Anayra.

☾ Capitulo 6 ☽

Anayra.

Mi tos se hace presente cuando una fuerte patada me hace volar a varios metros.

—¡Cuánto amor me tienes, Diosa estúpida! — reclamo mientras trato de curar mis heridas, pero me es imposible porque otro golpe hace que me arrodille debido al dolor.

Veo como la chica me agarra del cabello y hace que levante La vista para observarla, sus ojos avellana me observan con odio.

—Tanto amor te tengo que te voy a hacer trozos en este instante, Reina — sonríe sádicamente.

—Belia, podemos hablar como personas civilizadas, deja tu lado sádico por un momento, necesito decirte algo.

Veo como ella encara una ceja antes de reír —¿Decirme algo? No te voy a creer en nada, Anayra.

—¿Y si es acerca de tu hermana? — ella me observa sorprendida antes de fruncir el ceño y golpearme mandándome por los aires.

Okey, esto no va a ser para nada fácil.

Choco contra una pared y el aire abandona mis pulmones por unos grande segundos, segundos que me parecen eterno, me quedo quieta tratando de recomponer mi respiración pero un peso hace me abra los ojos y vea a la chica con con el ceño fruncido y sus ojos volviéndose rojos.

Oh no, voy a ser saco de papas hoy.

—No menciones a mi hermana con tu sucia boca, maldita estúpida.

Trato de quitarme su peso pero me siento débil y se que es la Diosa quien lo está provocando — Tu hermana está en un lugar seguro junto a tu sobrino — suelto, arriesgándome a que me vuelva a mandar a volar como cual pluma por los aires.

Ella solo me observa por unos segundos antes de reír —¿Y ya? ¿Crees que te voy a creer?

Niego antes de sonreír levemente —No, nunca lo pensé — una de mis cadenas envuelve su cuerpo y la lanza hacia otro lugar.

Me quedo todavía en el suelo tratando de recupera todo el oxígeno que demandan mis pulmones. Algo me llama la atención y es ver una gran nube negra que empieza a cubrir poco a poco el cielo. Me pongo de pie con algo de dificultad y decido caminar con cuidado y observar mis alrededores. Un cielo no se pone negro así como si nada, y dudo que sea Belia quien hiciera esto.

—¡Cosa inútil! — escucho su grito antes de ver cómo el cielo se ilumina y cae un rayo en dirección hacia donde ella gritó.

Me acerco y veo hacia abajo como algunas cosas rodean a la de ojos avellana, la cual se deshace de ellos de forma muy rápida. Veo como alza su vista y me observa antes de aparecer enfrente de mi en un abrir y cerrar de ojos. Doy unos pasos hacia atrás para mantener espacio entre ambas.

—Si te acercas, es porque no te resistes a mis encantos — digo con una sonrisa burlona apenas veo sus intenciones de acercarse a mi.

Ella hace una mueca — No, no eres mi tipo.

—¿Halago? — digo en burla.

—Ambas son tan estúpidas — habla una ronca voz detrás de nosotras.

Antes de que alguna de las dos pudiera reaccionar, siento como una mano fría toca mi muñeca antes de empezar a sentirme mareada y mi cuerpo se siente pesado, mis piernas flaquean y no puedo mantener el equilibrio. Veo como Belia me sostiene de la muñeca y ambas caemos hacía el vacío.

¿Quién era? ¿Qué nos hizo?

El cuerpo lo siento pesado, siento a alguien tocarme el hombro repetidas veces pero no logro abrir mis ojos.

¿Estoy ciega? Ay no.

Me remuevo un poco antes de sentir un trapo frío en mi frente, frunzo el ceño levemente antes de abrir los ojos poco a poco, veo una sombra y debido a tanta luz, cierro los ojos de inmediato, al rato los vuelvo a abrir y esta vez puedo ver con claridad en dónde estoy.

No, espera, ¿en dónde estoy?

Hago una mueca de dolor cuando siento mi mano toda adolorida, el olor a pan hace que la confusión sea mayor. Estaba en medio de un desierto, pero ahora parece que estuviera en medio de una calle concurrida por humanos.

Suspiro antes de ver al chico que está a mi lado, lo veo sorprendida cuando logro ver quién es exactamente. Es el chico de aquel sueño extraño.

—¿Cómo te llamas? — es lo primero que le pregunto, este solo me observa en silencio, mi voz suena algo ronca debido a la resequedad en la que se encuentra mi garganta —¿Me entiendes?

Él asiente con duda —No poseo nombre, señorita.

Frunzo el ceño —¿Cómo que no posees nombre? Todos tenemos un nombre.

—Los esclavos como yo no poseemos tales beneficios — murmura bajo mientras me quita el trapo frío y sucio de mi frente.

—¿Qué es este lugar? — decido cambiar el tema de conversación mientras observo las paredes de este callejón.

Las paredes sucias con manchas de sangre y basura tirada en todos lados, el olor a putrefacción hace que haga una mueca de repugnancia. Se escucha a lo lejos las voces de los otros humanos pero la voz de chico hace que devuelva la vista hacia él.

—Estamos en la calle Gringwell — habla como si fuese la gran cosa, veo como guarda su pañuelo.

Encaro una ceja en su dirección —¿Gringwell? Me sería de ayuda que fueras más específico, niño.

El asiente como si estuviera encantado de explicarme y no estuviera molesto por hablar de forma tan informal — La calle más concurrida en todo el reino, y dónde se consiguen muchas cosas.

—¿Quien gobierna aquí? — pregunto curiosa.

Si logro saber el nombre de quién gobierna aquí, me ayudaría mucho a investigar más de lo que ocurrió aquí.

—¿No sabe?

Niego de inmediato —No, no lo sé. ¿Podrías explicarme? — sonrío levemente y pido de forma amable.

La paciencia la estoy perdiendo, quiero saber quién gobierna aquí, debo buscar a la Diosa y debo encontrar una forma de salir de este lugar, no sé cuándo pasó esa tragedia pero tampoco quiero estar cuando suceda.

No siento mis cadenas y eso ya me deja en gran desventaja, puedo usar cualquier arma, pero es mucho más arriesgado a usar lo que puedo manipular con facilidad, ojalá y Belia siga manteniendo sus poderes, sino estamos en la reverenda mierda.




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