Amores Que Matan (#1 Secretos)

#19

ASPEN FINNEGAN.


 


Entro apresurada al hospital.

 

Empujó a las personas haciéndome paso para llegar a la enfermera.

 

Me acerco a una enfermera con Blas detrás mío.

 

— Disculpe, sabe dónde se encuentra el paciente Rylee Bolton.

 

— ¿El del accidente?

 

— Si.

 

— Por este pasillo, habitación quince. —Me señaló el camino.

 

— Gracias.

 

Empeze a caminar rumbo a la habitación.

 

Doce...

 

Trece...

 

Catorce...

 

Quince.

 

Afuera veo a la Nana de Rylee.

 

Nos ve y se levanta del asiento.

 

Nos acercamos a ella.

 

— ¡Cariño! —Al verme vino a abrazarme.

 

— Hola Nana, ¿Sabes algo de Ry?.

 

Dejó de abrazarla.

 

— No, estoy esperando que algún doctor salga.

 

No digo nada solo me dirijo hacia los asientos que están al lado de la habitación de Rylee.

 

Blas se sienta a mi lado sin decir ni una palabra.

 

Luego de un rato de esperar, sale el doctor.

 

Nos levantamos todos a la vez.

 

Me acerco con Nana hacia el doctor.

 

— ¿Y doctor cómo está? —Habla Nana.

 

— ¿Es familiar del joven?

 

— No. —Responde Nana cabizbaja.

 

— ¿Alguno de ustedes es familiar?

 

— Soy su novia.

 

Es lo único que se me ocurrió, si no, no va a decirnos nada.

 

Es un sacrificio que tengo que tomar.

 

— De acuerdo. Hicimos todo lo que pudimos pero... Quedó en coma. Ahora todo depende de él.

 

No.

 

Por dios.

 

No me puede dejar.

 

Los.

 

No los puede dejar.

 

A ellos, no a mí.

 

— ¿Cómo que depende de él? —Pregunto preocupada.

 

— Si, si el quiere quedarse o irse.

 

Nana se larga a llorar y yo no tardó mucho en seguirla.

 

Una vez que me calmo, le pregunto una última cosa.

 

— ¿Podemos pasar a verlo? —Pregunto desesperada.

 

— Si, pero de a uno.

 

— Claro.

 

No dice nada más y se va.

 

— ¿Quien entra? —Habla mi hermano por primera vez desde que salimos de la casa.

 

— Pase usted señorita Aspen.

 

— ¿Segura?

 

— Por completo.

 

Le muestro una sonrisa de boca cerrada.

 

Tocó la perilla de la puerta.

 

La mano me volvio a temblar.

 

¿Por qué ahora?

 

Dios estoy muy nerviosa.

 

Giro la manija y entro.

 

Lo primero que mis ojos ven es a él.

 

A mí Rylee.

 

Parece que estuviera dormido.

 

Me acerco a él.

 

Me quedó ahí parada.

 

Le sostengo la mano entre las mías.

 

Lloro.

 

Me duele verlo así.

 

Pálido.

 

Y sin hacer nada.

 

Sabiendo que puede morir si el lo desea.

 

Que no lo haga.

 

Por favor.

 

— Rylee, no tengo idea de si me escuchas o no... Pero igual voy a hablarte.

 

Suspiró.

 

Calmo mi llanto.

 

— El doctor dijo que todo depende de vos ahora. Si querés podés dejarnos, pero si haces eso estarías siendo un verdadero cobarde. No me dejes. No fue en serio lo que te dije, te amo. No podés dejarnos. Sos lo único que me queda, ya no tengo nada. Solo te tengo a vos, te juro que quisiera poder perdonarte, pero no por que no puedo. Tal vez es por qué vos fuiste el que me miento si hubiese Sido otra persona no me hubiera dolido tanto, pero fuiste vos la persona que más amo en todo el maldito planeta. Por favor, no dejes, no nos dejes.

 

Vuelvo a llorar.

 

Beso el dorso de su mano.

 

Apoyo mis labios despacio en sus labios, dándole mi último beso por si decide dejarnos.

 

— No te mueras, hacelo por mi, por Nana, por Blas ya hasta te quiere más que a mí.

 

Suelto una risa suave.

 

— Si te vas le estarías dando el gusto a Samara, ella quisiera que te mueras en serio vas a darle ese placer.

 

Beso su frente.

 

Suelto su mano.

 

— Te amo.

 

Me alejo de él y salgo de la habitación.

 

Si esa era la última vez en que me podría escuchar, tenía que decirle lo que aún siento.

 

Solo espero que me haya escuchado.

 

Por favor, que me haya escuchado.

 

Solo eso pido.




















 























 























 




























 

(...)
 





















 























 


























 
























 

Me siguen temblando las manos.

 

No puedo hacer que paren.

 

Es tanto el temblor que ni siquiera puedo tomar mi café.




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