Anayra.

☾ Capítulo 5 ☽

Mikazuki.

—Hagamos algo, tendrás 3 oportunidades para responder a mis preguntas, por cada equivocación tuya, una de mis sombras tomará una parte de tu alma — explico de forma sencilla mientras me siento en la silla de la esquina y observo con total indiferencia a la mujer.

Ella solo guarda silencio por unos largos minutos antes de hablar en voz baja y empezar a maldecirme.

—No estoy obligada a obedecer a un monstruo como tú, serás la Reina de la Muerte, pero eso a mí me vale mierda — ella ríe.

Encaro una ceja antes de sonreír — Te quedan dos oportunidades — digo antes de permitirle a Jayde alimentarse de su alma.

Su grito lleno de dolor no logra satisfacer a mi sombra y dejo que tome un poco más de su alma, ella empieza retorcerse en el suelo pero Artem presiona con fuerza sus muñecas para que se quede quieta.

Suspiro antes de ponerme de pie y caminar en dirección a la mujer, tomo su cara entre mis manos y sin todavía querer matarla le hablo con total calma y frialdad.

— ¿Dónde está ella? — hago referencia a la verdadera autora.

Ella solo me observa sin entender nada —No sé de qué hablas.

Asiento varias veces — ¿En serio? Dile algo a tu dueño, crossier — el veneno de mis manos empieza a recorrer su rostro y finas marcas negras rodean su cara, ella hace una mueca de dolor —. No haré el trato con Killian, aún si él sabe acerca de ese maldito reloj, de lo que perdió o si es venganza, que la haga por sí solo. Yo gobierno, no obedezco.

Ella se queja y trata de alejarse de mí, pero le sostengo más fuerte su rostro y observo con fijeza sus ojos, buscando sus miedos, su peor pesadilla y la más común para mí: La muerte.

—Responde algo, crossier, si responder con franqueza no te torturaré de por vida, si tú respuesta carece de sentido, te llevaré con él.

Ella solo me observa con miedo —Yo....

—No dije que hablaras — golpeo su mejilla con fuerza antes de volver a tomar su rostro —. ¿Dónde está la verdadera yo? Dime la verdad y no me veas la cara de estúpida — sonrió falsamente mientras la observo.

Ella cierra sus ojos por unos momentos, como si otro dolor invadiera su cuerpo, uno más fuerte que el mío y eso me hace sentir celos. Nadie puede dar más dolor que yo.

—Ella....ella está...—murmura bajo mientras observo como sus cejas de fruncen de dolor y una queja sale de su boca.

Frunzo el ceño mientras me adentro a su mente buscando el origen de su problema. No necesito que alguien esté escuchando esta conversación. Veo sus recuerdos, su vida donde tuvo dolor por ser un crossier, veo a Killian y trato de adentrarme más a ese recuerdo pero algo oscuro me lo impide.

¿Cómo? ¿Esto es posible? ¿Acaso Killian es...? No, no puede ser.

—Mátame, no puedo....—se doblega del dolor y decido apartar a mis sombras de ellas, me agacho junto a ella para escuchar lo que me tiene que decir —, la autora está mal...Ella está muriendo, pero lo hace por ustedes — se vuelve a quejar del dolor y veo como franjas rojas aparecen en su rostro y descienden por su cuerpo.

— ¿Sufriendo? ¿De qué hablas? — veo como ella empieza a llorar del dolor.

—Limite...ellas saben...K...Kallen está allí — murmura antes de toser y escupir sangre.

Abro los ojos de par en par cuando menciona ese nombre. Kallen...hace tantos siglos no escuchaba nada de él ni de los otros cuatro chicos. ¿Cómo sabe ella de él? Pocos saben de lo que tuve en mi cuerpo durante tanto tiempo y lo que me llevaba al dolor intenso, muy pocos sabían de mi maldición y de eso.

—Tu respuesta me ha convencido — digo mientras saco mi arma maldita y la apunto a tu cabeza —. Puedes morir y alcanzar la paz, tu hijo estará bien — veo su sonrisa de tranquilidad antes de clavar mi guadaña en su cabeza con rapidez y acabar con su agonía.

Killian tiene algo que ver con esto, de eso no tengo dudas. Ese maldito... ¿Qué busca exactamente?

Desaparezco mi arma y salgo en completo silencio de la habitación, decido ir al Palacio en busca de los documentos que entregué hace cinco días atrás cuando traje a Anayra aquí. Los grandes problemas legales en los que me he metido gracias a Yami y a su novia me dan dolores de cabeza. Si no hubiese ido ese día, tal vez no estaría tratando de salvar mi trasero junto al de ellas de la furia del tipo al que golpeamos por accidente.

Mi familia odia a Yami junto a la familia de su novia, cumplimos con los mismo deberes en distintos mundos, solo que ellas no cargan con el gran peso, y a comparación de Arcane, mis problemas y pecados no se comparan a lo que hay del otro lado. Lado que protege la maestra Yan.

Si tan solo ella no hubiese fingido su muerte, no hubiera conocido a Yami y no estaría en esta situación.

Justo ahora, debo tomar una gran decisión pero para ello, debo prepararme físicamente para los buenos golpes que voy a recibir por ese inútil de mierda.

Abro la puerta sin tocar y lo veo sentado con algunos papeles en mano, este me observa con cansancio y aburrimiento antes de seguir leyendo esas cosas.

—Ni me voy a molestar en decirte que debes tocar la puerta, suficiente estrés tengo ya con la inútil familia de ese vacío. ¿No es allí donde caíste, Mika?

Me mantengo en total silencio, sé porque hace esa pregunta pero no me voy a molestar en responder.

Odio recordar eso, odio recordar cómo se siente ser olvidado por todos. Si Maixon no se hubiese arriesgado, yo no estaría aquí.

Maixon....ese lobo.

—Necesito esos documentos, quiero arreglar de una vez por toda la discordia que existe entre mi familia y la familia de Hikari.

Este solo suspira, así que decido sentarme en el sofá con flores doradas y espero en silencio a que el otro chico decida darme esos documentos.

—Maestra — escucho la voz de Zack en mi mente.

— ¿Qué pasa? — me recuesto del sofá y cierro los ojos para concentrarme en la conversación y no en las voces de mi mente.




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