RYLEE BOLTON.
— ¿Me lo ibas a decir? —No entiendo de que habla.
— ¿Me ibas a decir la verdad? —Ah, era eso.
La verdad.
Solo eso necesita saber.
La miro.
Respondo, pero no lo que estoy seguro de que es lo que quiere escucharme decir.
Pero es la verdad.
— No.
— No pensaba decirte.
No quita su mirada de mi.
El silencio es abrumador.
Me consume tanto silencio.
Abre la boca y al fin habla.
— Entonces... Eso es todo no puedo perdonarte y menos si nunca me ibas a decir la verdad.
— Si, tal vez te pensaba mentir toda la vida con eso pero fue por esto que lo hize sabía que me ibas a odiar y a hechar la culpa por la muerte de Sam.
— ¡¿Y como no?! ¡Si fue tu culpa!
Doy un paso adelante y ella da dos para atrás.
Me detengo.
Me duele que ni siquiera me quiera cerca suyo.
— ¡No lo fue, ella se mató, yo no la asesiné!
Me estoy desesperando.
Necesito que lo entienda.
— Si, tenés razón pero eso no quita que lo haya hecho por vos. Por qué vos terminaste de destruirla y te odio, te odio por eso.
No dijo nada más, solo entro a la casa.
Dejándome con un dolor insoportable en el pecho.
No lo soporto mas.
Lloro.
Vuelvo a llorar como lo hize durante toda la semana.
No paro.
No puedo.
Haga lo que haga parece que Aspen esta decidida a seguir odiandome.
Y yo a amarla.
Que ironía.
Aunque me duele como me trató no puedo dejar de amarla.
No puedo.
Cómo ella no puede dejar de odiarme.
Y eso me lastima, mucho.
Pero estoy conciente de que yo también la lastime.
Y mucho.
Por qué siempre la mentira va a doler más que cualquier verdad.
(...)
— ¿Cómo le fue mi señorito?
Me tiró boca abajo en mi cama.
Luego de llorar en la puerta de Aspen vine directo a mi casa.
Nana se sentó al lado mío.
Estoy destruido.
No creo poder insistir más después de que me dijera que me odia.
No voy a poder.
— Horrible, me sigue odiando. —Sollozo.
— ¿Cómo lo sabes?
— Me lo dijo, no, me lo grito luego de cerrar la puerta en mi cara.
Me soba la espalda para que no me desanime.
— Pues no te podes rendir, seguí intentándolo, si de verdad la amas hacelo ¿O acaso ya no la amas?
Levanto la cabeza.
La miro.
Tiene razón, no puedo rendirme ahora.
Aunque esté lejos de conseguir su perdón.
Aunque me odie.
Aún así voy a seguir intentando.
Por ella.
Por mi.
Y por nuestro amor.
— Si, la amo.
— Entonces levántese de ahí y piense en algo para que lo perdone.
Me levanto como un resorte.
Tiene razón.
— Tenés razón Nana, eso es lo que voy a hacer.
Beso su mejilla y me meto al baño.
Ahora a pensar que voy a hacer.
Y rápido.
No puedo permitir que me deje.
No ella.