Amor y Redención.

Capitulo 3.

El agua volvió a caer sobre mí como arte de magia. Estaba más helada que antes, si eso era posible. Un objeto negro cayó junto a nuestros pies; cuando lo observe con detenimiento comprendí que se trataba de un paraguas negro. Esa era la razón de la abrupta pausa de la lluvia sobre mi cabeza, pero ahora que se encontraba sobre el pavimento el diluvio había regresado una vez más. Sentí su respiración junto a mi oído, era agitada, errática, como si hubiera corrido. Su agarre se fue aflojando al ver que ya no gritaba como desesperada. Algo dentro de mí me decía que fuera quien fuera, no era hostil. Cuando me liberó del todo solté el aliento que había estado conteniendo sin darme cuenta. Mi cuerpo giró lentamente para quedar frente a frente con el individuo. Lo único que alcanzaba a distinguir era una silueta negra, era alta y ancha, la lluvia le caía encima por lo que ahora estaba tan mojado como yo. Supe que se trataba de un hombre incluso antes de que palabra alguna saliera de sus labios.

-Siento mucho haberla asustado señorita. No era esa mi intención. Me encontraba doblando en la esquina cuando la vi a usted en el suelo y alguien acercándose en forma sospechosa. Creí que necesitaba ayuda, corríjame si me equivoco.

Sus palabras me recordaron que la verdadera amenaza no era él; esa estaba a mis espaldas. Giré tan rápido como pude y mis ojos comenzaron a buscar la figura de antes entre las sombras. Quizá seguía ahí, escondido, esperando. Debió de sentir mi inquietud ya que puso una de sus manos en mi hombro de forma tranquilizadora y reconfortante.

-Puede estar tranquila. Fuera quien fuera ya se marchó. Lo seguí con la vista mientras corría hacia usted.

-¿Está seguro?

-Por supuesto. ¿Quiere que llame a la policía?

Consideré su idea por un momento, pero la descarté casi de inmediato. Si mi hermano se enteraba de esto, pondría guardias todo el día que me seguirían incluso al baño. Ya había pasado por eso y fue insoportable. Sabía que era por mi propia seguridad, pero dos veces lo mismo…. ya había sido un calvario, no quería ni imaginar como se sentiría una tercera.

-No gracias, estoy bien. De verdad gracias. ¡Oh por dios! ¡Casi lo olvido, el perro! Necesito encontrar una clínica veterinaria abierta ¿Usted conoce de alguna?

-Por supuesto que sí – se agacho y tomo el paraguas para entregármelo, cuando lo tomé, él se señalo a sí mismo y dijo – me llamo Chase Brodery, soy medico veterinario. Mi clínica queda a unas calles de aquí. Si quiere puedo atender allí al perro. – debió de ver en mi rostro un poco de dudas ya que llevo su mano a uno de los bolsillos de su pantalón y extrajo la billetera. De esta saco una tarjeta de presentación junto con algo más, cuando me lo tendió pude ver que se trataba de su identificación. – Puede verificar mi identidad si quiere. Es más, puede quedarse con ella como un seguro hasta que termine de atender al perro. Puede llamar a algún familiar o amigo y decirle que estará conmigo y mandarle una foto si es necesario.

No podía creer mi suerte; no solo me había rescatado de un posible secuestro o algo peor, si no que podría salvar al pobre perrito. Además, parecía que me decía la verdad ¿por qué otro motivo si no, se arriesgaría a darme su identificación? Incluso estaba dispuesto a dejarme advertirle a alguien sobre mi paradero.

-¡Claro que sí! Es decir, no a lo de la identificación y todo eso, no es realmente necesario. La verdad es que si quisieras hacerme daño, no me abrías ayudado y mucho menos me dejarías advertirle a alguien sobre ti. Me refería a que si quiero que atiendas al pobre, no logré cargarlo porque es demasiado pesado para mí…

No había terminado de hablar, cuando él ya había guardado sus pertenencias y se había agachado para inspeccionar que tan mal estaba el animal. El corrió la manta y lo alumbro con una pequeña linterna, me recordó a las que usaban los doctores para verificar tu garganta y esas cosas. Me acerque y coloque el paraguas de forma que nos cubriera a todos lo mejor posible, pero este era algo pequeño por lo que nos seguíamos mojando en algunas zonas. Cuando le intento mover la pata que tenía en el aire el perro lloriqueo muy fuerte e incluso gruño como enojado, entonces se la soltó enseguida, pero este continuo gimiendo.

-A simple vista puedo ver que esta pata esta quebrada, cuando lleguemos a mi clínica le realizare rayos para asegurarme que tan grave es. Sigue consciente, lo que es bueno ya que indica que no sufrió daños severos en el cráneo, tal vez alguna leve contusión a raíz del golpe, pero nada de extrema preocupación. Al parecer fue su cuerpo el que recibió la mayor parte del impacto del vehículo.

-¿Él va a estar bien, cierto?

-Sí, al parecer no es tan malo. Ayuda el hecho de que sea un perro grande y al parecer usted iba a una velocidad moderada. Si hubiera estado conduciendo de forma rápida habría sido peor. Ahora necesitare su ayuda para poder cargarlo al vehículo, si no tiene problema. Puede que le ensucie su asiento.

Me reí, no sabía si era por los nervios, el alivio que sentí al saber que el pobre animal estaría bien o por lo que él había dicho. Había sido mi idea desde el principio cargarlo a mi auto siendo consciente de que ensuciaría el asiento, incluso creí que tendría que hacerlo sola y ahora tenía quien me ayudara a cargarlo. Chase me miro extrañado mientras la risa se me escapaba. Debía pensar que estaba loca.

-Lo siento. Es que me parece increíble.

-¿Qué cosa?

-Que sin siquiera conocerme, me creas tan superficial como para no querer cargar al asiento trasero de mi auto a un pobre perro al que atropelle con mi vehículo. ¿A caso tengo cara de desalmada? ¿Cómo crees que iba a llevar al animal a una clínica entonces? ¿Creíste que iba a envolverlo en la manta y atarlo en la parte trasera mientras lo arrastraba por toda la ciudad en busca de un medico? ¿O meterlo en la cajuela sin preocuparme si tenía suficiente oxigeno o no?




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