Ángel Caído

CAPITULO IX

CAPITULO IX

Llamé unos cuantos hombres para que se llevaran el cuerpo y lo llevaran a una funeraria.

Me encargaría de llenarle la boca de dinero a los dueños para que no dijeran nada.

Llegaron 2 hombres y lo cargaron, cuando salieron pude escuchar su platica.

—Ha si que el jefe ha sido traicionado por su mano derecha ¿he? Vaya valentía la de ella, el jefe tiene muchos enemigos e irán tras de ella.

—Pensare entonces en serio su mano derecha, le haré lo mismo que le hizo el jefe — dijo el otro riendo.

Tomé una pistola y apunte hacia ellos y dispare muy cerca de ambos.

Ellos dieron un brinco asustados y voltearon a verme. Sus rostros se pusieron pálidos y aceleraron el paso.

Supongo que lo dejare pasar solo por esta vez.

Solté un suspiro profundo, saque todo de los cajones del escritorio y miré el testamento.

Lo saqué y lo guardé en una mochila que estaba por allí. En cuanto acabe salí nuevamente de allí.

Suponía que estarían los chicos en mi departamento, por lo que fui a una de las bodegas. Pase antes por varias botellas de alcohol y me fui caminando, quería tardarme lo mas posible, haría todo al pie de la letra.

                                                                       

Escucha bien porque solo lo diré una vez —habló McAllen, yo asentí.

En cuanto me pase algo y muera, sal del país lo más rápido que puedas, sin decirle nada  a nadie, solo hazlo y ve con uno de mis socios — me enseño una foto de él.

Se encuentra en Inglaterra, se llama Aleksander Jakob. Unete con él, Esta sentido conmigo pero nada grave. Te dará apoyo.

Esta bien, me retiro —me levanté y como siempre hice un gesto en forma de respeto y salí de allí.

                                                                       

Llegué después de 2 horas, ya me había acabado una de las botellas.

Cuando llegué, Reuní a todos los hombres que se encontraran allí, tenia la responsabilidad de dar el anuncio como nueva jefa.

—Muy bien chicos, los he reunido aquí para darles un anuncio. Tras la muerte de John McAllen, yo soy a la que ha dejado todo por ser su mano derecha. De ahora en adelante mando yo.

Se escuchaban murmullos pero no les preste atención, podía imaginar de que eran. Lo había escuchado de aquellos 2 idiotas hace unas horas.

—¿Quien es el encargado de esta bodega? - pregunté.

-Yo, mi señora — alzo la mano un muchacho menor de 25 años. Estaba lleno de tatuajes y tenia una mirada filosa.

—Bien, dame informes de cuanta mercancía nos han quitado y cuantas nos queda — el asintió.

—Se llevaron un camión de mujeres con 50 de ellas. 500 kilos de cocaína y cristal y 120 armas. Y nos queda 70 mujeres 3 toneladas de cocaína, 2 de cristal y 300 armas — miró su libreta y después a mí.

—Entiendo, — asentí — necesitó hacer socios que nos proveen mujeres y nos compren mercancía. Iré a Inglaterra con un socio de McAllen y no se cuando vuelva — miré al chico.

—¿Cual es tu nombre?

—James, James Blair, señora — e hizo una reverencia con una mano en el pecho y la otra atrás.

—Muy bien, yo soy Abigail Amici, y en lo que vuelvo te dejare a cargo, cualquier movimiento, hazme saber.

— Claro que si mi señora — mire fijamente al chico.

— Te estaré vigilando a ti también, cualquier movimiento extraño se me hará saber y si decides hacerme una mala jugada tengo daré donde mas te duela y vas a lamentarlo ¿entendido? — lo miré  a los ojos, el intento retener su mirada, Pero la mia es mucho mas dura por lo que la quito casi inmediatamente.

—Si señora, le doy mi lealtad — estaba nervioso. por mi parte solo lo mire.

Hice revisión de todo lo que había, vi como empaquetaban y hacían nudos especiales, median y guardaban. Tome un poco de cada cada cosa.

Quería escapar un momento. Todo esto que me estaba pasando era demasiado para mi.

Pero ya no había vuelta atrás.

—Muy bien, yo me voy, necesito una camioneta para volver, vine caminando — me trajeron unas llaves inmediatamente.

Las tome, de dirigí hacia ella y me marche hacia un motel.

Llegué y bajé la mochila que traía conmigo, entré y me registre. Me dieron la llave y fui en busca de mi cuarto.

Cuando entre al cuarto, aventé primero la mochila a la cama y luego me deje caer yo.

Suspire y me quede viendo a un punto muerto. Saqué una botella y la bebí  directamente, saque una navaja de mi bolsa y abrí la bolsa, fui hasta la mesita de noche y acomode un poco del polvo blanco con la navaja, hice delgadas líneas, fui por un billete y lo enrolle, lo coloque en mi nariz y comencé a inhalar.

Estaba en el cielo.

Me relaje.

Me sentía mejor. Mi mente y mi vista se nublo dejándome una sensación única y placentera.

Me quede quieta unos minutos y fui por la botella de alcohol.

Tome de ella como si fuera agua. Quemaba mi garganta, me causaba una extraña sensación de placer. Era lo que yo necesitaba.

Dolor.

Era lo única que merecía.

Su pequeño rayo de luz ya no estaba, se la habían quitado hace muchos años y ya no podía volver.

Por mucho que llorara, gritara y suplicara, sabia que ella no iba a volver.

Soltó una carcajada sin pizca de gracia alguna.

Lágrimas comenzaron a brotar de sus ojos y resbalaban en sus mejillas

Diablos.

Si que dolía.

Creía que ya lo había superado pero, desde hace unas semanas sentía un enorme vacío y no lo podía llenar con nada.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.