Amores que matan | Serie: Sqm 3

7. Jodida evasión

» El ignorar los sentimientos no significa que no estén ahí y si lo haces solo es por miedo... De lo que pase «

Las próximas semanas después de todo lo ocurrido fueron bastante sofocantes y atípicas, Ran estuvo ocupado con su familia y me dejó caer todo el peso de los negocios a mí. Sentía lo pesado de todo, pero solo yo podía ocuparme de esto.

Aunque Nova fue de gran ayuda, Ran también le delego cosas a ella, pero fuera de la empresa, a pesar de llegar temprano a la empresa e irme tarde nunca logré poder verla, aunque fuese un solo día. Estábamos muy ocupados y cansados, al menos yo sí.

Quería verla, eso era claro. La última vez fue cuando la bese en su oficina porque no se callaba. Necesitaba repetir eso. Hoy seguramente sería lo mismo, así que no me preocupo en salir tarde del trabajo y voy temprano a la casa de Ran porque quiere hablar conmigo.

Me estaciono frente a la casa de Ran y salgo del auto. En la enorme puerta de entrada me espera Tayler de la mano de Becca, los dos me reciben con una sonrisa. Cargo a Tayler en mis brazos.

—Hola campeón, ¿Como estás? Me dijeron que estuviste enfermo.

—Hola tío Reimon, solo un poco pero ahora me siento mejor.

—Esta mejor, suele pasarle a veces con el cambio de clima. —explica Becca y le doy un abrazo como bienvenida.

—Apuesto a que Ran se volvió loco.

—Ni lo digas, fue tierno al principio después se volvió obsesivo. Pero que le hacemos, es un padre sobreprotector.

—Y vaya que sí. ¿Dónde está?

—Con Arley en la sala, viendo televisión.

Los tres nos dirigimos a la sala que está con la gran pantalla donde pasa la película de Frozen especial de navidad, ellos están atentos a ella y las luces están apagadas, solo cuando Becca las enciende los dos voltean a vernos.

—Muy entretenidos ¿Eh? —me burló de la cara de los dos, que están embelesados en ella.

—Elsa tiene todo un cofre de guantes de satín ¡Que locura!

—Papi no olvides el muñeco de Ana —le dice Arley. Es una niña así que no me iba a burlar de ella.

Ran apaga la televisión cuando los créditos terminan me acerco a ellos y le doy a Tayler para tomar yo a Arley.

—Mami ¿Ya puedo comer helado? —ella se escurre entre mis brazos a los de su mamá.

—¿Qué fue lo que dijo papá?

—Pero solo será un poquito.

—Ley, tu hermano estuvo enfermo no quiero que tú también —dice Ran con el mismo tono de berrinche de su hija— Que mami te de chocolatada caliente con ¡Malvaviscos! ¿Si, nena?

—Está bien papá, le traeré un poco a Tayler y a tío Reimon.

—¡Y a mí! No te olvides.

Arley se burla de su padre, vaya que eran igual de rencorosos los dos. Ran le da el mando al niño para que busque algo en la televisión, me siento a su lado. Los dos ya estaban en pijama y apenas eran las seis de la tarde.

—¿Para qué me hiciste venir? No te paras por la oficina, pero me haces venir aquí.

—Lo siento, con lo de Tayler me fue más imposible. Pero ya está mejor, voy a compasártelo.

—No necesito una recompensa. Ve al grano.

—¿Puedes cuidar a los niños está noche? Hoy es nuestro aniversario con Becca, iremos a cenar, pero ninguna niñera me genera confianza como para dejar mis hijos.

—¿Y yo soy la última opción?

—Para nada, tú siempre eres el primero. ¿Y bien?

—Está bien, a qué hora se van. Te miro muy cómodo en pijama.

—Nos iremos a las ocho, talvez un poco antes. Venga, vamos con los demás por el chocolate.

Apagan la televisión y los tres nos dirigimos a la cocina, en la encimera están las tasas emanando humor por su contenido, con ayuda de Becca, Arley le pone encima los malvaviscos a cada una. Nos sentamos los tres frente a ellas y Arley los pasa con cuidado las tasas, esta niña me ganaba cada vez más.

—¿Quieres más malvaviscos, Tayler?

—Arley, no le des más dulce a tu hermano. No podrá dormir de tanta azúcar y aún debe tomar medicina. —La reprende Ran, Tayler le extiende la mano y ella feliz de nuevo, le pone un malvavisco en ella, seguido él lo vacía en el vaso de Ran.

Que gran ingenio para resolver ese problema.

NOVA

Termino de abrigarme bien, hoy en especial hacía frío y me acababa de dar un baño. Recojo mis cosas y lo meto a mi bolso, salgo de mi habitación para bajar por las escaleras y salir de casa al estacionamiento.

—¿Saldrás? —habla por detrás Murdo y me sigue a la puerta.

—Aún tengo asuntos que atender, no puedo dejar nada inconcluso. Lo sabes.

—Voy contigo.

—No. Está bien, iré a muchos lugares y debes preparar lo de mañana. Trataré de no volver tan tarde ¿Sí?

—Bien, recuerda tener cuidado y llamarme si algo se ofrece. Terminaré lo de mañana, recuerda llamar a Long, está de viaje toda la semana y se preocupa por ti. Llámalo más seguido.




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