Anayra.
Sé lo que quiere Killian y cuánto lo desea.
Eso estaba claro.
Ayer por la noche tuve un sueño, uno que se sintió muy real, tanto que me perturba y me da miedo que eso pasara y que llegara a mi de una forma tan inesperada.
Recuerdo haber visto un reino en llamas, consumiendo poco a poco a su gente, los gritos de desesperación por parte de niños, adultos y ancianos, fue capaz de remover mi interior.
Esas llamas eran controladas por una gran furia que poseía alguien. Alguien que gobernaba dicho reino.
La cuestión es: ¿Quién gobernaba allí?
Las puertas habían sido abiertas abruptamente antes de ver una figura alta y robusta salir hecho furia directo a las grandes puertas que daban salida al reino. Los gritos no cesaron, solo aumentaron, el dolor era palpable al igual que el odio hacia esa potente figura.
— ¡Muérete! —escucho a alguien maldecir a la alta figura.
Puedo ver cómo este se detiene de inmediato, se da la media vuelta y empieza a caminar directo a donde el chico. El chico que había gritado empieza a retroceder de inmediato, pero la herida en su pierna no lo deja hacer mucho y de un segundo a otro, el tipo está enfrente de él, en un rápido movimiento le clava algo en la otra pierna y un grito de dolor se hace presente. El otro tipo sigue clavando y moviendo la cosa clavada en su pierna por varios minutos.
—Rey... perdón — lo toma de su brazo suplicando el chico adolorido.
Veo como el otro niega lentamente -Al parecer olvidaste que tu Rey no es piadoso con nadie, ni siquiera con la antigua Reina - dice antes de cortar el cuello del chico y matarlo a instante.
El recuerdo llegó hasta allí, no sé qué pasó después con ese reino, si al final las llamas lo consumieron todo, o si el tipo furioso mató a todos y luego se murió. No tengo la más remota idea justo ahora, solo hay una pregunta que ronda mi cabeza y es:
¿Antigua Reina?, ¿Quién era ese chico que lo llamaron Rey?
Por eso estoy aquí en la gran biblioteca del Palacio, buscando información de un reino que estuvo en llamas violentas y con una Reina muerta o desaparecida. En realidad, hay demasiados reinos con esas descripciones y mucho más sin son de tantas líneas de multiversos diferentes, pero todo se registra en cada libro, desde el nacimiento del imperio, hasta los secretos más profundos de dicho lugar.
Nadie se salva de la biblioteca del Palacio y mucho menos de Destino. Nadie lo contradice, solo alguien logró hacerlo y seguir viviendo sin miedo a morir, porque ella misma es la muerte.
Destino no puede ponerle un dedo desde que ella se convirtió en la Reina de la Muerte.
—Que aburrido —murmuro mientras pongo el libro en su lugar y tomo el de al lado para seguir leyendo su historia.
Las puertas se abren, pero ignoro quien entra ya que lo que ocurrió en este reino sí que es interesante. Un Rey y una Reina que eran el caos perfecto, sembraron dolor y sufrimiento, volvieron un caos ese mundo, pero nació algo que los volvió su debilidad: Un bebé indefenso e inocente.
—¿Qué lees? —una voz femenina llega a mis oídos antes de ver cómo el libro es arrebatado de mis manos en un veloz movimiento.
Estoy a punto de reprochar cuando me percato de que es Mikazuki, sentada enfrente de mi mientras tiene los pies sobre la mesa, su rostro tiene la misma expresión de siempre, alguien indiferente y frío, pero una sonrisa adorna sus labios.
— ¿Qué haces aquí, Mika? ¿Por qué estás tan feliz? — pregunto mientras pongo mi mano sobre la mesa y apoyo mi barbilla para observar a la chica.
Ella solo se encogió de hombros sin nunca apartar la vista del libro —Maixon se tragó un chocolate y ahora anda con un grave dolor en el culo —una carcajada sale involuntariamente de mi —, pero no venía por eso, supe que ella volvió.
Mantengo una leve sonrisa mientras asiento —Sí, volvió pero fue directo a donde Maixon porque quería aclarar algo con el lobito.
Veo como ella asiente antes de seguir leyendo en total silencio, silencio que decido romper al instante —Por cierto...
—¿Mmh? —produce un sonido en su boca para que siga hablando.
—Ya que sabes tanto y eres tan sabia — veo como ella encara una ceja mientras entrecierra sus ojos analizándome —, quería preguntar algo a la gran Reina de la Muerte.
—Depende —suelta de inmediato ella mientras deja el libro en el medio de la mesa —, todo depende de las intenciones de tu pregunta y que harás con dicho conocimiento.
—Tch, hija de puta —maldigo en voz baja, escucho su risa por unos segundos —, eres un gran dolor de cabeza, Mikazuki Kylmä.
Ella asiente con una ligera sonrisa— Lo sé.
—Mejor busco en estos libros, me sale más barato — tomo el libro antes de retomar mi lectura.
—No encontrarás mucho — dice de repente mientras se pone se pone de pie lentamente.
La observo con el ceño fruncido, mientras mi cerebro trabaja en pensar porque ella acaba de decir eso — ¿Por qué dices eso? —pregunto mientras veo como ella mantiene una sonrisa en sus pálidos labios.
—Porque yo me encargué de modificar ciertos libros por el bienestar de todos nosotros de chismosos como tú. —suelta de inmediato mientras se da la media vuelta y se larga del lugar.
Oh, que maldita.
Aprieto mis manos que están aferrados al libro antes de contar mentalmente para no cometer un crimen de odio hacia la chica de hebras blancas, aunque si tratara de hacer algo, sus sombras me darían una buena paliza como la última que me dieron, pero me da el presentimiento de que sería peor porque le estoy, o trataría mejor dicho, de hacerle daño a su dueña.
Volviendo a lo principal, debo de empezar a mover mis piezas, y la primera que moveré será con Maixon y su hermano menor, ambos me sirven justo ahora para averiguar acerca de la estadía de aquella mocosa que me debe un favor, solo debo tener cuidado en que Kiana no se dé cuenta de que estoy usando a un novio...no, creo que debería de decirle esposo...No importa, es irrelevante eso.