RYLEE BOLTON.
Hoy es mi cumpleaños número 18 y otra vez la paso sola, pero está vez Nana también se fue.
Es su día libre no podía pedirle que se quede.
Pensé que al menos me dirían feliz cumpleaños, pero ni eso solo se olvidaron.
Hasta Aspen de todos en el mundo nunca pensé que ella sería capaz de olvidarlo.
Al parecer no soy tan importante para ella como creí.
Solo tuvieron sexo que más esperabas, no te va a amar por eso.
Estoy recostado en mi cama boca abajo cuando escucho sonar mi móvil.
Lo agarro de la mesa de luz y veo el nombre de Aspen.
Atiendo enseguida.
— ¿Te paso algo? —Fue lo primero que digo al contestar.
— No me pasó nada, solo quiero que vengas a mi casa.
Qué raro.
¿Qué querrá?
— Claro ya voy, ¿Nada más?
Pensé que me diría feliz cumpleaños.
Pero no.
— No, nada. —Colguo.
Me arregle y fui a la casa de Aspen.
(...)
Toque la puerta.
A los segundos Aspen me abrió.
— Hola.
Le besa la mejilla con mis labios.
— Hola.
Entrelaza nuestras manos.
Ya se ha vuelto algo nuestro hacerlo.
Me guia hasta el patio.
— ¡Sorpresa! —Gritan todos saliendo se sus escondites.
Una fiesta sorpresa.
Para mí.
Eso significa que Aspen jamás se olvidó de mi cumpleaños.
Le importo.
De verdad le importo.
Una lágrima resbaló por mi mejilla.
Estoy llorando.
Jamás nadie me hizo una fiesta sorpresa.
Estoy muy emocionado.
Miro a todos los invitados.
Hasta que mi vista se detiene en una persona en particular.
— Mamá.
¿Qué hace ella acá?
No tendría que estar trabajando?
Se acercó a mi.
— Hola hijo.
— ¿Qué haces acá?
— Aspen me dijo que estabas mal porque nunca estoy con vos en tu cumpleaños, así que deje todo y vine a estar con vos.
La abrazo.
La extrañaba un montón.
Hace meses que no la veía.
Y gracias a Aspen está acá.
Este es el mejor regalo del mundo.
No puedo creer que Aspen haya hecho todo esto por mi.
— Tendrías que agradecerle a tu novia ella fue la que organizó todo. —Hablo refiriéndose a Aspen.
Novia.
Como me gustaría que así fuera.
Pero solo somos amigos.
Tal vez con beneficios pero más haya de eso no creo.
Me volteo hacia ella.
La abraza.
— Gracias Aspen.
— No fue nada, podés acompañarme a dentro un segundo todavía tengo dos regalos más para darte.
¿Más regalos aún?
— Claro.
Me agarro de la mano y fuimos a la sala.
— Acá tenés, espero que te gusten.
Si soy de ella cualquier cosa me gustaría.
Primero abrí la caja de terciopelo.
— Es uno para vos y el otro para mí.
Son hermosos.
Me quedó mirando a los anillos.
No puedo creer que me haya comprado esto.
— No te preocupes son de bronce se que sos alérgico al oro y la plata.
Sonrío.
No estaba pensando en eso.
Pero me hace feliz que Aspen sepa eso de mi.
— ¿Cuál es el mío?
— Ese. —Señalo.
— ¿Qué dicen?
Están en italiano y no se hablarlo.
— Siempre Juntos.
— Me encanta.
Ahora abro el otro.
Pero noto que le falta una parte al collar.
— ¿Y la otra parte?
— La tengo yo.
Saque el collar de adentro de mi blusa.
— Dicen Todo contigo, nada sin ti.
— Es hermoso, muchas gracias.
— Que bueno que te gusta.
Nos miramos a los ojos.
Estábamos por besarnos, pero alguien nos interrumpe.
— Hola, amor.
¿Harry?
¿Qué mierda hace él acá?
— Un segundo. —Le pido para alejarme unos pasos de él junto a Aspen.
— ¿Qué hace él acá?
— No lo sé, yo no lo invite. Se que no te cae bien jamás lo invitaría.