¡mi verano con un idiota!

· PRÓLOGO ·

7 años atras

La campana que anunciaba el recreo sonó y como de costumbre, una avalancha de niños corrió hacia la salida como si no hubiera mañana. Eric Tanner estaba entre la multitud con los brazos en cruz, obviamente con la fascinante intención de molestar.

 Beth a mi lado rodó los ojos.

- Estúpido orangután...- murmuró Rose. Ella odiaba con todas sus fuerzas a aquel moreno chico que tiraba de su cabello una media de veinte veces al día.

- ¡GALLETAS!- el estridente grito de Beth hizo que Rose y yo saltáramos de nuestros asientos, ella sujetaba su mochila en alto con cara de felicidad máxima. Oh no, galletas. La merienda preferida de Beth y la única que no compartía con Rose y conmigo.

Y justo hoy se me había olvidado la mía en casa.

- Tranquila Tara, yo te daré bocadillo de atún- puse mala cara y Rose al momento me acompañó, hoy ambas moriríamos de hambre.

Las tres caminamos hacia el recreo cojidas de las manos, yo en el medio ya que era la unica que no llevaba bolsita de merienda. Beth se pegaba a la suya con ansias. Nos sentamos en nuestra banquito de siempre, junto al enorme y hermoso cerezo. Las flores rosadas caían como nieve en el invierno, alargué un bracito y recojí una que danzaba perezosa en el viento.

- ¡Gue bonitaz! - Beth miró la pequeña flor con ojitos tiernos, su boca llena de galleta lanzó proyectiles de pepitas de chocolate hacia mi flor.

-¡Bethy!

-Ups...- esperó a terminarse la enorme galleta y me sonrió- Lo siento Tara, la florecita es muy bonita, ¡y mira! ¡Pega con mi vestidito!

La miré, siempre había envidiado su cabello negro y corto que brillaba como la noche, muy diferente al mio, castaño y rizado. Simple y común. Sujeté un mechon de su flequillo a un lado de su rostro y le puse la pequeña flor.

- Ahora es mas bonita - le sonreí, haciendo gala del hueco entre mis dientes. Sus ojos se aguaron y su pequeño labio manchado de chocolate tembló. Mi madre siempre decía que Beth era un ''poquito sensible''.

 En ese momento, contaba con ello.

Se largó a llorar dramaticamente entre mis brazos, gritando a los cuatro vientos cuanto me quería. Sí, Beth era todo un caso.

Le hice una señal a Rose con la mano, era momento de actuar. Se levantó y finjió buscar otra flor entre las marchitas y pisoteadas del suelo, acercándose disimuladamente a la mochila de Beth. La pequeña morena seguía repartiendo besos a diestro y siniestro por mis mejillas.

Rose metió la mano lentamente con gesto de precaución, me entraron unas ganas terribles de tararear la melodía de ''Misión Imposible'', película que mi hermano no se cansaba de ver. Era un pesado. Él también cantaba aquella cancioncilla cuando intentaba escaparse de mama con la intención de librarse de la ducha.

Por eso no la canté, a él nunca le funcionaba.

Acuné a la llorosa Beth contra mi pecho mientras Rose sacaba despacio el deseado dulce, un par de galletas de chocolate. Los mayores siempre decían que nos encantaba hacer todo lo que estaba prohibido, y tenían mucha razón. Posiblemente esas galletas no nos gustarían tanto a Rose y a mi si Beth las compartiera siempre que su mama se las enviaba.

-Gra-gracias Tara... por la florecita... y, como has dicho eso taaan bonito...- Beth alargó el "tan" como en un cántico, miré a la vez detrás de su cabeza donde Rose saboreaba la galleta con una sonrisa de oreja a oreja - a ti no te gritaré por participar en el plan para robarme mis preciadas galletas.

Rose se quedó estatica en su lugar con la galleta a medio camino hacia su boca. La malvada sonrisa que apareció en el rostro de Beth, sinceramente, me hizo temblar.

-¡ROSALIE LAUREN FUTURA DE TANNER!- no negaré que salí corriendo como una cobarde hasta esconderme detrás del cerezo. 

En ese momento correría la sangre, o mas bien, el chocolate.

Desde mi nueva y segura posición observé como la cara de Rose se iba transformando en una mueca de indignación. Beth siempre aseguraba que mi rubia amiga estaba predestinada a casarse con el niño de sus tormentos, alias, Eric Tanner.

Y contra Beth nunca se debería apostar.

-¡Ni loca! ¿Escuchas? ¡Ni loca me casaría con ese mocoso sin cerebro!¡Sabes que eso es mentira MARY ELISABETH BRANDON FUTURA DE DUNCAN! ¡Retiralo!.

por si no había quedado lo suficientemente claro lo mucho que la molestaba eso a Rosalie, solo diré que se estaba conteniendo al ver que varios compañeros se habían girado a observar curiosos. Tuve que morder la rugosa corteza para no soltar la carcajada brutal que amenazaba con salir de mi garganta.

Beth abrió los ojos desmesuradamente y se llevó una mano al pecho.

-¿Futura de Duncan...? Esta bien, acepto- se encogió de hombros y rió soñadora- sería con gusto la cuñadita de Tara y esposa de su hermoso hermano.

¡Puaj! No comprendía totalmente la fascinación que sentia mi amiga por mi guarro, mocoso, bruto e infantil hermano. Sus ojos ansiosos buscaron entre la multitud de niños y suspiró al encontrar a mi mellizo en la portería de la pista de futbol.




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