A.N.D.R.E.A

Capítulo 23

**Capítulo 23: ¿Y si vamos por un helado?**

Ese viernes, cuando llegué a casa después del instituto, el silencio me recibió. Llamé a mamá y a papá, pero no hubo respuesta, no estaban. Aprecié la soledad de la casa mientras subía las escaleras hasta mi habitación. Sabía que esta oportunidad no la tendría en un largo tiempo, y tiempo, era el que perdía sin abrir ese sobre.

Al cerrar la puerta de mi habitación, me cambié rápidamente de ropa tras dejar mi mochila en la mesa escritorio y luego saqué el sobre del escondite, sentándome sobre la cama.

Mi corazón latía con fuerza mientras lo abría. Abrí los ojos sorprendida mientras con cuidado sacaba un collar con un medallón de dije, y al observarlo de cerca, reconocí el símbolo del laboratorio ISAC grabado en él. Era el mismo símbolo que había dibujado inconscientemente, el mismo que mamá destruyó en mi pintura con nerviosismo, sí, ese mismo símbolo.

Lo que más llamó mi atención fueron las iniciales "A. B." grabadas en la parte posterior. ¿Qué significaban esas iniciales? No tenía ni idea, pero el hecho de que alguien hubiera dejado el sobre con todo su contenido en el despacho de mi padre y el que él y mamá aún no se hayan atrevido a abrirlo, no me dejaba tranquila. Hasta, me atrevería a pensar que ellos, ni siquiera han entrado al despacho desde aquel día. Si lo hicieron, me hubieran reclamado el por qué ingresé ahí y desordené todo, ¿cierto?

Puse a mi lado, sobre la cama, el collar de medallón en la mano, desdoblé una nota que también estaba dentro del sobre, el papel se sentía y veía relativamente nuevo. El texto que contenía el papel me dejó perpleja.

La nota decía:

"A Cristina y Fabricio:
Deben entregar este medallón a Andrea, no le digan que fue de mi parte. Además, busquen los informes escondidos en el ‘Laboratorio ISAC’, en la ‘Habitación Infantil’, si esos informes caen en las manos equivocadas, será el fin de todo. Y por último, deben mudarse cuanto antes, él viene por ustedes, y no pueden permitir que se lleven a Andrea. Si lo hacen, todo estará perdido. Saben quién soy, no es necesario firmar."

Terminé de leer con un nudo en el estómago. Primero que todo, estaba clarísimo que el asesino de Jackson no era. Ahora, ¿quién era “él”? ¿Por qué me querían... llevar? ¿Serán los mismos secuestradores de cuando teníamos cinco casi seis años? Las preguntas inundaban mi mente, pero no podía compartir nada de esto con mis padres porque algo en mi interior me decía que ellos no me contarían la verdad, aunque ya debía hacerles frente y sacarle lo que sabía de cualquier forma.

Decidí guardar todo en el sobre y lo escondí nuevamente, asegurándome de que no se viera ni una esquinita propensa a que la descubran.

—No me mudaré de Manhattan hasta que resuelva este misterio. No pienso arrastrar todos estos secretos a un nuevo comienzo. —Murmuré para mí misma, recordando las últimas palabras del autor de la nota del sobre.

Justo cuando estaba guardando todo, mi teléfono sonó en la mesita de noche. Lo cogí y miré que era una llamada grupal con mis amigos, y quién la hizo fue Isabella. Respiré hondo y acepté la llamada. Inmediatamente, la voz de Isabella, entrecortada por lo que parecían sollozos, nos llegó a todos.

—Tenemos que reunirnos. Descubrí algo importante... tiene que ver con el laboratorio ISAC y conmigo. —dijo Isabella con la voz quebrada.

Todos estábamos en la llamada: Kira, Zafiro, Leonardo, Elián, Anthon y yo. Al escuchar el nombre del laboratorio, mi cuerpo se tensó. ¿Qué había descubierto exactamente Isabella?

—Podemos reunirnos en mi lugar en quince minutos —dijo Elián—. No hay problema.

—Perfecto, nos vemos allí.

La llamada acabó. Guardé mi teléfono en mi bolsito el cual me colgué encima y me cambié las chanclas por las deportivas antes de salir de casa. Tenía mucho que compartir también debido a que antes en la biblioteca no pudimos reunirnos luego de la promesa de Leonardo, pero ahora sí que podríamos. Primero, necesitaba saber qué había descubierto Isabella, luego ya les compartiría.

~•~

Cuando llegué al lugar de Elián, ya estaban todos allí, excepto Isabella. Nos sentamos alrededor de una pequeña mesa, esperando su llegada. La tensión era palpable, nos manteníamos en silencio.

—¿Qué crees que va a decirnos Isabella? —susurró Kira, rompiendo el silencio, inclinándose hacia Zafiro y hacia mí.

—Algo sobre sus padres verdaderos, seguramente. —contestó Zafiro, lanzando una mirada rápida a Elián, que estaba nervioso, mirando su reloj constantemente.

—Temo que confirme que fue una de los niños secuestrados. —añadí en un tono bajo, mordiéndome el labio. Todo apuntaba hacia esa dirección. Mis teorías se volvían cada vez más aterradoras.

El silencio volvió a llenar el espacio hasta que finalmente escuchamos la puerta con su característico chirrido, dejando pasar a una agitada Isabella con marcas púrpuras en diferentes partes de su rostro. Todos nos volvimos hacia ella.

—Lo siento, me demoré. Un vagabundo me persiguió... por mirarlo. No fue mi intención, pero supongo que le molestó. —Se alzó de hombros.

Zafiro fue la primera en notar algo inusual.

—¿Te golpeaste la cara? —le preguntó, observando las marcas púrpuras que adornaban su mejilla..

—Es solo el maquillaje —respondió Isabella con una mueca, claramente frustrada. Se pasó la mano por el rostro, intentando arreglar el desastre que el sudor y las prisas habían causado en su maquillaje, pero sin éxito.

Nos acomodamos más en nuestros asientos, ansiosos por escuchar lo que tenía que decir. Isabella nos miró, y sus ojos se detuvieron en mí.

—Andrea, ¿trajiste las fotos pequeñas? —preguntó.

Asentí y saqué las fotos del expediente que habíamos encontrado anteriormente. Las coloqué sobre la mesa. Isabella respiró hondo antes de comenzar.

—Mis padres adoptivos me hablaron sobre mi infancia. Esa foto —dijo, señalando una de las imágenes—, es de cuando tenía cinco, casi seis años, la misma foto que tengo conmigo. Ellos me contaron que un día, un hombre y una mujer llegaron a su puerta con cinco niños. Fui secuestrada, al igual que esos otros niños, y que, como no tenía familia, me dejaron con ellos. Ese hombre y esa mujer no dieron explicaciones a mis padres adoptivos, se fueron sin más.




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