Capítulo IV

_ ¡Hola de nuevo, no sabes la falta que me haces! Ahí estuviste para mí cuando pasó lo de mi novio; haciéndome sonreír… ¡Te traje esta pequeña pulsera para que no te sientas solo!

Sacó Antonella la pulsera de su bolsa.

-Hola.

Dijo Leonel mientras le sonreía a Antonella.

_¡Hola, Leonel; ¿cómo has estado?

Dijo Antonella.

-Muy bien Antonella ¿qué tal tú?

Dijo Leonel.

_¡Excelente!; bueno, un poco angustiada por la salud de José…

Dijo Antonella.

-Si… yo también, lo extraño demasiado; me es difícil estar en la escuela sin él… ¡me siento tan solo ahora que él no está ahí haciendo sus bromas o simplemente molestándome para que lo vea!; siempre supo cómo llamar la atención de los demás…

Dijo Leonel con una sonrisa.

_¡Lo sé, ha sido un gran amigo y confidente para mí desde aquel día lluvioso… da verdad no sé qué sería de mi si él no hubiera estado ahí!; ¡seguramente hubiera hecho una locura!

Antonella tocó la mano de José.

-Él te llama la atención ¿verdad?

Leonel tocó el hombro de Antonella.

_¡La verdad es que sí, me llama mucho la atención! ¡Siempre ha sido tan lindo conmigo! Siempre supo cómo sacarme una sonrisa y tenerme mucha paciencia…

Dijo Antonella.

-Ven, vamos por un café, dejemos que José descanse…

Dijo Leonel, cogiendo de la mano a Antonella.

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¡Ese día era el más feliz de mi vida!; ella me había regalado una pulsera roja como la suya y me cogía de la mano cuando estaba conmigo…

Leonel solo venía una vez por semana, ya que estaba en el trabajo y en la universidad. Antonella venía cada que podía; ella era de lejos entonces no podía venir tan seguido…

Yo sentía mucho frío en la habitación; sentía cómo el vello de mi piel se levantaba sin saber por qué…

¡Qué hay en esta habitación que me hace sentir tan relajado y a la vez con escalofríos por dentro!