Medusa

En el infierno apareció Kaio Shin , bastante agitado, con parte de su ropa destrozada.

— ¿Qué te pasó? — preguntó preocupada Izbet.

— Necesito su ayuda, una de las Góngora, Medusa , apareció en un planeta donde vive un amigo mío, logro pedirme ayuda antes que lo convirtiera en piedra. Fuimos con Kibito, pensé que podría vencerla sin ayuda, me cubrí los ojos, pero rompió la venda... él se puso delante de mí para salvarme... al mirarla a los ojos convierte en piedra a las personas... tuve que escapar... entonces me acorde de usted.

— ¿Quieres que la enfrente?

— Debe matarla, solo al cortándole la cabeza, quienes convirtió en estatuas volverán a la vida.

— ¿Cómo con Dabura y Braca? — consultó Piccolo.

— Exacto, Dabura era primo de Medusa. Como usted hasta hace poco era ciega, lucha bien sin ver. Es mi última esperanza.

— ¿Tienes espadas? — pidió la medio demonio.

— Estas cortas.

— Me servirán — las tomó sopesándolas

— ¿Vas a ir con él?

— Por supuesto. A Shin le debo mucho, no lo voy a dejar solo en este problema.

— Los acompañaré — afirmó el hombre de piel verde.

— Mejor quédate — para no darle tiempo a decir nada más — vamos — le dijo al dios , pero cuando se teletransportaron el guerrero verde alcanzó a tomarle la mano a la mujer.

Cuando llegaron al planeta

— Te dije que vendría sola — le recrimino Izbet a Piccolo al verlo a su lado.

— No dije que me quedaría.

— Cuidado, nos puede escuchar Medusa — previno el ser supremo así que se ocultaron en un edificio.

— Mantén los ojos cerrados siempre — le recordó el namek.

— Eso haré, prométeme que pase lo que pase no saldrás de acá, tampoco tú, Shin . Volveré pronto — se despidió con un guiñó de su pareja.

Salió a terreno despejado, e incremento su ki para llamar la atención de la gongora.

— Así que todavía queda alguien vivo ¿Sólo cierras los ojos? No te servirá de nada, no podrás luchar sin ver.

— ¿Eso crees? — la mujer del mechón blanco sonrió diabólica — mejor cuida tu cabeza.

La pelea iba pareja, pero la medio demonio inconscientemente trataba de llevar a la otra lejos de donde estaban los demás ocultos, Medusa se dio cuenta y se dirigió al suelo para ver que estaba protegiendo. Izbet se puso demasiado cerca para detenerla, y algunas serpientes de la cabeza de su contrincante le sujetaron las manos, la Góngora aprovechó para tratar de abrirle los ojos. El namek al ver lo que pasaba, salió de su escondite para distraer al ser maligno y darle tiempo a su mujer para que pudiera soltarse, cubrió su cara con su capa, pero lamentablemente en un descuido la miró a los ojos, y fue convertido en piedra.

— ¡¡¡NOOOOO!!! — gritó desesperada Izbet, tomó la estatua en que se convirtió su amado y la dejo con cuidado en el piso.

— Ahora es tu turno — sonrió la monstruo.

— Pensaba matarte rápido, AHORA TE HARÉ SUFRIR — un halo oscuro apareció alrededor del cuerpo de la medio demonio.

Se tiro contra el ser mitológico golpeando con sus piernas, mientras con las espadas cortaba uno a uno los reptiles de su cabello, al ver su derrota cerca Medusa trató de escapar volando, la medio demonio se puso adelante, cruzó las espadas y le cercenó la cabeza, ahora el cuerpo de la Góngora era de piedra, y los que eran estatuas volvieron a la vida, desde los primeros que fueron convertidos al último. Pero el cuerpo iba a caer sobre su pareja, la mujer abrió los ojos y se dio cuenta lo que iba a pasar, así que voló lo más rápido que pudo hacia el namek, lo único que repetía era DEBO SALVAR LA CABEZA, DEBO SALVAR LA CABEZA. Recordó que cuando Dabura transformó a Krilin y Piccolo, Goten y Trunks rompieron la estatua que era el guerrero verde, pero se salvó intacta la cabeza, por lo que luego pudo regenerar todo su cuerpo. Alcanzó a llegar justo para cubrir la parte superior del namek con su propio cuerpo, y recibió todo el golpe en la cabeza, la estatua que ahora era el guerrero de piel verde perdió sólo parte de las piernas, cuando por fin volvió a ser normal, generó estas partes y su ropa. Izbet estaba inconsciente en los brazos del dios.

— ¿Qué le pasó? — la tomó el guerrero.

— Vio que la gongora convertida en piedra iba a caer sobre usted, y lo protegió con su cuerpo, el golpe fue brutal.

Los habitantes del lugar ya estaban con vida, el amigo de Shin fue a agradecerles su ayuda, éste le contó lo sucedido así que la llevaron a un Hospital.

— En cualquier momento despertará — el joven dios le avisó al namek para que no estuviera tan desesperado.

— Pero porque demora tanto.

La mujer por fin empezó a abrir los ojos, al ver al guerrero de piel verde gritó del susto, y se abrazo al cuello del dios.

— ALÉJESE DE MI... ¿Dónde estoy? Me duele — se tomó la cabeza con gesto de dolor.

Piccolo trató de tomarle una mano.

— NO SE ME ACERQUE.

— ¿Se siente bien Izbet? — le preguntó a la mujer el ser supremo.

— ¿Quién es Izbet?

— Es usted, no se acuerda.

— La verdad no me acuerdo de nada.

— Recibió un golpe, debe ser eso — conjeturó el Kaio.

— Volvamos a casa para que descanses — habló Piccolo complicado, le afectó mucho el miedo que vio en los ojos de la mujer ahora que despertó.

— Con usted ni a misa... ¿Por qué me trata con tanta familiaridad? — se arrinconó en la cama la medio demonio.

— Eres mi mujer.

— ¿Su mujer? — debe estar mintiéndo pensó.

— Es verdad — le confirmó el joven dios.

— No lo recuerdo.

— ¿Te sientes mejor? — al tratar de acercarse, nuevamente el namek fue rechazado.

— Por favor, déjeme sola — en sus ojos él vio terror.

— Dejemos que descanse hasta mañana — recomendó el dios.

— Esta bien — el otro salió abatido.

En el planeta intentaron que recuperará la memoria sin resultados, los médicos aconsejaron que fueran a un ambiente conocido, pero en el infierno tampoco logró recordar nada. Como le temía al guerrero de piel verde, le pidió a Shin que se quedara con ellos, aunque de no muy buena gana Piccolo aceptó. El dios, siguiendo los consejos de los especialistas del planeta que la revisaron de nuevo, la llevó al paraíso a visitar a sus padres, y al otro día a donde su hijo, pero tampoco funcionó.