Él espera desesperado en el aeropuerto Turín-Caselle de Italia, mira su reloj tantas veces como puede y le pide a Dios que su gran amor pronto llegue. Su aspecto un poco desaliñado con el cabello enredado no le preocupan tanto, pero va al baño se mira en el espejo y se da cuenta que está afeitado, con ojos de asombro, cejas gruesas y una sonrisa en los labios, se mira al espejo nuevamente y cuando está a punto de rasurarse el bigote, su mente le dice: ¡No! déjatelo tal vez a ella le agrade. Pues, Anna vive en New York y viene a conocerlo hoy.
Su audición es tan buena, que escuchan el tic tac de su reloj y se pregunta: ¿Qué día es hoy? Y se da cuenta que el tiempo marca el día 7 de Julio del año 2017. Ahora, sale corriendo del baño, y recuerda que es domingo, ¡claro! Por esta razón es que hay tanta gente en las calles de Turín. Ahora su teléfono suena y al observar la pantalla, es ella y mientras contesta el teléfono y lo coloca en su oreja derecha, alguien toca su espalda, él mira hacia atrás y es Anna. Sin decir una palabra toca su cabello rojo y su piel blanca como la nieve, la toma de la mano y corren juntos hasta entrar en su auto, Carlo le dice con su acento italiano y un español muy extraño "¡No lo puedo creer!".
Y cuando Carlo está mirando sus dedos empieza a llover.
–¿Todavía piensas que estás soñando, verdad? Mírame soy real, le dice Anna con una sonrisa en sus labios.
–Sí… Contesta Carlo. Y observando sus ojos por primera vez, se acerca lentamente y en ese momento deja de llover, Carlo no deja de mirarla cuando sus labios, su piel y hasta el brillo de sus ojos cambian de color. El mundo entero se puede poner del revés y no se darían cuenta, él muerde sus labios con mucha ternura, como al toque de una flor y la besa sin parar. Luego ellos bajan del auto, pero no dejan de mirarse.
–Caminan por un rato, hasta llegar a las laderas del río Po, Carlo mira en su reloj y son las 7 de la noche, ellos están solos en una calle mojada y en sus cuerpos el brillo de la luz de los faroles, él cubre los hombros de Anna con su abrigo y le dice: ¿Imaginabas Italia de esta manera?
–Anna le contesta: No, pero es mucho mejor de lo que esperaba "¿A dónde me llevas?".
–Tus abuelos vivieron en Turín y tu madre tal vez ya no recuerde Italia, le dice Carlo.
–Anna sonríe y sin darse cuenta los dos estaban en frente del Castillo del Valentino, aquella noche sus ojos no lo podían creer, lo abraza, salta de alegría y tomados de la mano ella dice: "Mamá me contó que en algún momento del tiempo en siglo XVII este Castillo era nuestro", el resto de la historia ya la conoces. "¡Gracias por traerme aquí!".
Con los ojos mirando el cielo oscuro y el Castillo, se escucha al otro lado de la calle, como el sonido de un disparo, y una bala atraviesa el cuerpo delicado de Anna. Ella lentamente cae en sus brazos, y en ese momento empezó a llover otra vez.
–Carlo se siente desconcertado, sus lágrimas se confunden con la lluvia, mira al cielo y grita… "¡No!, ¡No!, ¡No puede ser!". Amore mio.
La Calle está sola y las puertas del Castillo están cerradas. No sabe qué hacer, toma a Anna en sus brazos y la sangre que corre por la calle, desaparece con las gotas de la lluvia.
Camino hacia el Castillo y la puerta de hierro pintada de negro se abre sola, entra a buscar ayuda, y mientras llega a la puerta principal, se abre sola también. Coloca a Anna en un sillón y cuando la mira ella solo suspira y deja de respirar. Luego, sube por las escaleras, pero no entiende lo que está pasando y en su mente, desea despertar de esa pesadilla.
–Ahora entra en el Salón de Honor, y se sienta en las sillas rojas y desconsolado, grita ¡Ayuda! alguien ¡Ayúdeme por favor!, pero sólo el silencio y el eco de su voz recorren el salón… a su derecha en la entrada junto a la puerta, un caballero con ropa muy particular, como sacado de un cuento de hadas, le dice: "¡Ven amigo, yo te ayudaré!".
Con mucho temor Carlo se dirige a él y mientras entra, la puerta se cierra, el caballero le señala una silla antigua y en ella hay: Una corbata de moño, una chaqueta con bordados dorados, un pantalón corto; calcetines largos y un medallón antiguo de oro.
–Carlo mira al caballero muy asustado y le pregunta: ¿Qué está pasando? y ¿Quién es usted?
–Él responde: Carlo... Mi nombre es André, el Arquitecto, señor yo sólo miraba por la ventana y no pude evitar ver, como tu amada caía en tus brazos.
–Carlo dice con rabia y tristeza a la vez: ¿Como es que sabes mi nombre?.
–Y André le dice: Después te lo explico, mi señor, colócate la ropa y el medallón de oro en el cuello.
"Al ponerse el medallón, un remolino vertical de partículas de fuego dorado se colocó en frente de él, pasó a través del portal y al salir estaba el la habitación de al lado del Salón de Honor".
–Carlo dice: ¡Rayos! "¿Qué es esto?". Al otro lado de la ventana es de día, mis lágrimas se desbordan, Pues, veo una chica de espalda con vestido antiguo y en su cabello una corona de oro.
Carlo abre la puerta del Salón y corre por las escaleras para salir del castillo y desde la entrada la ve ¡Ella lo mira!, y es Anna otra vez.