Amanda.
Me duele toda la cara, respirar es doloroso. Abro los ojos y hay un círculo de personas a mi alrededor expectantes mirando en mi dirección.
- Cariño... La voz de Max llama mi atención. Sus ojos azules están llenos de preocupación pero más que todo de ira.
- Estoy bien. Digo con un quejido mientras me ayuda a levantarme.
- Te sacaré de aquí pioja. Me toma en brazos con tanta delicadeza con miedo de que yo sea frágil y me rompa en mil pedazos.
Me dejo llevar, no le quiero llevar la contraria. Mi cabeza duele y la sangre ahora casi seca en mis fosas nasales quema cada vez que intento respirar. Veo a los chicos del trabajo pero no veo ni a Tom ni a Sergio. ¿Qué pasó después que perdí las luces?. Será mejor que no lo pregunte... por ahora.
Max conduce en silencio hasta su casa. No me ha dejado ver ni en el espejo retrovisor. ¿Tan mal estoy? No quieres saberlo susurra mi subconsciente. Juego nerviosa con mis manos. Sé que pudo pasar algo peor pero me duele la nariz. No debí meterme entre esos dos pero no quería que Max saliera herido.
Bajamos del auto y Nico nos recibe en la puerta, inclina la cabeza de un lado a otro mientras me observa, quiero abrazarlo pero Max me conduce directo a su cuarto de baño. Y en eso es que me veo. Tengo hematomas alrededor de la nariz y bajo los ojos, son de un color rojo azulado, mi nariz parece una papa en mi cara hinchada. Mi blusca está manchada con sangre seca y parte de mi rostro también. Sin darme cuenta estoy sollazando y Max con cuidado moja con agua tibia una toalla y comienza a limpiarme.
- No llores pequeña... shhh. Susurra mientras pasa la toalla por mi rostro y cuello. En uno que otro momento me quejo por el dolor pero me tranquiliza tener a Max conmigo. Está concentrado pero aún así susurra palabras tranquilizadoras. Dejo de llorar, pero tengo ira acumulada. No quiero que me vea débil, no quiero ser la chica que siempre tienen que proteger.
- Quiero aprender defensa personal. Me mira sorprendido.
- ¿Estas segura?
- Es lo mejor. Sé que lo que pasó fue mi culpa. La fuerza que tenía en mi voz poco a poco va cayendo.
- No fue tu culpa ¡Fue ese imbécil!. Tiene los dientes apretados y veo como se brota una vena en su cuello. Su rostro está tenso.
- Me refiero a que si yo me hubiera defendido nada malo habría pasado, por cierto... ¿Qué pasó con él?. Su rostro cae y veo una pizca de culpa en sus ojos.
- Está vivo. Se limita a decir.
- ¿Qué clase de respuesta es esa?.
- Yo... lo golpee al verte inconsciente, no podía soportar verte así por culpa de ese idiota, no quería parar de golpearlo hasta que Tom me detuvo y se lo llevó.
Pongo mis manos en sus hombros haciendo presión para que se ponga a mi altura. Paso mis dedos por sus leves magulladuras por la pelea y aunque no tiene sangre saco otra toalla y la humedezco con agua tibia y la paso con delicadeza por su rostro. Le doy un beso en cada moretón con cuidado. Él intentó protegerme aunque estaba inconsciente, pero aún así no quiero que la ira lo domine. Max también necesita ser cuidado.
- Te amo bizcochito. Valoro lo que haces por mi pero prometeme que no dejarás que la ira te domine. No quiero que cometas algo de lo que después te puedas arrepentir. Ahora por favor dejemos esto atrás...
Comienzo a desvestirme y pongo a llenar la tina con agua caliente y uso un poco de sales de lavanda y entro en la tina, el agua cubre mi cuerpo y me relajo. Max entra y se pone frente a mi. Me siento en su regazo y paso las manos por su rostro y cabello. Hago que se relaje con mis caricias y él me relaja con las suyas. Sus manos suben y bajan por mis hombros y espalda en modo de masaje. Me acomodo en sus brazos. Y descanso sobre su cuerpo.
- Pioja...
Estoy cansada y relajada. De mi boca sale un simple Mmm y su pecho vibra con una leve risa.
- Prometo no dejar que la ira me domine. Siento un calor dulce y tierno cubrir mi cuerpo y me abrazo más a él.
- Gracias...