Anayra.

☾ Prólogo. ☽

Hace siglos atrás.

Se escuchan a lo lejos los gritos de la gente mientras tratan de huir del incendio que cubre a toda la ciudad, la esperanza todavia recorre en sus hilos, todavia piensan en que lograran salir vivos de este lugar. Me acerco a la ventana y observo como las llamas tienen vida propia y consumen todo a su alrededor, rápidamente las llamas rodean a las personas y poco a poco las vuelve polvo, una sonrisa inunda mis labios, totalmente divertida y entretenida por la situación.

Escucho pasos aproximandose a la sala donde me encuentro, antes de poder darme media vuelta, la puerta se abre abruptamente y una mano se posa sobre mi hombro, me empuja hasta quedar enfrente al individuo que se encuentra extremadamente molesto.

—¿Qué carajos hiciste, Anayra? ¿Por qué mierdas la mataste? - escape con rabia completa Killian.

Me encogí de hombros todavia con una sonrisa en mis labios, lo que provoca que el agarre de Killian se intensifica. Su cabello azabache está vuelto un desorden, sus ojos azules están completamente oscuros debido a su arrebato de furia, su cuerpo está completamente tenso y observa como sus manos están llenas de sangre seca.

Hago una mueca de desagrado por estar manchando mi camisa totalmente blanca y limpia, a pesar de todo el desastre que nos rodea y veo como Killian Grune molesto por mi indiferencia.

—¿Y qué pasa si la mate? Capaz y lo hice por mera diversión, sabes cómo soy, Killian — su mano aprieta más mi hombro pero no me inmuto en absoluto.

—¡Es tú hija, Anayra, no cualquier cosa!— sus ojos tratan de buscar algo en los míos, pero me mantengo igual.

—Lo sé, pero siento que soy una excelente madre por hacer eso — río en completa burla y divertida por la situación.

—Anayra —advierte en un gruñido totalmente molesto por mi actitud tan desinteresada —mirame a los ojos y dímelo, diez centavos en la maldita cara que disfrutaste eso y juro que te voy a matar.

Hace siglos que estoy en este lugar, atormentándome acerca de todo, de quien soy y cuál fue mi propósito en esta vida. Solo quería un poco de paz, es lo único que deseaba realmente encontrar, pero apenas conocí a Killian, todo se volvió una pesadilla, la poca estabilidad que había conseguido se había desaparecido en un abrir y cerrar de ojos. Y cuando esa niña nació, fue peor.

Alzo la vista mientras para observar con diversión sus ojos azules quito su mano de mi hombro, dejando detrás de la marca de sangre. Su cuerpo se tensa mucho más cuando sabe lo que estoy a punto de hacer y que no me importa las consecuencias. Ya no.

—Yo, Anayra, mate a nuestra hija por pura diversión, me encantó como pedía clemencia mientras enterraba lentamente ese cuchillo en su débil y horrendo cuerpo, y sabes — agarro su rostro entre mis manos y sonrío divertido mientras sus ojos se vuelven rojos de la rabia — Me encantaría volver a hacerlo.

Una cachetada hace que retroceda y observé con sopresa a Killian. Jamás me había golpeado... ¿Acaso él...?

—Lárgate de aquí, Anayra — su voz llena de decepción hace que mis labios se aprieten —No perteneces ya a este lugar —dice antes de darse media vuelta y desparecer por la gran puerta de madera.

—¿Killian? — susurro pero ya no hay nadie en la habitación.

¿ Qué hice?

Un fuerte dolor de cabeza hace que me canse de inmediato al suelo, siento mis pulmones cerrados y no dejar entrar más el oxígeno. Escucho unos pasos, voces y un fuerte olor a quemado, trato de levantarme, de poder ver algo que me indica de dónde proviene ese olor, pero algo tapa mis ojos y mi cuerpo cede por completo.

Duerme.

No quiero, realmente no quiero, necesito buscar a Killian, pero antes de negarme, antes de moverme o pensar en algo más, el sueño me invade y me dejo guiar por este.

Voy a morir. Al fin podre tener paz, pero que es este sentimiento de arrepentimiento


 




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.