Amores Que Matan (#1 Secretos)

#16

ASPEN  FINNEGAN.

 

 

 

— No puedo creerlo.

 

[...] Por tu culpa se suicido.

 

Fue él.

 

Todo fue su culpa.

 

Y me lo oculto.

 

Solo para estar conmigo.

 

— Te lo puedo explicar. —Fue lo primero que dijo luego de saber que me enteré de lo que hizo.

 

— ¡Que me vas a explicar! ¡Está todo más que claro!

 

— Todo este tiempo lo supiste y no fuiste capaz de decírmelo, en cambio me mentiste.

 

— Lo hice para que no sufrirás más de lo que ya lo hacías.

 

— Pues ahora estoy sufriendo mucho más.

 

¿Cómo pudo hacerme eso?

 

¿Cómo pudo hacerle eso a ella?

 

La uso y luego cuando no la necesito solo la desechó.

 

— Perdón amor, lo siento.

 

Trato de tocar mi brazo pero solo me aleja de él.

 

No quiero que me toque.

 

Lo último que quiero es que me ponga una mano encima.

 

Aunque acabe de ponerme no solo su mano encima, pero es diferente.

 

Hace unos minutos no sabía nada de esto.

 

— Yo no soy más tu amor, terminamos.

 

Ahora es él el que llora.

 

Me duele verlo así.

 

Pero más me duele que me haya mentido.

 

— Por favor, no me dejes... Por favor no lo hagas.

 

Ya no quiero escuchar más.

 

Estoy por irme pero me detengo.

 

Voltea a verlo.

 

Necesito saber algo antes de irme.

 

— ¿Por qué se lo dijiste?

 

— ¿Por qué le dijiste que me amabas?

 

Necesito saber por qué lo hizo.

 

Me mira a los ojos aún con lágrimas en ellos.

 

— No podía seguir con ella si te amo a vos, no era justo para ninguno de los dos.

 

Pues tampoco fue justo para mí.

 

— Pues gracias por qué eso hizo que me odie.

 

— No, yo no hize que te odie, ella siempre te odio.

 

No, eso es mentira.

 

Está mintiendo.

 

Sigue mintiendo.

 

Ella me amaba.

 

¿O no?

 

— Eso es mentira. Ella me amaba.

 

— No, no lo hacía. Te odiaba más que a nadie y no fui solo yo el que provocó eso.

 

No.

 

No puede ser.

 

No puede ser verdad.

 

— Igual ya no importa, si ya está muerte y por lo que dice la carta vos terminaste con su vida y me arrastraste contigo.

 

Lo único que si se es que por su culpa no tengo a mi hermana.

 

Me toca el brazo con su mano, pero lo quito.

 

— No vuelvas a tocarme, asesino.

 

Eso es lo que es.

 

Pude ver en sus ojos el dolor que causaron mis palabras pero no pienso detenerme.

 

El me lastimo mucho más.

 

Más de lo que alguna vez imaginé que lo haría.

 

— No me llames así. —Murmuro.

 

— ¿Y como querés que te llame? Si es lo que sos, un asesino. —Segui.

 

— Yo no la mate ella decidió hacerlo.

 

— Pero por tu culpa.

 

Qué lo entienda.

 

Fue su culpa y jamás voy a perdonarlo por eso.











































































 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 


 

 



 

(...)
 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 


 

 














































































 

Camino hacia la casa.

 

Preferí ir caminando para poder pensar.

 

Esto me ayuda a pensar.

 

Y de verdad lo necesito ahora.

 

Me odia.

 

Murió odiandome.

 

Jamás me di cuenta de eso.

 

Nunca supe que me odiaba.

 

Jamás lo noté.

 

Y por eso termino con su vida.

 

Es mi culpa.

 

Todo es mi culpa.

 

Ella misma lo dijo.

 

Todo esto es mi maldita culpa.

 

Me siento horrible.

 

Era mi hermana como no me di cuenta de todo lo que estaba sufriendo.

 

Tal vez...

 

Si le hubiera puesto más atención nada de esto hubiera pasado.

 

Es mi culpa.

 

Es mi culpa.

 

Es mi culpa.

 

Es mi culpa.

 

Es mi culpa.

 

Todo es mi maldita culpa.

 

Ahora no puedo sentir nada más que culpa y odio.

 

Culpa por la muerte de Sami.

 

Y odio hacia Rylee por causarlo.

 

Lo odio.

 

Y me odio.

 

Me odio tanto y al él también.

 

Cómo desearía no haber nacido, pero no puedo hacer nada con eso.

 

Perdón Sami.




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