Max.
Me estoy volviendo loco, he ido a todos los lugares posibles donde ella puede estar pero no, no aparece, no responde mis mensajes o llamadas, voy de regreso a su departamento, pensé que vendría a casa para hablar lo que sucedió. Saco las llaves que me dio de su departamento y cuando abro la puerta veo todo en orden, camino por el lugar y es como si no hubiera venido en toda la noche, pero sé que si vino o por lo menos vino otra persona. Cuando me fui con Tom a buscarla al primer lugar que vinimos fue aquí y tenía algunas cosas en la mesa y sobre su cama. Y ya no hay nada.
Reviso sus cajones y toda su ropa sigue allí. Suspiro, la frustración de no saber donde está me está destrosando, es como si me rompiera en mil pedazos solo por ella, por la chica que amo. Me siento frente a la ventana y decido esperarla, no tengo a donde más ir. Veo su teléfono sobre la mesita y lo tomo. Todos los mensajes que le mandé no están. Veo que le respondió a Lily y a Tom y siento mi sangre hervir. ¿Cómo pudo responderles y a mi no?
Escucho cuando se abre la puerta y contengo el aliento, por muy enojado que esté lo único importante es que ella este bien, mi prioridad es ella, siempre será ella.
- No te quiero aquí, sal ahora. El semblante de Amanda es serio, sus ojos no reflejan nada, es como si hubiera levantado una barrera.
- Amor, por favor hay que hablar. Le ruego intentando acercarme a ella. Amanda retrocede pero su postura es rigida como si se fuera a defender en cualquier momento.
- No te me acerques. Lo que había entre nosotros se acabó Max, por favor vete de mi departamento.
- Pioja...
- Dame las llaves Max. Dice apretando los dientes, se quita el suéter como si esta conversación no le importara. Veo un vendaje en su muñeca y instintivamente la tomo del brazo antes de que me pueda detener.
- ¿Alguien te hizo daño? ¡Te hiciste daño!. Grito fuera de mi, la idea de que alguien o ella misma se haya lastimando me enloquece. Sin decir nada se libera de mi agarre.
- Si no me vas a devolver mis llaves por lo menos sal de aquí ahora. No quiero hablar contigo. Se masajea las sienes y una arruga se forma en su frente como si le doliera.
- ¿Estas bien?.
- ¿Estar bien?. Pregunta estupefacta. - Hablaremos luego. Estoy bien. Dice indiferente.
Se gira y se encierra en el baño. Me pego a la puerta.
- No olvides que te amo...
No dice nada. Tengo ganas de romper la puerta para poder abrazarla, sé que detrás de esa máscarade frialdad hay una chica frágil, sensible y que está rota... al igual que yo.
Tengo que solucinar esto, no puedo perder a la pioja.
No puedo perder al amor de mi vida...