Anatema

Egoísta y cruel.

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s

No había visto a mis padres o a mi hermano desde mi visita a Londres hace un par de meces, mi comunicación con ellos se había restringido a correos electrónicos, mensajes de texto y llamadas. En su mayoría referente a la situación de mi hermano. Él y yo no habíamos hecho las paces, pero parecía que mi ayuda había sido bien recibida. Aun creía que él no era culpable, o más bien, que el solo había encubierto a Carrie. Podía ser que yo no la hubiera identificado, pero las pruebas estaban ahí; durante mis lecciones con el Meissa Bowles, aprendí un poco de la mente criminal; él decía que los casos suelen tener hipótesis infinitas, pero solo dos caras. La verdadera y la que puede ser verdad, todo está en estudiar y comprender a las partes y el caso.

Una cosa que señaló y que he omitido contribuir con mi familia, es sobre los testimonios, en especial sus testigos. “Vera, señorita Grant. Los testigos, en su mayoría son los que forman los casos en nuestra legislación, sus relatos y versión de los hechos ayudan a formularlo, sin ellos habría lagunas e infinitas interrogantes. En nuestro mundo los casos solo llevan un lado, no hay versión del culpable y del afectado, es la versión que la Orden y los deliberadores realicen.” Esas palabras me habían hecho pensar que el caso estaba basado mayormente por lo que Caelum, Hades, su par de amigos y yo habíamos testificado. Nunca fuimos llamados a la orden, pero recuerdo que el rector Sackville tenía un Crystallum cuando escuchaba nuestra versión de los hechos; Caelum me había explicado que nuestros testimonios eran válidos a pesar de no haberse hecho ante la Orden. Pero lo que realmente sembró algo en mí, fue cuando el Meissa me dijo que siempre debía analizar y averiguar una cosa de los testigos ¿Qué tan confiable es su testimonio? Basándome en el historial, características y personalidad de los implicados.

Los verdaderos Orioni habían demostrado que tan cúreles e insensibles podían ser, no lo sabía porque alguien me lo había dicho, lo sabía porque yo lo había experimentado. No podía olvidar que en el inicio su único objetivo era deshacerse de nosotros, incluso no dudaron en recurrir a métodos despreciables para hacerlo. ¿Podía confiar en su palabra? A los dos amigos de Hades apenas y los conozco, el primero no había hecho nada en contra de nosotros, pero hay algo en su aura, algo escalofriante. Y luego está Caelum, ¿Podía estar segura de que sus intenciones han cambiado? ¿O era tan estúpida para dejar que mis sentimientos por el me cegaran?

—Sienna. —La voz de Odette me hizo girar antes de terminar de bajar por las escaleras del observatorio de la Orden—. Mañana estaré esperándote aquí a las ocho en punto ¿entendido?

Asentí con una pequeña sonrisa.

El atardecer en el lugar me desconcertó, es tan extraño la diferencia de tiempo. Un guardia me interceptó antes de que pudiera descifrar a donde ir.

—¿Sienna Grant? —interrogó con dureza. Asentí sin entender y antes de que pudiera hacer una pregunta, esté se giró con una postura perfecta indicándome que lo siguiera por un camino lleno de arcos de piedra blanca con plantas colgantes alrededor.

—Su familia se encuentra en la residencia.

—¿Residencia? —Intenté seguirle el pazo, pero era un hombre veloz.

—La Orden de Orión tiene disponible una residencia donde puede alojarse en casos como este o cuando el Orioni lo requiera, siempre la Orden lo crea conveniente.

El resto del trayecto paso en silencio, así que me dedique a ver todo el lugar, observando detalles y edificios que no había podido apreciar en mis visitas anteriores. Este lugar era precioso, imponente y mítico a la vez. Había pocos Orionis deambulando, el horario de este lugar continuaba siendo una incógnita que Brad y yo nos habías preguntado más de una vez. Mis pensamientos fueron interrumpidos al chocar con algo duro, me alejé de inmediato sobando mi nariz, no había sido algo, sino alguien. El guardia sin nombre me miró sin expresión, quise disculparme, pero el me detuvo.

—En la entrada esta la cabina de vigilancia, debe dar su nombre e identificarse. Le entregaran un pase de visitante por las próximas veinticuatro horas, el guardia del edificio le dirá el resto de instrucciones —explicó y con una leve inclinación de cabeza, se retiró. Encantador.

—Hola —saludé con una sonrisa—. Mi nombre es Sienna Grant.

La guardia me dedicó una mirada aburrida y señaló un cilindro sobre el mostrador, coloqué mi anillo sobre este y ella movió su Ilium sobre la mesa, la cual tenía un rectángulo de cristal de la que salían gráficos en tercera dimensión o como fuera que se dijera en este lugar; un rectángulo de metal con la letra V y mi nombre grabado dejaron de ser un gráfico y se desplazaron frente a mí en el mostrador. No debía estar sorprendida, pero lo estoy.

—Colóquelo sobre su ropa y muéstrelo cuando sea requerido, no se permite tecnología humana y debe limitarse a seguir las reglas. —La mirada de la guardia cayo en el bolsillo delantero de mis pantalones que dejaba ver la pantalla de mi móvil. Luego de colocar el pase de visitante debajo de mi broche Impetu, le entregué mi móvil con una sonrisa nerviosa, la cual fue correspondida con los mismos ojos aburridos. ¿Qué todos aquí odian su trabajo?

¿Dónde…?

—Nivel tres, su nombre aparece en la puerta de la habitación.




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