Amores de Aula: El Libro Secreto del Salón

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Abril, 2019

En una mañana gélida, donde el frío calaba hasta los huesos, para muchos, y para Aluminio, más que por el frío, era el temor a su acosador. Esa mañana estaba particularmente apresurado. Guardó apresuradamente todas sus pertenencias, recogió su lonchera lo más rápido que pudo y se alejó del salón con prisa. No podía permitirse quedarse ni un minuto más ni uno menos. Aunque no lo había visto siguiéndolo, tal vez él no lo había molestado tanto esa semana como solía hacerlo normalmente.

Sin embargo, Aluminio sabía que no podía confiarse demasiado. Siempre tenía que esperar lo peor, ya que el momento en que su acosador podía atacar era incierto. Se dirigió hacia los columpios, apartados de las escaleras donde Argón y sus amigos solían congregarse, y, como no hacía falta mencionar, su novia.

Había estado en ese colegio desde el año pasado y nunca había tenido problemas con nadie hasta que apareció Argón hace un mes. Por alguna razón desconocida, lo había estado molestando todas esas semanas interminables. Aluminio era bastante reservado, no solía integrarse en grupos, participar en fiestas o socializar con la mitad del colegio, al contrario de Argón, quien contaba con muchos amigos y una novia, a la que, según rumores, Argón había engañado no solo una, sino innumerables veces.

A pesar de que durante las clases se sentaban lejos, eso no impedía que Argón lo molestara con palabras ofensivas como "hija" o "perra" cada vez que podía. En el recreo, Aluminio sabía que Argón lo buscaría para hacerle la vida imposible, como siempre.

El recreo llegó a su fin, Aluminio dejó los columpios y notó que detrás de él estaba Argón, mirándolo fijamente. Aluminio lo encaró y caminó hacia el salón, con esa extraña sensación de que Argón lo seguía, aunque, de alguna manera, esto no le disgustaba del todo.

Mientras Aluminio se sumergía en sus pensamientos, recorriendo los pasillos del colegio, no podía evitar recordar cómo su vida había dado un giro desde la llegada de Argón. Antes, los días transcurrían de manera apacible, llenos de risas y compañerismo. Ahora, cada jornada se convertía en una batalla constante por mantener su integridad emocional.

El aroma de los libros en la biblioteca, antes un refugio seguro, ahora se mezclaba con el temor de encontrar a Argón en cualquier esquina. La simple idea de cruzarse con él en el pasillo generaba una tensión palpable en el aire. Aluminio se preguntaba qué había desencadenado esta tormenta en su vida. ¿Era acaso el destino, una casualidad, o algo más oscuro?

En el último mes, había aprendido a vivir con la sombra de Argón, un peso constante en sus hombros que lo acompañaba incluso en los momentos más cotidianos. La realidad era que Argón había transformado la rutina escolar de Aluminio en un juego de estrategias y evasiones. Cada paso que daba, cada decisión que tomaba, estaba marcada por la presencia amenazadora de su acosador.

A pesar de todo, entre los rincones sombríos de su existencia, Aluminio se aferraba a la esperanza de que algún día esta pesadilla llegaría a su fin. Soñaba con un futuro donde la libertad fuera la protagonista y las risas volvieran a ser el sonido dominante en su día a día. Con cada paso que daba hacia el salón, se prometía a sí mismo resistir y encontrar la luz al final del túnel, donde la sombra de Argón no tuviera poder alguno.



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Editado: 04.05.2024

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