Amores que matan | Serie: Sqm 3

13. Muertos por privilegio

» Tenía miedo de tocarte, porque eras parte de mí. Pero me di cuenta que solo yo podía contra ti, que era nuestra guerra «

Respiro pesadamente y los brazos me duelen tanto porque cargan el peso de todo mi cuerpo junto con mis rodillas que son el único soporte para no quedar colgando de las cadenas. La sangre de mis heridas en la cara ya se ha secado y endurecido, ahora mismo solo se siente como si fuera polvo.

Han pasado algunos días, menos de una semana me atrevería a decir. Trago la saliva que mi boca genera en un intento de obtener algo líquido que hidrate mi atormentada garganta.

La puerta de la celda se abre con un pequeño chirrido, ni siquiera levanto la mirada o abro los ojos porque ya se quién es. Solo me queda sonreír amargamente porque estúpidamente aún siento afecto hacia mi hermano, el que ahora me hace esto.

Una mano fría con dedos delgados me aparta cabello de la cara y roza mis cortes de la mejilla, abro los ojos que pesan lo suficiente como para fallar en los primeros intentos.

Lo que pensé encontrarme fue todo lo opuesto a lo que estaba frente a mí, había un chico que aún emanaba humanidad a comparación de Reiza, cabello castaño y un arma en el cinturón de la cadera. Ya lo había visto antes, de eso estaba segura.

—Soy Ulrik señorita Nova, haga silencio. Voy a sacarla de aquí.

¿Ulrik? A mi mente vaga el recuerdo de cuando Reiza grabó la golpiza que me dio para papá y fue precisamente el chico delante de mí quién sostuvo el celular.

—¿Por qué harías eso por mí? —se adelanta a dejar libres mis muñecas de los grilletes— trabajas para Reiza.

—Digamos que tuve un momento de reflexión, tengo hermanos, papás y una familia. Si ellos estuvieran un su misma posición también quisiera que los ayudara alguien.

—No llegaremos muy lejos con Reiza.

—No se preocupe señora, los refuerzos vienen en camino —termina de liberarme y me pasa un brazo por su hombro para ayudarme a estar de pie, pero mis piernas parecen gelatinas y tiemblan a cada paso.

—¿De qué refuerzos hablas?

—Digamos que hice un par de llamadas.

REIMON

Long tira todo lo que está encima de la mesa de reuniones como acto de desesperación, hace cuatro días no sabíamos nada de ella y para este punto yo también empezaba a volverme loco. Ran intento ayudarme, pero ni con sus influencias del bajo mundo logro dar con ella.

Qué sentido tiene tener todo el dinero y poder que desees si al final es tan fácil que te arrebaten lo que más amas y no puedes recuperarlo ni siquiera dando a cambio todo lo que ya tienes.

Del teléfono de Long empieza a sonar una mini alarma típico de cuando llega un mensaje o algo más, me acerco cuando el enciende la pantalla de su teléfono, se mira que es un correo, al abrirlo lo dirige rápidamente a otro sitio, los dos nos vemos las caras cuando vemos un mapa satelital que dicta unas coordenadas y en un lugar un punto rojo no deja de parpadear.

Los dos sentimos que una mínima esperanza se vuelve a encender y no hay tiempo para ver si es algo viable, los dos estamos desesperados por encontrarla.

REIZA

Tik tak, Tik tak... el reloj de la habitación es todo lo que se escucha, mi mente da demasiadas vueltas y no se ve intención de parar en algún lugar. Me acomodo en el sillón echando la cabeza hacia atrás mientras el humo del cigarrillo cala por mi garganta.

"Llorando en las iglesias, rogándole a dios, que tenga paciencia que no se olvide de mí.

Ya no me importa perderme muy dentro, te tengo en mi mente todo el tiempo

que voy por el mundo vacío, tratando de sanar esta herida".

Sigo tarareando la canción por lo bajo mientras vuelvo mi vista a las cámaras frente a mí y sigo siendo paciente para darles un poco más de tiempo a esos dos de llegar más lejos que solo a la puerta de la celda

Reiza... Reiza....

Ese zumbido vuelve a mi cabeza y las voces antes dormidas continúan con sus susurros en intentos de llamar mi atención.

Reiza...

Corto las voces con el sonido del cristal rompiéndose, me levanto apando el cigarrillo a mis pies y apartando los trozos del cristal de la televisión, sumiendo la habitación en total oscuridad. Creo que ya les había dado suficiente tiempo para avanzar.

Empiezo por esa habitación, que tras mi salida es envuelta en llamas, cada paso que doy deja un camino tintado de fuego que después de mucho tiempo es el único calor que he podido sentir, si me iba a ir al infierno por mis pecados no dudaría en llevarme a todos conmigo, porque si yo siendo un niño fui exiliado haría que todos pasaran por mí mismo sentir, total... yo ya estaba muerto desde hace mucho.

NOVA

Junto a Ulrik tratamos de correr lo más rápido posible pero mi mal estado hace la tarea el doble de complicado, por instantes recapacito si en verdad es posible salir de aquí, si aún hay esperanzas de que todo esto acabe bien. Si bien hemos tenido que evadir más de alguna cámara o sensor, la verdad no nos habíamos topado a ningún hombre de Reiza y eso lejos de aliviarme solo me daba más miedo.




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