Amor Verdadero ¿real o ilusión?

Capítulo 33.

Max.

- ¿Haz hablado con Amanda?. Pregunta Ethan.

- No... desde el lunes que la traté como si no fuera nadie más que mi empleada, ella decidió terminar el proyecto en su casa.

- Demonios viejo, ¿no puedes ser más idiota?. Me reprocha.

- ¿Qué puedo hacer?. Emma se niega a relizarse una prueba para saber si ese bebé es mío. No puedo hacer nada al respecto hasta que el bebé nazca.

- Intenta hablar con ella, no como su jefe sino como su... amigo. Dice con cautela.

 Me paseo por la oficina de un lado a otro como si eso fuera a darme la respuesta.

- Puedes... no eso no. Descarto la idea al instante.

- Deja de caminar viejo, me pones nervioso. Me detengo en seco y sigo caminando muchas ideas pasan por mi mente.

- Tengo un plan pero necesitaré tu ayuda hermanito. Ethan rueda los ojos pero asiente. 

 Lo haré por ella. Todo por mi pequeña pioja...

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Amanda.

 He pasado los días en pijama, sin querer hacer mucho pero me he obligado a hacer mi trabajo, el lunes en la tarde antes de irme de la oficina le dije a Max que trabajaría desde casa, se lo dije tan autoritaria que el solo asintió y me dejó sola en el pasillo. Otra parte se rompió dentro de mi ese día.

 Tomo mi taza de café y termino su contenido, tomo mis tres resaltadores y juego con ellos entre mis dedos. Tengo la mesa llena de hojas y creo terminar con el trabajo hoy. El resaltador rojo es para la información que no sirve, el amarillo es para la que podría servir y el verde es para la información que es importante.

 Me pongo a leer las pocas hojas que me faltan, si lo termino todo hoy mañana tendré tiempo de llevarle el proyecto y presentar mi carta de renuncia con Katy de recursos humanos, no se podrá negar en recibirla si ya terminaría con el proyecto actual y no tengo trabajo pendiente. Me gustaría pedir una carta de recomendación pero sé que si lo hago tiene que estar firmado por Max y es mejor que él no se entere de nada hasta que yo me haya ido.

 Pienso en mandarle un mensaje a Tom para cancelar nuestra noche de películas o como el dice "Terapia de pelis y helado" pero prefiero que venga, él me está ayudando a no sentirme tan mal... El lunes pese de que lloré hasta caer dormida, mi querido Tom no me dejó sola y desde entonces ha venido todas las noches.

 El timbre suena y veo la hora son las 2:15 pm es muy temprano para que sea Tom. Abro la puerta y me recibe un Nico contento, se para en dos patas y casi me tumba.

- Hola amiguito. Digo acariciando su pelaje.

- Te ha extrañado cuñadi... lo siento. Ethan juega con sus llaves un poco culpable.

- No te preocupes, ¿Quieres algo de tomar?.

- No, la verdad tengo que irme solo venía a dejarte a Nico.

- Pero...

 No me deja terminar la oración cuando lo veo correr escaleras abajo.

- Bueno Nico, creo que seremos tu y yo esta tarde.

 Nico comienza a correr en mi pequeño departamento, tomo las hojas y los resaltadores para terminar mi trabajo en el cuarto. Me acomodo en la cama y Nico no demora en acostarse en mis piernas dejo las hojas a un lado y comienzo a acariciar el suave pelaje de Nico, me llena de paz que este aquí conmigo.

- Te extrañaré, te quiero tanto como si fueras mío. Suspiro y las lágrimas comienzan a deslizarse por mis mejillas y siento nostalgia al pensar en que también me alejaré de Nico...

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 No sé que hora es cuando despierto. Nico sigue en mi regazo, me da un poco de gracia verlo, él cree que es pequeño como para acomodarse en mis piernas pero es más grande de lo que cree. Un rico olor a paella llena la habitación, me levanto y camino como puedo hasta la cocina a mitad de camino el adormecimiento en mis piernas hace que ría y llore al mismo tiempo, no me gusta la sensación de hormigueo en mis piernas. Como puedo me siento en el piso y Nico lame mi rostro.

- ¿Estás bien?.

 Lo veo. Mi respiración se detiene al verlo de pie en el humbral de mi cocina con un delantal de flores que compré hace unas cuantas semanas. No digo nada pero suelto el aire que estaba contenido, él me toma en brazos y yo solo me pongo tensa, no quiero que me toque pero al mismo tiempo necesito tanto su cercanía para poder existir. Me coloca con delicadeza en el desayunador.

- ¿Quieres algo?. Pregunta escaneando mi rostro. El hormigueo en mis piernas no se ha ido del todo si no ya me hubiera alejado de él.

- ¿Qué haces aquí?. Es lo único que puedo decir.

- Yo... todavía tengo las llaves y vine por Nico.

- ¿Y eso incluye cocinar Max?. Me mira con sus ojos azules y veo que se está conteniendo.

- Solo tenía hambre y por lo visto creo que tu también. Mi estómago ruge audiblemente dandole la razón, estos días no he comido bien y esa paella huele deliciosa.

 Me bajo y camino hasta el comedor, recojo todas las hojas y las acomodo en un extremo.

 Max trae dos platos con la comida y regresa a la cocina, consigo trae dos copas de vino rosado, ligero y fresco. Espero que se siente a mi lado antes de comenzar a comer.




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