Amores Que Matan (#1 Secretos)

#7

ASPEN  FINNEGAN.

 

 

 

— ¿En dónde pongo esto? —Preguno uno de los tipos que contraté.

 

— Por allá. —Señale al patio.

 

Hoy es el cumpleaños de Rylee y pensé hacerle una fiesta sorpresa, ya que nunca tuvo una.

 

— ¿Qué hacemos ahora?

 

Veo al muchacho.

 

— Cuelguen las luces. —Ordeno.

 

Decoración, listo.

 

Comida, listo.

 

Bebidas, listo.

 

Entretenimiento, listo.

 

Regalos...

 

Mierda.

 

Me faltó comprar los regalos.

 

¿Qué hora es?

 

17:00 p.m.

 

Aún tengo tiempo el cumpleaños es en 3 horas más.

 

Voy hacer una fiesta en la piscina de noche.

 

A lo importante.

 

Que voy a comprarle.

 

Tengo que pensarlo bien.

 

Muy bien.

 

Tiene que ser algo que yo esté segura que le va a gustar, ¿Pero que?

 

Pensa Aspen.

 

Pensa.

 

¿Qué se le compra a alguien que lo tiene todo?

 

Pensa.

 

¿Un llavero con su nombre?

 

No, eso no.

 

¿El que puedo regalarle?

 

No sé me ocurre nada.

 

Esperen, ya se.

 

Lo tengo.

 

Eso le va a encantar.

 

Agarro mi abrigo, las llaves y mi bolso.

 

— Blas, fíjate que todo esté en orden, tengo que salir un momento, enseguida vuelvo.

 

— Está bien anda, yo me ocupo de todo.

 

Dejé a cargo a mi hermano y me fui al centro comercial.


















































































 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 


 

(...)
 


 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 
















































































 

Llegué al centro.

 

Fui a la tienda “Tiffanys”

 

— ¿Cuál quiere?

 

Me mostró un montón de anillos.

 

De plata.

 

Oro.

 

Y bronce.

 

Va a tener que ser de bronce, Rylee es alérgico al oro y a la plata.

 

— Dos de bronce, por favor.

 

— ¿Quiere grabarle algo?

 

— Si, en el de hombre que diga, Sempre y en de mujer Insieme. —Pedi.

 

Agarro los anillos y fue a grabarlo.

 

Luego de unos segundos volvió.

 

— Aquí tiene.

 

Me lo entrego en una caja de terciopelo.

 

— Puede mostrarme los collares de bronce también, por favor.

 

Enseguida fue a buscarlos.

 

Al volver me trajo un collar en forma de corazón que se parte a la mitad y otro era el shin y el Yan.

 

— Esté. —Señale al de corazón.— ¿Puede grabarle algo?

 

— Claro.

 

— En una parte ponga, Tutto con te y el otro que diga Niente Senza di te.

 

Otra vez se fue dejándome sola.

 

— Acá está.

 

— Gracias.

 

Le entregué el dinero.

 

Salió caro, pero llevaba ahorrando desde el año pasado para hacer la fiesta y comprar los regalos.

 

Hasta tuve un trabajo de medio tiempo, pero Rylee no lo sabe.

 

Y no tiene que saberlo.

 

No le gustaría para nada saber eso.

 

Salí de la tienda y volví a la casa.


















































































 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 


 

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Todo estaba hermoso.




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