Amour et mode.

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—Buen trabajo esta temporada, comencemos con la siguiente —dijo el jefe de la casi mundialmente famosa empresa EABIKA contagiando a los empleados con su buen humor, quizá un poco exagerado —Oh, señorita Yvett, hoy llega su nuevo asistente, tiene buenas recomendaciones, espero que se lleven bien y le muestre su forma de trabajo en el departamento de diseño.

 

—Por supuesto, señor Smith, puede dejarlo en mis manos —respondí con una leve sonrisa de mi rostro desvelado.

 

—Siempre puedo confiar en usted —repuso con un atisbo de orgullo.

 

—Bueno, ¡vamos, quiero a todos de regreso al trabajo! —gritó a los presentes, que comenzaron a salir con paso lento pero decidido de la sala de conferencias.

 

De camino al ascensor para bajar a mi oficina y empezar los preparativos de la nueva línea de prendas, recordé lo necesarias que eran una vacaciones, aunque no podía pedirlas sin tres condiciones, enumeradas tanto en mi mente como en mi ordenador:

 

1.- Llegar al inicio de la temporada otoño-invierno.

2.- Organizar absolutamente todo para no volver a retrasarnos en la entrega de los diseños.

3.- Entrenar a mi nuevo subordinado.

 

Así pues, con un largo suspiro presioné el botón del piso 14, donde seguro encontraría un montón de papeles dispersos sobre el escritorio, y tal vez a mi querido Aren con una taza de café dándome ánimo para terminar lo antes posible --al menos esta imagen cruzó por mi mente agotada.

 

Al acercarme pude ver a Aren revisando la gama de colores proporcionada por Pantone*. «Aún no sabe que ya salí de la reunión y ya está trabajando», pensé entornando los ojos antes de soltar las carpetas que sostenía para desplomarme en la silla rotatoria.

 

—Dime una cosa, Aren: ¿estás seguro de que no eres un androide programado para trabajar? —inquirí mientras me quitaba los tacones que torturaban mis pies y sacaba de la parte inferior del escritorio unas pantuflas guardadas junto con otros tacones y unos zapatos de piso que utilizo para ir a la casa y regresar al  trabajo.

 

—¿Qué la hace pensar eso, señorita Yvett? —cuestionó Aren con su usual mirada inexpresiva.

 

—Bueno, eres tan responsable y preciso que en ocasiones dudo que seas humano —expliqué sintiendo un gran confort al deshacerme de los zapatos.

 

—Sólo hago mi trabajo —expresó sin separar la vista de las hojas que sostenía.

 

—Bien, y ¿sabes si ya llegó el nuevo empleado? —pregunté mientras ordenaba los documentos del escritorio.

 

—Me parece que la señorita Liv se encontraba en la recepción con un joven --contestó Aren contemplando el desorden de papeles.  

 

—Yvett, ya está aquí el chico nuevo; vine hace diez minutos pero seguías en la reunión. ¿Le digo que pase, o que espere un poco más? —manifestó Liv entrando de improviso.

 

—Hola, Liv, que pase; puede ayudarnos en tanto lo pongo a prueba —señalé mientras tomaba la gama de colores.

 

—Entendido —exclamó saliendo del lugar.

 

Casi de inmediato pude ver a un chico de 25 años recién graduado y sin idea de lo duro que es el mundo laboral, es decir, un completo novato.

 

—Buenas tardes, mi nombre es Daven Taylor, será un honor trabajar con ustedes —aseguró tendiéndome la mano, que estreché al incorporarme con estas palabras:

—Bienvenido, Daven, mi nombre es Yvett Brown. Ah, y este androide es Aren Jones, a quien puedes recurrir en caso de que no me encuentre yo, y supongo que ya conoces a mi querida secretaria Liv Williams.

 

—Gusto en conocerlos —expresó ofreciendo la mano a Aren, quien la recibió con indiferencia.

 

—Gracias, Liv, ¿alguna otra cosa? —inquirí.

 

—Sí, el señor Niels me pidió que le avisara sobre el muestrario de telas; la distribuidora ya lo tiene listo, con las diferentes texturas y estampados. La cita está programada para hoy a las 4:00 —indicó revisando su tableta.

 

—Muy bien, envía la dirección a mi teléfono, aún tengo una hora de margen.

 

—En seguida, hasta luego —contestó para dirigirse a la salida.

 

—Bien, ¿qué te puedo enseñar en una hora? Bueno, al tiempo que ordeno los documentos de la  reunión cuéntame lo que sabes de la empresa —ordené mientras tomaba la pre-muestra de telas que una hora más tarde compararía con la nueva, y en tanto reparaba en Aren, quien por primera vez estaba prestando atención a Daven.

 

—...Sé que esta firma comenzó siendo un pequeño negocio familiar y que el señor Niels Smith puso todo su empeño en levantarla y hacerla famosa. Sin embargo, debido a un contrato casi todo se vino abajo y EABIKA quedó en números rojos. Luego llegó usted, señorita Yvett, y con sus diseños innovadores y frescos la reanimó hasta conseguir un alza de las acciones, en menos de dos años, por lo cual es un honor para mí trabajar con usted —agregó dirigiendo su mirada a mi sonrojado rostro.



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En el texto hay: amistad, amor en el trabajo

Editado: 24.07.2018

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