. Lo miro con la boca abierta, estoy apunto de soltarle unas cuantas verdades cuando suelta una carcajada que despierta incluso a Nico.
— Tranquilo bebé, el cabezota de tu padre no se sabe controlar.— Calmo a Nico y este se queda dormido otra vez.
— ¿Cabezota?— Pregunta mirandome de soslayo.
Asiento y me muerdo el labio inferior. En un semáforo en rojo se detiene y me besa unos segundos, cuando se aparta susurra, la cabezota es otra.
No puedo evitar abrir mis ojos de par en par. Mis mejillas arden ante su comentario con doble sentido.
— Que mente tan perversa tienes piojita.
Para cambiar de tema le cuento que Tom quiere trabajar en el área administrativa y que yo posiblemente en relaciones públicas. Max aceptó y dijo que cuanto antes podíamos ir hacer un contrato indefinido pero que de todas formas nos iba a estar monitoriando para guiarnos en el buen camino y no cagarla en el proceso.
Cuando llegamos a mi departamento pienso tenderle la sudadera pero él se niega a recibirla. No quiero que se baje del auto para que las mujeres no se puedan deleitar de esas piernas largas y esos brazos musculosos que deja ver con esa franelilla verde oscuro.
Habíamos quedado en que yo me quedaría en su casa así que le digo que buscaré unas cosas para que él las lleve a su casa mientras yo voy a trabajar. Despierto con delicadeza a Nico y lo hago pasarse al asiento trasero. Bajo del auto y corro por las escaleras. Meto en una mochila lo básico. Cepillo de dientes, peine, maquillaje, ropa interior y un conjunto para mañana.