Lo primero que pensé es que me había equivocado al juzgar el carácter de Chase y que había hecho mal pensando que era un buen hombre, y que en realidad era un monstruo que ocultaba sus verdaderas intenciones. Por esa razón cuando mi mano abrió la puerta, mi boca ya estaba lista para hablar antes de que mi cerebro le diera permiso de hacerlo.
-¿Qué demonios le haces al pobre animal…?
Y por eso la humillación fue aún mayor que si hubiera mantenido mis labios sellados hasta saber lo que realmente estaba pasando. En lugar de encontrarme con la escena de un perro maltratado y un Chase regodeándose de ese acto, la escena que me encontré fue la más tierna que había visto asta ese momento entre animal y hombre. El gigante perro se encontraba sobre un Chase sonriente que rodeaba el lomo del animal mientras este lanzaba lengüetazos intentando alcanzar el rostro de él, pero Chase se los esquivaba. No me había fijado que en realidad Chase era un hombre muy apuesto, y lo era aún más ahora que lo había visto sonreír. Pero esa hermosa y tierna escena se vio interrumpida por la abrupta irrupción de un ogro (yo) gritando acusaciones sin motivos. Ambos, perro y hombre, me miraron como si fuera la mayor loca aguafiestas que había aparecido para arruinar la suya. Los ojos verde esmeraldas de Chase conectaron con los míos; no quería ni imaginar lo que vio en ellos, pero fuera lo que fuera lo hizo reír. ¨Claro, ríete de la chiflada en la habitación¨ pensé con sarcasmo.
-Lo siento, es que yo… solo… escuche gritar al perro y… pensé que…
-¿Pensaste que lo estaba cortando en pequeñas partes para venderlo?
-¡¿Qué?! ¡No! No se me había ocurrido algo tan horrible, pero estuviste cerca.
Él sacudió su cabeza mientras sus labios hacían una extraña mueca al tiempo que se ponía de pie ayudando al pobre animal. Esté soltó un gemido cuando su pata rozo el brazo de Chase. Fue en ese momento que note la venda blanca y gruesa que rodeaba su pata.
-Es la pata que dije podía estar quebrada. Era por esto que gritaba, mientras jugábamos, digamos que fuimos un poco… bestias y la apoyo, entonces le dolió a pesar de los calmantes que le di. Por lo demás el perro esta bien así que no tienes nada de que preocuparte.
-Ah, eso si es un verdadero alivio.
-Aunque por precaución me gustaría que pasara la noche aquí para controlarlo, por si acaso.
-Bien, solo déjame que llamé a casa para avisar que no volveré hoy.
Entonces su mirada se puso seria mientras lavaba sus manos en el lavadero que había junto a un esquinero blanco. Cuando terminó se las seco con una servilleta. Cada movimiento que hacia marcaba los músculos de sus brazos, y no hablemos de sus pectorales bajo esa remera gris ratón la cual estaba mojada lo que marcaba aún más su figura. Hasta ese momento no me había fijado en que ya no tenía puesta su sudadera, la misma se encontraba en una esquina del cuarto hecha un manojo. Debí haber perdido la noción del tiempo mientras mi mirada vagaba por su cuerpo, porque cuando mis ojos volvieron a registrar lo que sucedía Chase estaba a solo dos pies de distancia con una media sonrisa arrogante plasmada en su rostro mientras que su ceja derecha se elevaba en un arco perfecto. Sentí como mis mejillas se calentaban y rogué a todos los seres que concedieran deseos, que él no fuera capaz de notar el rubor que se elevaba por todo mi rostro. Eso me recordó a que me había mojado con la lluvia y luego me había duchado por lo que el maquillaje ya no estaba, lo que quería decir que mis pecas estaban expuestas. Maldije para mi interior mientras pensaba en una forma de poder cubrirlas.
-Alisha. ¿Estás segura? Me refiero a lo de quedarte aquí. Digo, con lo que paso allá fuera, no creo que sea seguro para ti estar fuera de tu casa.
-¿Tú me harás daño?
-¿¡Qué!? Por supuesto que no. No debes preguntarlo.
-Bien. Entonces me quedo. Pero, como dije, solo déjame llamar a casa para avisar. Deben de estar como locos porque aún no llegué.
Solo cuando empecé a recorrer con la vista el cuarto recordé que mi móvil estaba en el auto. Golpeé mi frente a modo de frustración, pero fue más fuerte de lo que esperaba.
-¡Maldición! Olvide mi móvil en el vehículo.
-No te preocupes, puedo ir por el.
-No tienes que…
-Tranquila, lo sé. Yo me estoy ofreciendo. Además, aún no estoy seco. – Dijo al tiempo que se señalaba así mismo con ambas manos. – Pero creo que eso ya lo notaste.
Su sonrisa fue de oreja a oreja y la arrogancia estaba escrita en todo su rostro mientras pasaba junto a mí. A pesar de que la lluvia lo había cubierto por completo, el aroma a pino, menta y algo más que no lograba descifrar, se desprendían de él. Esté persistió incluso después de su partida. Cuando Chase se fue, el perro se puso a lloriquear como si lo extrañara, entonces me le acerqué y comencé a acariciar su cabeza con cuidado de no herirlo. Mientras le acariciaba el pelaje se relajó a tal punto que se durmió sobre la colchoneta en la que habían estado jugando él y Chase antes de que yo los interrumpiera.
La puerta se volvió a abrir y un Chase goteando agua entró con mi bolso en la mano cubierto por una bolsa.
-Ahora estás más mojado que antes.
-No hay problema, mientras tú llamas yo iré a bañarme para poder cambiarme.
-Gracias.
-No hay de que. – Miro hacia donde se encontraba durmiendo el perro y una sonrisa infantil se dibujo en su rostro, entonces noté que en su mandíbula, por el borde del lado izquierdo, tenía una cicatriz de unos diez centímetros de largo aproximadamente. Notó que la había visto, entonces sus ojos se volvieron fríos y distantes mientras pasaba su mano refregando por encima de la cicatriz.
-Ah, lo siento. No era mi intención causarte incomodidad, es solo que no había podido verte bien antes por la escasa luz, y luego con lo del perro.
Él suspiro cansinamente mientras relajaba su ceño y sus dedos atravesaban su cabello castaño claro, no lo tenía largo, pero tampoco corto. Cerró sus ojos por un momento y cuando los abrió nuevamente, el cansancio era lo único que podía distinguir de ellos.
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Editado: 07.11.2024